La solidaridad y la angustia conviven ante el drama del naufragio en Italia

  • La solidaridad afloró hoy entre las personas que acudieron a ayudar a los supervivientes del crucero "Costa Concordia", que naufragó en Italia en aguas del mar Tirreno, mientras la angustia se apodera de quienes esperan noticias de sus seres queridos aún sin localizar.

Eulalia Blanchard

Porto Santo Stefano (Italia), 14 ene.- La solidaridad afloró hoy entre las personas que acudieron a ayudar a los supervivientes del crucero "Costa Concordia", que naufragó en Italia en aguas del mar Tirreno, mientras la angustia se apodera de quienes esperan noticias de sus seres queridos aún sin localizar.

Los vecinos de la pequeña isla de Giglio (centro de Italia), frente a cuyas costas encalló el barco, abrieron sus puertas a los que llegaban exhaustos y les dieron abrigo, al igual que los habitantes de la localidad cercana al puerto de Santo Stefano.

Miembros de la Cruz Roja que participaron en las tareas de acogida de los pasajeros evacuados a Santo Stefano dijeron a Efe que los vecinos de la localidad llevaron comida y ropa a la escuela Giuseppe Mazzini habilitada para recibir a estas personas.

El Giuseppe Mazzini fue uno de los centros operativos para la recepción de pasajeros, que empezaron a llegar a las 03.00 hora local de hoy (02.00 GMT) después del naufragio registrado a las 21.40 hora local del sábado (20.40 GMT), explicaron a Efe fuentes de la Agencia Marítima acerca del siniestro, en el que tres personas murieron y 70 no están localizadas.

Las mismas fuentes señalaron que, tras su llegada, se empezó a elaborar una lista de los pasajeros y alrededor de las 4 de la madrugada (03.00 GMT) salieron los primeros autobuses para trasladar a los supervivientes a otros puntos de Italia, como el aeropuerto romano de Fiumicino, a fin de que puedan volver a sus casas.

Alrededor de las 15.00 hora local (14.00 GMT) la mayoría de los personas que desde la isla de Giglio, adonde llegaron en un primer momento, habían sido trasladadas a Santo Stefano ya habían sido llevadas a otros puntos de Italia desde donde poder regresar a sus hogares.

Tan solo permanecieron algunos pasajeros que presentaban "condiciones particulares", como el español Vicente Salvador, su novia María Rosa y sus familiares y amigos, que tras el naufragio perdieron contacto con uno de los miembros del grupo de nueve personas con el que viajaban.

Salvador, de 20 años, lamentó el tiempo empleado por los trabajadores del crucero en empezar a evacuar a los pasajeros.

"En lugar de sacar las barcas de salvamento cuando lo dijimos, esperaron dos horas. La gente quería subirse a las barcas, pero no dejaban", afirmó Salvador en declaraciones a Efe.

Vicente Salvador y su novia, junto a otros familiares de ella, lograron subir a un bote salvavidas, que en un primer momento quedó atascado y necesitaron utilizar los remos para hacer palanca y poder empujar la embarcación al mar, en la que lograron alcanzar la isla de Giglio.

Sin embargo, el padre de su novia, su hermano y un amigo permanecieron en el crucero, donde "les trasladaron de un lado a otro", hasta que alcanzaron una de las partes de la embarcación que se encontraba más cercana al agua debido a la inclinación que presentaba el crucero, tras quedar encallado, y se lanzaron al mar.

Desde ese momento perdieron la pista de uno de ellos y no saben si llegó a tirarse al mar o si logró subir a otra embarcación.

Además de Vicente Salvador y su familia, otro grupo de cuatro músicos españoles fue trasladado hoy a la escuela de Santo Stefano.

Entre ellos Silvia Polenta, quien llevaba cerca de un año trabajando para la compañía de cruceros.

Polenta explicó que tras el accidente logró acceder a un bote salvavidas, mientras su marido quedó en la parte superior de la nave y fue rescatado por un helicóptero y posteriormente trasladado a un hospital militar.

La mujer, de 35 años, explicó que hasta pasado el mediodía de hoy no sabía dónde se encontraba su marido, mientras que otro de los músicos, Ángel Holgado, relató que había logrado alcanzar un bote, aunque cundía el "pánico" y la gente intentaba saltar sobre él, y al final decidió saltar al agua y llegar a la costa a nado.

A la espera de ser trasladados, todos ellos se encuentran en el gimnasio de la escuela secundaria de Santo Stefano, un recinto en el que en una de las esquinas se ha dispuesto una mesa en la que algunos voluntarios y responsables de los servicios de socorro ofrecen comida a los evacuados, a los que también se han proporcionado mantas y ropa de abrigo.

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