La "unión de vida" de Croacia ilusiona a los homosexuales de los Balcanes

  • Lucija e Inés, novias desde hace más de 12 años, planean contraer cuanto antes la "unión de vida" para parejas homosexuales, lo que ha convertido a Croacia en un rayo de luz en la históricamente homófoba región balcánica.

Vesna Bernardic

Zagreb, 30 sep.- Lucija e Inés, novias desde hace más de 12 años, planean contraer cuanto antes la "unión de vida" para parejas homosexuales, lo que ha convertido a Croacia en un rayo de luz en la históricamente homófoba región balcánica.

La nueva ley, aplicable desde septiembre, iguala en derechos a las parejas gais con los matrimonios tradicionales a excepción del nombre del enlace y el derecho a la adopción de niños.

"Las cosas van para mejor, pero es más fácil, y rápido, cambiar leyes, y mucho más difícil cambiar la cultura homófoba, sexista y patriarcal", se lamenta Marko Jurcic, de "Zagreb Pride", una asociación LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales) que ha participado en la redacción de la ley.

En todo caso, la ley devuelve la ilusión a Lucija e Inés, que ya habían visto desvanecida la posibilidad de oficializar su situación en diciembre pasado cuando, tras un referéndum, la Constitución croata incluyó la aclaración de que cualquier matrimonio sería exclusivo entre hombre y mujer.

Jurcic destaca que el mero debate público suscitado por ese referendo, contrariamente al deseo de sus organizadores, ha tenido consecuencias positivas para el colectivo homosexual.

"Se han producido enormes mejoras en cuanto al clima general. Tal vez justo gracias al referendo, que incitó a muchos a levantarse contra la homofobia", aventura el activista en declaraciones a Efe.

La incorporación de Croacia a la Unión Europea (UE) en julio de 2013 y el cambio de nombre (a "unión de vida" en lugar de matrimonio) ha posibilitado finalmente una ley, que sin embargo no hace que desaparezcan los prejuicios contra ese colectivo.

"Entre los Estados de la UE, Croacia es el país con la mayor tasa de crímenes cometidos por odio contra personas LGBT", asegura Jurcic.

No obstante, la nueva ley satisface a muchas parejas homosexuales en Croacia, un país de fuerte tradición católica.

"Pese a las dos limitaciones (el nombre y la adopción), estoy muy contenta. Es un gran paso adelante, y creo que en el futuro habrá más mejoras aún", asegura en declaraciones a Efe Lucija, una arquitecta de 36 años.

A la espera de una ley similar en la vecina Eslovenia, Croacia es por ahora el único país de los siete surgidos de la antigua Yugoslavia que ofrece una unión para parejas homosexuales.

La oficina para estados civiles de Zagreb recibe muchas consultas desde otros países balcánicos, como Serbia, Bosnia o Macedonia, abriendo así una puerta para la sofocante realidad de los homosexuales en esos países vecinos.

Aprovechando la nueva situación en Croacia, la serbia Marija Savic planea casarse con su novia croata Di Sarzinski en octubre.

La nueva ley permite a extranjeros contraer unión civil en Croacia, igual que en el caso del matrimonio tradicional.

Pero el "certificado de unión de vida" croata no tiene vigor en países que no reconocen ese tipo de uniones, como en Serbia y también en Bosnia, lugar de residencia de Marija y Di.

Por eso, a Marija se le plantea una situación cuanto menos paradójica porque tras la boda, tendrá dos identidades distintas.

En Croacia será Marija Sarzinski, casada, y en Serbia y Bosnia seguirá siendo Marija Savic, soltera, cuenta en declaraciones al diario croata "Jutarnji list".

Más fácil será para Lucija e Inés, ambas de nacionalidad croata y con ello comunitaria.

Inés está embarazada, de modo que la unión de familia tiene varias ventajas prácticas, por ejemplo para posibilitar visitas al hospital, que suelen estar reservadas a familiares.

"Quiero estar a su lado cuando dé a luz. Esta ley hace la diferencia. Además, podré tomar decisiones como cónyuge y no tener que llamar cada vez a sus padres", explica Lucija.

Afirma que respecto al niño, la nueva ley también le otorga derechos que hasta ahora han sido inalcanzables.

Así, Lucija e Inés confían en que su hijo pueda crecer en una Croacia sin complejos y a la espera de que el clima de tolerancia se extienda también por el resto de los Balcanes.

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