Mercedes Abad: "Todos hemos llevado un gordo dentro"

  • Jose Oliva.

Jose Oliva.

Barcelona, 30 mar.- La novelista y cuentista Mercedes Abad, que acaba de publicar "La niña gorda", un peculiar libro de cuentos que tiene a Susana como protagonista transversal, ha señalado que "todos hemos llevado un gordo dentro, en la infancia, pero también de adultos".

Ella misma, hoy dueña de un físico menudo, fue una niña gorda, con gafas y un ojo tapado, confiesa en una entrevista a Efe, porque, "si has sido gordo en la infancia y la adolescencia, que es cuando se forja tu identidad, en algún rincón de tu espíritu sigues siendo gordo"

"E incluso la persona adulta tiene problemas para deshacerse de esa gordura espiritual, que se convierte en aquello de lo que se huye", advierte.

"La niña gorda" (Páginas de Espuma) comienza con varios cuentos protagonizados por Susanita, una niña en cierto modo traumatizada por una madre que con once años la lleva al endocrino.

La infancia es un momento propicio para vivir estos suplicios, frente a unos niños intrínsecamente crueles con aquellos a los que ven como diferentes, porque, en el fondo, "los niños no quieren ser diferentes".

"La niña gorda", a decir de la autora barcelonesa, "arranca de ese sufrimiento y habla de la conquista de la identidad, de cómo se forja un adulto", comenta antes de bromear: "Mi alma me viene cuatro tallas grandes; por eso, me identifico totalmente con Susanita y sigo siendo gorda en algún rincón de mi anchísima alma".

En relación al proceso de escritura, Abad (Barcelona, 1961) escribió inicialmente los cuatro primeros relatos, que tienen en común que están escritos en una tercera persona muy próxima y que evoluciona hacia una primera persona, cuando ya toma conciencia de su identidad".

La intención inicial de Abad era escribir una novela con el personaje de Susana Mur, pero no funcionaba como novela y decidió entonces "romper la estructura clásica del cuento, y el resultado final no es ni un libro de relatos ni exactamente una novela".

Esta transgresión se ve, comenta Abad, en autores del género como Sherwood Anderson y su "Winesburg, Ohio" o Elizabeth Strout con su "Olive Kitteridge".

Abad trufa "La niña gorda" con comidas que son casi "arqueología gastronómica" como el bikini -sandwich de jamón y queso-, la ensaladilla rusa, la tortilla de patatas, la comida de pícnic o el lomo rebozado, "casi el retrato de un mundo ya desaparecido, de una España pobre distinta de la España pobre de hoy".

La autora de "Ligeros libertinajes sabáticos" se declara "afrancesada a mucha honra", aunque literariamente sea profundamente anglosajona, sin que siga considerando a Baudelaire como su "padre literario" y flirtee todavía con las páginas de Boris Vian y Albert Camus.

En el trasfondo de "La niña gorda" está el mito del patito feo, pero también "la obsesión denigrante por la imagen, que no es nueva, porque en las novelas decimonónicas las mujeres de la alta sociedad ya tenían que ser delgadas", apunta.

En el fondo, cuando la madre lleva a su hija al endocrino, "le está diciendo, 'no me gustas como eres', sin darse cuenta de que la está traumatizando y dejando una herida indeleble en una niña de once años".

Los cuentos del libro parten de materiales autobiográficos, reconoce, de recuerdos, de imágenes, de personajes reales.

Durante la entrevista, Abad descubre con sorpresa que Susana Mur ya aparecía en su anterior libro, "Cosas difíciles de explicar", en el quinto cuento, en el que aparece una niña gorda, sólo que allí es pintora y en este último es escritora.

En "La niña gorda", Abad ha depurado su habitual "estilo desparramado", porque "con la madurez te das cuenta de que el mejor estilo es el depurado, el contenido, el que dice lo que tiene que decir, sin caer, eso sí, en el minimalismo".

El humor continúa siendo marca de la casa, porque "te protege contra la cursilería y la solemnidad y pomposidad, cosas que odio", un humor que va "desde la ironía amable y la ligereza al humor más sardónico, sarcástico, sombrío y de más malicia".

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