Manar, una inmigrante siria golpeada por la guerra y presa de la burocracia

  • Noelia Ramos.

Noelia Ramos.

Melilla, 26 dic.- Manar Almustafa es una joven siria de 30 años que escapó de su país con quemaduras en el 90 por ciento del cuerpo, después de que una bomba cayera en su domicilio en Homs y matara a una parte de su familia, entre ellas a su hija, y mutilara a otros miembros junto a los que llegó a Melilla hace dos meses.

Manar huyó de la guerra por diferentes países, como Líbano, Egipto o Argelia y, al llegar a Melilla, creyó haber conseguido por fin una solución al calvario que ha vivido durante más de un año, pero se ha topado con un amplio proceso burocrático que le impide salir de la ciudad autónoma para poder ser atendida de sus graves heridas.

Según ha explicado a Efe José Palazón, presidente de Prodein, una de las ONG melillenses más activas y defensora de los derechos de los inmigrantes, la joven siria se ha topado con la penalización que supone ser solicitante de asilo en Melilla, un trámite que, a diferencia de lo que sucede en el resto de España, obliga al que lo inicia a permanecer en la ciudad autónoma.

Manar Almustafa necesita urgentemente salir de Melilla, tal y como se lo han aconsejado en el Hospital Comarcal, el único centro hospitalario de la ciudad y que carece de una unidad de quemados que pueda atender las graves y dolorosas heridas que sufre esta inmigrante.

Cuenta con esa recomendación médica, pero no puede salir de Melilla debido a que es solicitante de asilo y posee una "tarjeta roja" que le obliga a permanecer en la ciudad.

Según Palazón, a los solicitantes de asilo de la península se les entrega una tarjeta amarilla que les otorga libertad de movimiento por el territorio español, pero en Ceuta y Melilla el color de la tarjeta es rojo, lo que frena en seco cualquier posibilidad de salir.

Éste es el motivo principal por el que son pocas los inmigrantes que recurren a la figura del asilo en las ciudades de Ceuta y Melilla, donde los números de peticiones están a la baja.

Para el presidente de Prodein, el caso de esta mujer es "flagrante", ya que la burocracia no puede prevalecer a una situación humanitaria.

Para Manar, cada segundo sin recibir la atención médica adecuada es un suplicio, ya que sus quemaduras todavía emanan sangre, y no puede esperar los dos años necesarios para que su solicitud de asilo sea aprobada.

Vive junto a trece miembros de su familia en una pequeña habitación de un piso de alquiler, ya que no pueden estar en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), porque su estado de salud no lo aconseja.

El caso de esta joven siria ha sido llevado al Congreso por el diputado de Amaiur Jon Iñarritu, que visitó la pasada semana Melilla y conoció de primera mano la situación de Manar.

Iñarritu ha preguntado al Gobierno por la llegada a la ciudad de personas heridas por la guerra de Siria y, en particular, se interesa por el caso de Manar Almustafa, por el tiempo que debe permanecer sin recibir el tratamiento médico que necesita.

La llegada de sirios a Melilla comenzó a producirse de manera significativa a finales de julio, con un goteo constante que los coloca como uno de los colectivos más numerosos del CETI.

A diferencia de los subsaharianos, no entran por la valla o en patera, sino que lo hacen a través de los puestos fronterizos, con un pasaporte marroquí por el que en muchos casos llegan a pagar una media de 3.000 euros.

Vienen con sus familias, escapando de una guerra que les ha dejado unas secuelas psíquicas imborrables y con unas heridas que, como las de Manar Almustafa, demuestran la crudeza de un conflicto que, como en tantos otros, se ceba con los más débiles.

Mostrar comentarios