Las mujeres, una estrategia eficaz contra el terrorismo islamista

  • En Pakistán han apostado por la intervención de las mujeres para evitar que sus hijos, maridos o yernos caigan en el radicalismo islámico. Un programa impulsado por una profesora universitaria y apoyado por las autoridades pakistaníes ha formado ya a 5.000 mujeres para que puedan transmitir los valores del islam a los hombres de su entorno y así tratar de contrarrestar las visiones distorsionadas del Corán que hacen los yihadistas.
C.M. Sennott | GlobalPost

(Boston, EEUU). En Peshawar, Pakistán, los sermones de los imanes radicales se transmiten mediante altavoces colocados en las cimas de los minaretes de las mezquitas y las palabras resuenan en las estrechas callejuelas.

Los talibanes pakistaníes se han hecho fuertes en Peshawar. En los últimos meses, los líderes talibanes han utilizado estos sermones radicales para aumentar el reclutamiento de jóvenes para luchar en su yihad contra el gobierno de Pakistán y al otro lado de la frontera con Afganistán.Los reclutadores talibanes están aprovechando el amargo resentimiento existente por la ofensiva militar pakistaní que causó millones de desplazados. También explotan el enfado por la escalada de la "guerra de EE UU" en Afganistán y lo utilizan para encontrar a hombres jóvenes dispuestos a matar en nombre de Alá.

Un chico de 16 años de un pequeño pueblo en Khyber, cerca de Peshawar, respondió a la llamada de los talibanes y sus militantes se dispusieron a prepararle para hacer de él un terrorista suicida.El muchacho se sometió a un adoctrinamiento riguroso y fue entrenado para "aceptar el martirio", tal y como lo definen quienes están dispuestos a detonar una bomba sujeta al cuerpo y matarse junto con cuantos soldados y civiles pakistaníes sea posible.

Pero surgió un problema. La madre del muchacho, Zubida, descubrió el plan de su hijo. Sabía que había sido conducido hacia un lugar de su fe que le alejaba de quien era y de las lecciones que ella le había enseñado en torno al mensaje del islam, de tolerancia y respeto a la vida.Zubida, cuyo apellido no revelamos para proteger su identidad, contactó entonces con Mossarat Qadeem, una académica convertida en activista por la paz y también madre, que ha establecido un centro en Peshawar que apoya a las mujeres en su lucha contra el terrorismo.

Qadeem, que acudió recientemente a unas conferencias en el Institute for Inclusive Security de la John F. Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard (EE UU), asegura que ahora está trabajando para "reintegrar" y "reeducar", en sus propias palabras, a 82 chicos que han dado un paso importante gracias a las mujeres que hay en sus vidas.

En general, son hombres jóvenes que han sido animados a cambiar de opinión por madres como Zubida. En algunos casos han sido entregados a las autoridades por sus madres con la promesa de que les darán una oportunidad para reintegrarse en la sociedad y apartarse del proceso de radicalización y militancia que impulsan los líderes talibanes locales.

Qadeem me contó su historia el 12 de enero durante las conferencias en Harvard, coordinadas por el presidente del Institute for Inclusive Security, el embajador Swanee Hunt.El Instituto utiliza la investigación, la formación y el apoyo para promover la inclusión de todos los miembros de la comunidad, especialmente las mujeres, en la búsqueda de la paz. El ciclo de conferencias, que duró una semana, reunió a destacadas académicas, parlamentarias, activistas de derechos humanos y periodistas de Irán, Líbano, Bosnia, Ruanda y Pakistán para compartir sus experiencias y arrojar luz sobre el importante papel que juegan las mujeres en la resolución de conflictos.

Qadeem me dijo que Zubida, la madre del chico de 16 años que quería ser un terrorista suicida, se acercó a ella en diciembre y le dijo: "Mi hijo no es un talibán, pero se lo han llevado; le han adoctrinado".Qadeem trabajó con Zubida para lograr que saliese de su escondite y entregarlo a las autoridades. "Tenemos que trabajar para recuperar nuestra fe", dice Qadeem. "Las madres de estos jóvenes son una parte muy importante para lograrlo".

Cuando los jóvenes se entregan, explica Qadeem, toman el importantísimo paso de presentarse ante las autoridades antiterroristas pakistaníes, que les interrogan y ofrecen asesoramiento psicológico y educación religiosa con el objetivo de contrarrestar las interpretaciones distorsionadas y violentas del Corán que hacen los talibanes.

Profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Peshawar, Qadeem asegura que ha dejado el mundo académico para montar PAIMAN, un acrónimo que significa "promesa" en pastún. Su organización trabaja a favor de las mujeres pakistaníes, para que rechacen el radicalismo islámico y traten de impulsar la resolución de conflictos en sus comunidades. "Estamos haciendo análisis críticos sobre el papel que pueden desempeñar las mujeres en el fin a la violencia y el extremismo", dice Qadeem. "Tratamos de desarrollar la necesidad de la paz desde dentro como un instrumento para terminar con la violencia".

Unas 5.000 mujeres ya han recibido formación directa por parte de PAIMAN, que tiene su sede en Peshawar, 18 oficinas repartidas por todo el país y más de 200 empleados. Esas madres que se acercaron a buscar ayuda en la organización se convirtieron después en líderes de su comunidad y "enseñanza de la paz", transmitiendo el mensaje a otras 75.000 mujeres, añade Qadeem.

Qadeem se mueve en lo que describe como "un entorno muy inseguro". Está en la lista negra de dos grupos talibanes en la región de Khyber y ha recibido amenazas reiteradas en su trabajo. Entonces, ¿por qué sigue?

"La vulnerabilidad de mi juventud no me deja dormir por la noche, y la muerte de gente inocente todos los días me rompe el corazón. Como hija de la tierra, estoy intentando utilizar la red de mujeres de nuestra comunidad para romper aquello a lo que se agarran desde la militancia radical sus hijos, hermanos y maridos. Esa es una vía importante para lograr la paz verdadera".

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