Los peregrinos de Cuatro Vientos descansaron tras una jornada de emociones

  • Madrid.- El amanecer llega al aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid) entre un gran silencio de peregrinos que todavía duermen, servicios de emergencias que descansan y jóvenes emocionados "de vivir esta experiencia".

Madrid.- El amanecer llega al aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid) entre un gran silencio de peregrinos que todavía duermen, servicios de emergencias que descansan y jóvenes emocionados "de vivir esta experiencia".

Todos comienzan a prepararse para la misa que celebrará el papa a partir de las 09.30 horas (07.30 GMT)

Los tambores y cánticos se apagaron sobre las 4.00 horas (2.00 GMT) y dieron paso al silencio y permitido el descanso de la multitud.

También los servicios sanitarios (Samur) han estado "tranquilos", según han informado a Efe fuentes de este servicio, desde aproximadamente las 2.00 horas (00.00 GMT).

"Algún desmayo, picaduras y poco más", ha referido uno de los trabajadores del Samur, así como el extravío de algunos menores.

Durante la vigilia de ayer descargó una fuerte tormenta y un vendaval que refrescó la calurosísima noche madrileña y obligó a interrumpir al papa su discurso cuando sólo llevaba dos párrafos leídos.

El viento llegó a arrebatarle el solideo y siete personas resultaron heridas al caer unos toldos.

Mientras tanto, en medio de esa fuerte lluvia, que empapó a todos y obligó al papa a refugiarse tras varios grandes paraguas, los jóvenes no cesaron de cantar y expresarle su apoyo.

Al reanudar la ceremonia, el obispo de Roma les dio las "gracias" por "esa alegría y resistencia".

Lo que pocas horas antes parecía un festival de masas cualquiera, después fue un lugar sereno.

Algunos peregrinos, sin embargo, han permanecido en vela toda la noche charlando con nuevos conocidos de diversas nacionalidades o rezando.

Alba Rodríguez, por ejemplo, dijo que había pasado gran parte de la noche velando al Santísimo en una de las capillas del recinto porque, afirma: "Hay noches en las que es imposible dormir porque no puedes perderte nada de lo que pasa en cada minuto".

Tampoco Juancho, de 17 años y seminarista menor en Lugo (España) ha preferido mantenerse despierto en esta noche "tan especial".

"Alguien que no ha vivido una JMJ no sabe del todo qué significa ser un joven cristiano", ha añadido Juancho.

Los voluntarios se sienten "agotados", según ellos mismos afirman, aunque "satisfechos con la labor realizada".

En general, los inconvenientes en la organización, las condiciones meteorológicas y la falta de espacio, no han mermado la emoción y el entusiasmo de los asistentes.

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