La paz, un campo minado en Colombia

  • Los planes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para atentar contra personalidades políticas desvelados esta semana por los organismos de seguridad han puesto de manifiesto que a pesar de los avances en las negociaciones en Cuba, el camino de la paz es un terreno minado.

Jaime Ortega Carrascal

Bogotá, 16 nov.- Los planes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para atentar contra personalidades políticas desvelados esta semana por los organismos de seguridad han puesto de manifiesto que a pesar de los avances en las negociaciones en Cuba, el camino de la paz es un terreno minado.

El ministro colombiano de Defensa, Juan Carlos Pinzón, reveló el pasado martes que la columna móvil Teófilo Forero, considerada como una unidad de elite de las FARC, planeaba atentar contra la vida del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) y horas después la Fiscalía dijo haber sido informada de un plan similar contra el titular de ese despacho, Eduardo Montealegre.

El Gobierno no dio detalles de la conspiración, descubierta por el servicio de inteligencia de la Policía, pero al menos en el caso de Montealegre, la información "ha sido corroborada por el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía", según un comunicado de ese organismo.

Estas revelaciones, sumadas a otras sobre la existencia de una supuesta lista encontrada en un campamento guerrillero con nombres de congresistas que podrían ser blanco de atentados o de secuestros, pueden hacer parte de un interés en descarrilar el proceso de paz entre el Gobierno y las FARC ahora que está avanzando.

Un atentado contra Uribe, el fiscal o cualquier personalidad política del país pondría en aprietos a las partes por la presión que haría la opinión pública nacional al Gobierno para levantarse de la mesa de negociación que el próximo martes cumplirá un año de haber sido instalada en la capital cubana.

El propio jefe negociador del Gobierno, el exvicepresidente Humberto de la Calle, dijo en un foro en Bogotá que de consumarse, "un atentado de esa naturaleza destruiría la viabilidad del proceso" de paz.

Los delegados de esa guerrilla en La Habana no se han manifestado hasta ahora sobre la conspiración denunciada por el ministro y han dicho que esperarán a "que se decante bien la información".

La pregunta que muchos analistas se hacen es si los negociadores de la guerrilla sabían de los planes de la Teófilo Forero, lo que sería algo grave, o si esa columna guerrillera, la más fuerte desde el punto de vista militar, está actuando por cuenta propia, como una disidencia de la estructura jerárquica de las FARC, lo que podría ser peor.

La columna Teófilo Forero "borra con el codo lo que con las manos se hace en La Habana", declaró el senador Efraín Cepeda Sarabia, del Partido Conservador, quien consideró que la trama de los atentados "lo que hace es dinamitar el proceso de paz".

Que algún grupo de las FARC no acate un eventual acuerdo de paz de sus jefes con el Gobierno tampoco sería extraño pues ya ocurrió en 1991 con la desmovilización del Ejército Popular de Liberación (EPL), un reducto del cual sigue operativo en el noreste del país.

La columna móvil Teófilo Forero, que tiene sus bases en el sur del país, ha sido señalada como responsable de cruentos hechos, como el atentado de 2003 contra el club El Nogal de Bogotá, que dejó 36 muertos y 166 heridos; el secuestro de 15 personas en el edificio Miraflores de la ciudad de Neiva en 2001 y el asesinato del congresista Diego Turbay Cote, su madre y cinco personas más, en el año 2000.

El Gobierno y las FARC reanudarán el próximo lunes en La Habana las negociaciones tras el receso de once días en el que entraron el pasado 6 de noviembre cuando anunciaron el segundo acuerdo de la agenda de diálogos, sobre participación política, y un día antes de que se cumpla el primer año de conversaciones.

Pero pese al sobresalto que ha causado la información sobre los planes de atentados, es poco probable que el asunto cause alguna interferencia en los diálogos de La Habana porque uno de los logros del proceso ha sido el de blindar las negociaciones de ruidos externos.

"En la mesa de diálogos no se tocan temas del conflicto ni de una parte ni de otra, sólo lo pactado en la agenda", dijo a Efe una fuente cercana a las negociaciones. Al fin y al cabo, cuando acordaron negociar, Gobierno y guerrilla decidieron que lo harían en medio de la guerra, sin un cese al fuego previo.

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