Los 'antisistema' que no asaltan peajes y sí están cambiando el mundo (a mejor)

  • Mark Stevenson descubre héroes cotidianos que han cambiado y salvado miles de vidas en su obra 'Hacemos las cosas de otra manera'.
Mark Stevenson
Mark Stevenson

"Nunca interrumpas a alguien que esté haciendo lo que dijiste que no podía hacerse". La sentencia es de la mítica aviadora Amelia Earhart, pero también resume la filosofía de los protagonistas de 'Hacemos las cosas de otra manera, cómo reiniciar el mundo' (Galaxia Gutenberg), de Mark Stevenson (escritor en WSJ, The Times, The Guardian) y fundador de la Liga de Optimistas Pragmáticos, una corriente que se extiende por todo el planeta. Ellos son verdaderos 'antisistema', pero no asaltan peajes... cambian el mundo. Y hacen moverse al sistema. Algunos tienen edad para jubilarse, pero su impulso se lo impide. Han plantado cara a un engranaje de poder que falla y se queda corto en educación, sanidad, energía... Stevenson ha encontrado gente a lo largo del mundo que no solo protesta, también actúa. Estas son algunas de sus historias.

Es el caso de Jayme Heywood, un ingeniero de Boston que dejó su trabajo para encontrar una cura para la enfermedad genética de su hermano, y acabó haciendo algo más grande. Desde su sótano fundó la primera empresa biotecnológica sin ánimo de lucro del mundo. Empezó con 10.000 dólares, logró 400.000 el primer año y lo multiplicó por diez más el siguiente. Su sueño: encontrar una cura para su hermano. No lo logró, y a Jamie su 'locura' por salvarle le costó el matrimonio. Tampoco consiguió crear fármacos, "pero él me hizo tener un objetivo. Hubiera sido corriente y desdichado si mi hermano no hubiera enfermado".

Lo que sí consiguió sin haber estudiado medicina fue crear 'PatientsLikeMe', una web que comparte datos de 100 dolencias y cuenta con más de 440.000 pacientes. El 27% de sus usuarios ha confesado que los efectos secundarios de su tratamiento se han reducido gracias a la página, y el 18% acude menos a urgencias. Todos comparten tratamientos, reacciones y sentimientos. Son una comunidad y se ayudan. Jamie intentó crear un fármaco para salvar a su hermano y fracasó, sí, pero logró que los propios enfermos mejoren la asistencia sanitaria.

El motor Dearman
El motor Dearman se ha convertido en una realidad y va a salvar vidas.

Peter Dearman podrá salvar millones de vidas gracias a una lata de anticongelante. No fue tan fácil, pero esta fue clave. Su hermano murió con solo 11 años en un accidente de coche. Peter era un fanático de ellos y del motor. Ambos jugaban siempre a inventar. La tragedia no le frenó. A solas, en su cobertizo y gracias a inyectar anticongelante en la cámara del pistón revolucionó los motores. Su motor de aire ha propiciado una nueva técnica de refrigeración, y más ecológica. Con ella millones de personas podrán tener alimentos sin que se pudran en el camino. Casi 2.000 millones de alimentos nunca llegan a un estómago humano.

Gracias al motor Dearman, el nitrógeno líquido se ha convertido en un combustible. El Gobierno británico financió la idea y junto con la Motor Industry Research, la empresa de motores Dearman, la universidad de Loughbrough y Air Products apuestan por crear el primer camión refrigerado para el transporte de alimentos con el motor de Dearman. Ya se habla de ingresos de 1.000 millones de libras al año. Porque este motor crea frío. Así que junto a uno diesel se convierte en una combinación ideal. El niño inventor puede convertirse en el Henry Ford del frío.

Peter Vadasz, ex alcalde de Gussing, en la provincia austriaca de Burgenland vivió en una casa sin electricidad criado por su abuela. Su sueño: que su pueblo generara su propia energía. ¿Cómo? Convirtiendo la masa en gas aprovechando el bosque que les rodeaba. Nadie le creyó, pero al final logró su soñada planta de calor y electricidad que sirve también para calentar los hogares. Las empresas acuden al pueblo atraídas por su novedad cumpliendo el mandato de su abuela: no permitas que tu alrededor haya gente tan pobre como lo somos nosotros.

Ashley siempre adoró Detroit y la vio convertida en un apocalipsis urbano. En cuanto terminó la universidad como científica agraria volvió a su barrio, de donde todos huían. Su objetivo: crear la corporación de huertos urbanos y uso del terreno de Flint, un lugar donde la gente vive a una milla de un supermercado. Logró con mucho esfuerzo que la gente no solo comiera frutas y verduras frescas sino dar trabajo a sus vecinos gracias a cursos especializados de agricultura. Plantaban y comían. El salto fue tal que el impacto ha convertido la zona en un destino para los amantes de la gastronomía, según el NYT, que la califica de oasis culinario. Que da trabajo, dinero y fomenta una vida saludable.

Al final Peter Vadasz, Ashely o Jayme lograron romper con la idea del sistema, fueron los más antisistema porque lograron lo que nadie pensó. Reconectar comunidades perdidas, olvidadas o enfermos sin esperanza. Crearon comunidades alrededor de un trabajo y de una idea, les dieron el poder de decidir sus vidas y las hicieron más resistentes a la adversidad y más conectadas. Toda una revolución en la era del individuo. Hicieron comunidad.

Hartsholme en una de sus clases
Hartsholme en una de sus clases.

Retos. Como al que se enfrentó Carl Javis. De niño tuvo problemas para leer y escribir. Conflictivo, nadie le quería en las aulas, hasta que encontró al profesor Cox. Él le impulsó para superarse y llegar a aprobar el exámen de la Real Fuerza Aérea. No entró en ella por una cuestión de clase: su padre leía el Daily Mirrow y eso no era apropiado. Montó un pub y luego otro y así varios negocios hasta que un día, con dinero pensó: voy a enseñar, para que a ningún chico le corten un sueño por su clase social. Y volvió a estudiar. Tanto que acabó de jefe de estudios en una gran escuela. Sería como el profesor Cox.

Y entonces llegó el anuncio. En un periódico, casualidades del destino. La peor escuela de Gran Bretaña, Hartsholme necesitaba una cabeza. Catorce jefes de estudios en siete años habían tirado la toalla. Carl dudó. Ahora ha convertido la escuela en una de las punteras de Gran Bretaña. Cómo lo hizo. Creando comunidad entre los profesores que observan y valoran las clases de los otros, entre los niños, que eligen sus equipos de trabajo y se autocalifican entre ellos (luego el profesor revisa), que están extramotivados por lo que no temen los exámenes. Hacen las cosas de otra manera. Contra el sistema. Y triunfan.

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