La peluquería de "Papito", escuela, museo y espejo de la lenta reforma cubana

  • la peluquería de Gilberto Valladares "Papito" ha dado vida a una céntrica calle de La Habana con un proyecto comunitario que incluye una academia para jóvenes valores y pronto hasta un parque temático infantil, Además de ser un laboratorio de la lenta reforma de la economía socialista cubana.

Raúl Cortés

La Habana, 15 sep.- la peluquería de Gilberto Valladares "Papito" ha dado vida a una céntrica calle de La Habana con un proyecto comunitario que incluye una academia para jóvenes valores y pronto hasta un parque temático infantil, Además de ser un laboratorio de la lenta reforma de la economía socialista cubana.

En el "Callejón de los Peluqueros", como ha sido bautizado el tramo inicial de la calle Aguiar, en el habanero barrio de San Ángel, el negocio de Valladares florece con el mismo ímpetu que la exhuberante vegetación de la isla caribeña, pese a que está en un segundo piso sin ascensor.

Aunque en su caso con mucha más dedicación e inventiva, como sucede con todos los trabajos por cuenta propia en el país, el nombre que reciben en Cuba las iniciativas de los trabajadores autónomos.

"Es una envidia con la tijera, muy emprendedor, una estrella fugaz. Uno se cansa de abrir camino, sobre todo aquí en Cuba, pero él no", afirma a Efe orgulloso Manuel, cliente de "Papito" desde hace 20 años, cuando el peluquero era un trabajador estatal.

El cuentapropismo es producto de las reformas económicas emprendidas por Cuba para contrarrestar el revés que representó la caída del bloque soviético en 1993.

Las peluquerías y los famosos "paladares" o restaurantes familiares fueron los conejillos de indias de un sistema cuyo desarrollo ha sido tan gradual como incierto es todavía su futuro.

Esta semana, la prensa oficial informó de que los cuentapropistas suman ya 397.167 pero aún representan apenas el 13 por ciento del total de empleados de un país con 3,1 millones de trabajadores estatales, cuando en 1997 eran la mitad, 180.000.

Dos años después, en 1999, Valladares convertía su domicilio familiar en una peluquería para crear el proyecto "Artecorte" con la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

"Partí de tres puntos importantes: el arte, la historia y la peluquería. El negocio fue creciendo y eso me permitió pagarme el sueño de crear la casa-museo", afirma "Papito", rodeado de antiguas maquinas registradoras y sillas de barbería, una de ellas del siglo XIX, además de pinturas inspiradas en el oficio.

En la puerta del edificio una placa da fe de una de las primeras licencias para ejercer la barbería en Latinoamérica, otorgada por el Cabildo de La Habana a Juan Gómez en 1552.

En frente, otra placa recuerda a Juan Evangelista Valdés (1836-1918), "destacado periodista, poeta, barbero y revolucionario", por el que existe el Día del Barbero y el Peluquero en Cuba, el 27 de diciembre, en coincidencia con de su natalicio.

Allí está la escuela con la que "Papito" ha logrado un semillero de peluqueros para su establecimiento, como su vecino Alex, de 23 años, una de las cinco persona que trabajan con él.

Desde 2009 esos negocios y los "paladares" pueden contratar empleados y arrendar locales.

"Las peluquerías fuimos pioneras en eso porque era fácil experimentar" en un sector "de alto consumo" en la isla, argumenta "Papito" a Efe mientras su hija pequeña juega cerca de él al final de una larga jornada.

El gasto de sus clientes oscila entre los cinco y los 30 pesos convertibles, la divisa del país, equiparable al dólar y que convive con el peso cubano, cuyo valor es 24 veces menor y que es la moneda en la que gana sus salarios la mayoría de los ciudadanos.

Por ello, muchos de ellos trabajan en sectores de la economía que dependen de la siempre compleja relación con el extranjero.

Ese es el caso de Manuel, capitán del famoso restaurante La Bodeguita del Medio y que dispone de pesos convertibles gracias a las propinas de los turistas.

"Papito" le pone, sin embargo, un pero al cuentapropismo: la ausencia de un mercado mayorista donde conseguir más baratos sus productos, que debe comprar en las tiendas comunes, otra asignatura pendiente para el Gobierno cubano.

Además, él asegura que no recibe ninguna mercancía del exterior, pero muchos trabajadores autónomos han comenzado también a quejarse porque desde agosto las tarifas por exceso de equipaje de los viajeros deben pagarse en pesos convertibles a partir de la segunda entrada al país en el mismo "año calendario".

Sin duda, se trata de un duro golpe para los que traen mercancías a la isla desde el exterior, las famosas "mulas".

"Artecorte", que organiza también maratones de cortes de pelo en la calle, inaugurará en los próximos meses el "Barbeparque", una zona de juegos infantiles con forma de utensilios de barbería que se construye en un espacio público cercano.

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