Manos Unidas para recomponer vidas rotas

  • Marina Valero.

Marina Valero.

Madrid, 4 feb.- Edith era solo una niña cuando alguien la separó de su familia bajo la promesa de ir a la escuela y abandonar la pobreza. Pronto pudo comprobar que el paraíso que le habían pintado tenía poco que ver con la realidad. Efe repasa el compromiso de Manos Unidas con las víctimas del tráfico infantil con motivo de su nueva campaña: "Un Mundo Nuevo, proyecto común".

Proceden de zonas muy pobres, llegan a la ciudad engañadas y les obligan a sustituir libros y cuadernos por material de venta con el fin de enriquecer a sus patrones. Así lo explica Covadonga Orejas, misionera carmelita y coordinadora de los centros Kekeli y Arc para la reinserción de niños de la calle en Togo y Gabón (África).

Las pequeñas no tienen derecho a la salud, jamás han ido a la escuela, no conocen lo que son las vacaciones y ni siquiera pueden disfrutar del calor de una cama.

"Se pasan el día vendiendo desde las cinco de la mañana, y a veces hasta se prostituyen para alcanzar los ingresos que les han pedido", relata Orejas.

Desde Manos Unidas, esta misionera se encarga de iluminar el "rostro sombrío" de muchos niños y niñas que han vivido experiencias dramáticas. "Recomponemos vidas rotas, les ayudamos a salir adelante y ser autosuficientes", precisa.

No solo eso. Gracias al capital humano y a los ingresos que recibe esta ONG, en su mayoría procedentes del sector privado, pueden poner en marcha bibliotecas o escuelas en los lugares más inhóspitos y ofrecer el servicio de psicólogos o enfermeros a quienes más lo necesitan.

Por desgracia, Manos Unidas tampoco se libra del azote de la crisis: las aportaciones totales han descendido un 8 % en 2013 respecto al año anterior y superan los 44 millones de euros para financiar 600 proyectos en Asia, África y América.

La caída de ingresos es mucho mayor por parte del sector público, que ha destinado un 40 % menos que en 2012 y se equipara a niveles de hace 20 años (4,5 millones de euros).

"No nos preocupa tanto el volumen de dinero sino el espíritu" de la sociedad española, que ya no exige al Gobierno que destine parte del presupuesto al desarrollo. "La solidaridad no consiste en dar lo que te sobra, sino en compartir lo que tienes" aunque sea poco, matiza la presidenta de Manos Unidas, Soledad Suárez.

A sus ojos, "la crisis no puede servirnos de excusa" y es necesario que los españoles se comprometan con "un mundo distinto al nuestro, en el que prima el interés de unos pocos" en detrimento del bien común.

"Lo que aquí es una carencia, en los países en los que trabaja Manos Unidas puede ser una cuestión de vida o muerte", puntualiza Suárez, quien afirma que "nuestra indiferencia nos hace cómplices".

Orejas destaca la importancia de los "pequeños gestos que cambian la vida" y recuerda que el dinero no lo es todo: "Hay que construir una alianza desde dentro, donde la gente se implica con el corazón".

"La industria va creciendo pero el bienestar no crece a la misma velocidad", advierte la misionera, quien ha podido constatar cómo muchos de los pequeños que atiende no tienen acceso al agua potable o a la electricidad.

Manos Unidos lucha por conseguir el octavo objetivo de desarrollo del milenio: "fomentar una alianza para el desarrollo" entre todos los países que permita erradicar el hambre y la pobreza en el mundo.

Para ello, lanza la campaña "Un mundo nuevo, proyecto común", que incluye un spot de televisión y un corte radiofónico con los que exige avanzar en el cumplimiento del "ambicioso plan de desarrollo firmado por 189 países en 2000" para combatir esta lacra.

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