Lisboa se olvida de la crisis en su tradicional desfile de carnaval

  • Decenas de barrios lisboetas se olvidaron hoy de la crisis y sus habitantes celebraron el tradicional carnaval, que este año bailó al ritmo de gaitas, sonidos africanos y percusión brasileña.

Lisboa, 18 feb.- Decenas de barrios lisboetas se olvidaron hoy de la crisis y sus habitantes celebraron el tradicional carnaval, que este año bailó al ritmo de gaitas, sonidos africanos y percusión brasileña.

La decimocuarta edición de este desfile -organizado por las asociaciones populares de la capital portuguesa- partió de la céntrica Plaza del Comercio, a la orilla del río Tajo, y terminó en la populosa plaza de Rossio, zona histórica que data del siglo XVIII.

En una tarde soleada y con las calles abarrotadas de público, los miembros de la compañía de teatro Chapito, una reconocida escuela de arte dramático portuguesa, encabezaron la marcha y animaron al público con payasos subidos a escaleras, zancudos con megáfonos y estrambóticas bicicletas.

Con la misma energía, les siguieron grupos de las asociaciones vecinales de Lisboa que optaron por los disfraces típicos, como los de flamenca, pirata, vampiro o princesa, entre otros.

También se escucharon y se hicieron notar los aires brasileños y de las excolonias portuguesas africanas, con grupos que reivindicaron las tradiciones de sus países con bailes de capoeira, tambores y los colores de sus banderas.

El desfile, que tuvo un marcado carácter familiar e infantil, se olvidó de las críticas a la crisis, a pesar de que la fiesta tuvo que adelantarse al sábado por la supresión del día festivo del próximo martes para los funcionarios de la administración central.

Esa medida, promulgada por el Gobierno conservador de Pedro Passos Coelho para mejorar la productividad, provocó críticas de alcaldes y sindicatos, y decenas de municipios lusos han optado por "regalar" un día libre a sus trabajadores públicos.

Una de las protestas más airadas fue la de los ciudadanos de Torres Vedras, una ciudad a unos 50 kilómetros al norte de Lisboa y conocida por sus más de noventa años de carnaval organizado.

Desde allí partió una caravana de autobuses para manifestarse hoy frente al Palacio Sao Bento, residencia oficial del primer ministro portugués, en la capital.

Además de una protesta llena de ironía con pancartas que aconsejaban al primer ministro "reír más para gestionar mejor", una delegación entregó al Gobierno cerca de 9.000 cartas de niños de la región y un busto de cartón piedra de Passos Coelho, que fue rechazado.

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