La revolución para la artritis reumatoide, terapias biológicas personalizadas

  • La aparición de los medicamentos biológicos ha supuesto una revolución en el tratamiento de la artritis reumatoide, ya que en muchos casos han conseguido la remisión, pero el reto principal está al llegar, cuando se personalicen estos fármacos para cada uno de los pacientes.

Madrid, 10 jun.- La aparición de los medicamentos biológicos ha supuesto una revolución en el tratamiento de la artritis reumatoide, ya que en muchos casos han conseguido la remisión, pero el reto principal está al llegar, cuando se personalicen estos fármacos para cada uno de los pacientes.

El doctor Santiago Muñoz, presidente de la Sociedad Española de Reumatología (SER), y la doctora Sara Marsal, presidenta de la Sociedad Catalana de Reumatología, que han participado hoy en un encuentro informativo organizado por Bristol-Myers, han conversado con Efe sobre el futuro del tratamiento de esta enfermedad.

Para hacer frente a esta patología existen distintos tratamientos, además de los sintomatológicos (analgésicos, antiinflamatorios y corticoides): los basados en fármacos convencionales, como metotrexato y sulfasalazina, y los biológicos, que han supuesto un gran avance en las últimas dos décadas.

Los pacientes son tratados con fármacos biológicos -adalimumab, etanercept, infliximaba, entre otros-, cuando no han respondido o no toleran los medicamentos clásicos y estándar, que son los que utilizan la mayoría de los enfermos.

Los fármacos biológicos son inhibidores selectivos de una molécula que provoca el proceso inflamatorio de esta enfermedad inmunológica, que se caracteriza por la inflamación de un tejido que recubre las articulaciones, lo que causa dolor, rigidez, inflamación y fatiga.

Una patología que afecta habitualmente a las articulaciones de las manos y las muñecas, pero también pueden hacerlo a los codos, hombros, cuello, rodillas, cadera y tobillos, lo que limita el movimiento, además de una pérdida de capacidad funcional en las articulaciones.

Los terapias biológicas han supuesto un gran avance y van dirigidas de forma muy específica frente a un mecanismo de acción que está alterado en la inflamación. "Son altamente eficaces cuando se instauran al principio de la enfermedad y tienen un buen perfil de seguridad a largo plazo", precisa Marsal.

El reto de estas terapias está "tan cerca, tan cerca", según Muñoz, y consiste en "avanzar el desarrollo de la medicina personalizada y poder identificar la terapia biológica más adecuada para cada paciente", tal y como añade Marsal.

"La revolución está en personalizar los tratamientos y cada vez estamos más cerca de ellos. Podemos identificar moléculas concretas que bloquear en la respuesta inflamatoria, mientras que antes dábamos antiinflamatorios globalmente y se bloqueaba de forma inespecífica todo", continúa el doctor.

Personalizar los fármacos biológicos es el futuro, porque entre otras cosas son caros -entre 10.000 y 12.000 euros anuales-, con lo que, si se identificara desde el principio cuál de ellos es el más adecuado para cada paciente, se ahorrarían costes.

Para saberlo con exactitud, según Marsal, se tendrían que elaborar estudios sobre los marcadores biológicos o genéticos de los pacientes, pero aún no es una práctica clínica.

Actualmente, se prescribe uno u otro tipo de fármacos biológicos, atendiendo a las características clínicas de los enfermos.

Por ello, los objetivos más importantes de la reumatología en este sentido son los de "optimizar el uso de estas terapias en los pacientes claramente en remisión sostenida e identificar cuáles de ellos son más idóneos para una u otra terapia biológica".

El perfil de un paciente con artritis reumatoide es el de una mujer de unos 40 años en edad laboral, una persona que, según la especialista, con una terapia adecuada puede seguir llevando, al cabo de diez años, su vida familiar, sus responsabilidades sociales y su carrera profesional, de ahí la importancia de dar con la medicación para cada uno de los enfermos.

Se estima que en España padecen esta enfermedad más de 200.000 personas y cada año se diagnostican cerca de 20.000 casos nuevos.

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