Las dos muertes de Gabriel: "Le asfixié y murió" contra "agonizó casi una hora"

Ana Julia rompe a llorar en la segunda jornada de juicio
Ana Julia rompe a llorar en la segunda jornada de juicio
EFE

Ana Julia Quezada se sentó ayer frente al jurado popular que la juzga por la muerte del pequeño Gabriel. Ella reconoció que le mató, pero insistió  en que fue algo accidental. Para ello fue apuntalando la versión de su defensa con un testimonio casi calcado al que ya relató por primera vez después de que fuera descubierta con el cuerpo del pequeño en el maletero de su coche. Aunque en esta ocasión hay tres importantes novedades: intentó suicidarse, quería que la pillaran y pidió perdón por primera vez. Durante casi 100 minutos fueron muchas las  veces que rompió a llorar al mismo tiempo que relataba unos hechos que confrontan en varios puntos con la tesis que se mantiene desde la fiscalía y la acusación particular.

La fiscal Elena Fernández aseguró en las primeras testificales que el niño, de tan solo ocho años, "no tuvo opción alguna de salir con vida de aquella finca" y que "actuó con un claro ánimo de ocasionar la muerte a Gabriel, de modo deliberado y consciente, a sangre fía, con desprecio de la vida del menor, de forma impredecible ". Ana Julia mantiene que fue accidental, que se lo encontró en el camino esperando a que sus primos acaben de comer y le propone irse a la finca. A continuación relata que mientras está jugando en el jardín de repente aparece en la casa con un hacha en la mano. Al pedirle que lo deje mantiene que empezó a insultarla.

En cuestión de segundos ella habría intentado que dejara de llamarla "negra fea" o que no podía darle órdenes porque no era su madre, "tapando su nariz y boca con una mano". La otra no recuerda donde la puso.  Asegura que sin saber cómo, de repente deja de respirar. Choca su versión además con lo escuchado en la sala en la primera jornada. Según la acusación particular, Gabriel agonizó durante casi una hora.  "Lo apaleas, lo ves balbuceando con vómito y  ahí lo asfixias", aseguraron con dureza para añadir que "si su pretensión era asfixiarlo, no le da la somanta de palos que le dio durante una hora". 

Ana Julia también argumenta que no sabía lo que hacía mientras desde la acusación se habla de un asesinato planeado. Para ello hace hincapié en su relato que entraba y salía de la casa una vez muere el pequeño en varias ocasiones -se fuma más de cinco cigarrillos- tras quedar "bloqueada". Los letrados de la acusación lo intentarán desmontar con varios argumentos.  Ellos intentan demostrar que pudo dar marcha atrás, pudo arrepentirse con una llamada mientras el pequeño aún tenía vida, pero Ana Julia, que asegura que intentó confesar y para ello llevó a varias personas a la finca donde le enterró, se habría puesto a pintar una puerta. 

La acusación también pone de manifiesto la frialdad con la que actuó durante las jornadas de búsqueda. Ella lo ha intentado desmontar. La fiscal tacha su comportamiento en los días posteriores a la desaparición de "sobreactuación en los medios" en los que mostró "un estado de aflicción compungida y falsario" en manifestaciones "alentando los ánimos de los padres". En la sala ayer se escuchó a Ana Julia dando una respuesta a su estado durante esos días: "Me tomaba hasta cuatro pastillas al día" para calmar su conciencia y soportar lo que solo ella sabía.  Y también desveló por primera vez por qué dejó una camiseta como señuelo. Evita así pensar en su frialdad. Ella siempre había mantenido que era para darle esperanzas al padre, pero la nueva realidad es que lo hizo para que la pillaran porque no aguantaba más esa carga.

No es la única novedad. También desveló que quiso suicidarse el día que trasladó el cuerpo y por primera vez pidió perdón. Durante su declaración ahondó en el arrepentimiento, que aunque tardío,  se podría contemplar como posible atenuante con el Código Penal en la mano. Pidió perdón de forma explícita a su hija, a su pareja, a la familia de Gabriel, a Dios...

Por su parte los abogados de los padres sí que mantienen su frialdad y crueldad. Y para ello durante el juicio se la ha escuchado arremeter contra el pequeño mientras llevaba su cuerpo en el maletero: "Os voy a dar yo pescaíto por mis cojones". Ana Julia en este punto aseguró ayer que no se acordaba de haber dicho nada parecido. En la sala se escuchó la grabación. Tampoco recordaba cómo insultaba a la madre los días en los que se estaban haciendo los rastreos por la zona. Ella asegura que no se llevaban mal. Rompió a llorar cuando escuchó la conversación en la que la insulta. 

Y todo ello lo fue decalrando sin que le temblara la voz, con un lenguaje fluido y sin dudar, sin aparentes nervios, sin contener las lágrimas en numerosas ocasiones y con las manos casi siempre debajo de la mesa en lo que podría ser un intento de controlar cualquier gesto. Así fue relatando Ana Julia Quezada cómo sucedieron según ella los hechos que acabaron con la muerte del pequeño el pasado 27 de febrero de 2018 en la finca de Rodalquilar. La jornada empezó con un escueto sí. Ahí reconoció que acabó con la vida de Gabriel. A continuación expuso unos hechos que distan de los que intentarán demostrar los letrados de la acusación que solicitan una pena de prisión permanente revisable. 

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