La mezquita del 19-D, tomada por la Policía... ¿Podría pasar en España?

  • Las autoridades alemanas cerraron la semana pasada una mezquita en Berlín, que fue frecuentada por Anis Amri, autor del ataque de camiones contra un mercado navideño en diciembre.

    En España, desde la reforma penal de 2015, los tribunales pueden cerrar mezquitas y lugares de culto islámicos si queda demostrado que incitan al odio o al radicalismo.

La mezquita del 19-D, tomada por la Policía... ¿Podría pasar en España?
La mezquita del 19-D, tomada por la Policía... ¿Podría pasar en España?

Las autoridades alemanas cerraron la semana pasada una mezquita en Berlín, que fue frecuentada por Anis Amri, autor del ataque de camiones contra un mercado navideño en diciembre. La Policía, que actualmente sigue custodiando en lugar, entendía que el terrorista se radicalizó dentro del templo debido a las ideas radicales que allí se propugnaban y que ha servido de punto de encuentro para radicales islamistas.

Además, la Policía ha registrado 24 inmuebles tras la ilegalización, por parte de las autoridades regionales, de la asociación islamista "Fussilet 33" ya que trataba asimismo de radicalizar a jóvenes musulmanes, en su mayoría turcos y caucásicos, para que se sumasen a la lucha del Estado Islámico (EI) y se recaudaban donaciones para los yihadistas en Siria. En total unos 460 agentes participan en esta operación.

No es la primera vez que Alemania cierra una mezquita vinculada con un atentado. Ya en 2010, clausuró  una mezquita en Hamburgo por "difundir ideología agresiva y antidemocrática", servir de punto de encuentro para islamistas y reclutar yihadistas.

En este país, hay más de 200 mezquitas (incluyendo más de 40 mega-mezquitas), 2.600 salas de oración musulmanas y una innumerable cantidad de mezquitas no oficiales.

También Francia ha seguido el ejemplo de Alemania y desde diciembre de 2015 han cerrado unas 20 mezquitas y oratorios donde supuestamente se reunían radicales y extremistas. No en vano, de las 2.500 mezquitas y oratorios que hay en Francia unas 120 propagan una ideología fundamentalista.¿Y en España?

En España, las mezquitas siguen siendo un lugar fundamental de radicalización. Según los últimos datos del Instituto Elcano, aquellos que se radicalizaron fuera de Internet (un 28,9%) superan en diez puntos a los que lo hicieron online (18,4%), aunque lo habitual es un sistema mixto (52,7%). Dentro de los lugares de radicalización fuera de la Red sobresalen los domicilios privados (73,3%) y los lugares de culto (53,3%).

Por otro lado, en España existen 98 mezquitas salafistas y, de ellas, 50 están en Cataluña. No en vano, el principal foco islamista radical se encuentra en Barcelona: un 29,8% residían ahí y un 27,3% fueron arrestados en esta provincia.

Ante estas cifras, la pregunta es clara: ¿pueden en España cerrar una mezquita igual que en Alemania?

Desde la reforma penal de 2015, los tribunales pueden cerrar mezquitas y lugares de culto islámicos si queda demostrado que incitan al odio o al radicalismo. Si bien el Código Penal no recoge nada en particular contra el cierre de mezquitas, sí contempla que cualquier establecimiento o local, ya sea civil o religioso, pueda ser clausurado en caso de que quede acreditado que está siendo utilizado para promover el odio y el fanatismo.

Ahora bien, habría que ver si la mezquita está registrada como una persona jurídica así como si la incitación al odio se produce de una manera generalizada por la institución, por el imán en particular o por un grupo de personas que acuden a este lugar.

Por ese motivo, en España, no se ha cerrado ninguna mezquita legalmente constituida, ya que no se ha podido demostrar que un centro de culto haya sido constituido para fines radicales. No obstante, por ejemplo, en Baleares, sí se ha procedido a la detención de varios imanes.¿Y que pasa con las llamadas 'mezquitas ilegales'?

En España hay 1.264 mezquitas legalmente registradas. Además de los datos oficiales de mezquitas con licencia, existen centenares de lugares de culto en los que se adoctrina a los miembros y que no cuentan con ningún tipo de registro, en muchos casos locales o cuartos en viviendas o chabolas. En los últimos años, se han cerrado más de 100 mezquitas ilegales y hay unas 700 controladas por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad.

Se ubican en garajes, trasteros o locales en polígonos industriales. Todo en ellas tiene aire de provisionalidad: saben que, ante la mínima sospecha de estar vigilados, tendrán que cambiar de lugar.

Suelen ser muy pequeñas, apenas caben 5 o 6 personas, por lo que las reuniones diarias celebran en dos turnos, así como las cinco oraciones diarias, en las que siempre está el imán.

No están bien iluminadas, a menudo por fluorescentes propios de trasteros. Cubren los suelos con alfombras e instalan un grifo para poder hacer sus limpiezas rituales. En las paredes se suelen estar decoradas con inscripciones del Corán. Por lo demás, son sitios lóbregos, casi siempre sin calefacción y con mala ventilación.

Solo se accede por invitación, normalmente tras acudir con regularidad a una mezquita oficial o a una no registrada, es decir, sin control administrativo, pero en la que las enseñanzas que en ellas se propugnan no son tan radicales.

Suelen estar reservadas exclusivamente para hombres y las más grandes no superan los 20 metros cuadrados. Solo en Madrid se calcula que existen unas 230, muchas ubicadas en el barrio de Lavapiés o en zonas periféricas, a menudo marginales. En Cataluña, foco principal del salfismo en España, hay más del doble.

Abrir una de ellas no tiene mayor complicación: alquilar el espacio, comprar una alfombra y un recipiente para hacer las abluciones. Muchas de ellas se inscriben como asociación cultural y ocultan el verdadero objetivo de estos templos improvisados. ¿El objetivo? Obtener fondos públicos para hacer la yihad.

En los últimos años, estos lugares de reunión se han extendido sobre todo por Barcelona, Levante, Ceuta y Melilla y la Costa del Sol, aunque los verdaderos puntos calientes son Madrid y Tarragona, donde la Policía tiene constancia de que se han celebrado una suerte de congresos anuales de la corriente salafista.¿Cómo se financian?

Estos centros de culto se financiaban tradicionalmente con las aportaciones de sus fieles. Sin embargo, con la llegada de la crisis y el incremento de la radicalización de la propia comunidad, han tenido que buscar fórmulas alternativas para conseguir los fondos con los que seguir promulgando la yihad.

La fórmula más utilizada ha sido copiada precisamente de otro grupo terrorista, ETA: hacerse pasar por asociación cultural. Bajo esta apariencia, sus miembros pueden no solo hacer colectas, sino también pedir subvenciones, en la mayoría de los casos concedidas por Gobiernos autonómicos o municipales. Además, también protegen sus locales ya que dejan de ser, sobre el papel, mezquitas ilegales para convertirse en la sede de estas ficticias asociaciones.

Es el caso de la desmantelada Fraternidad Islámica, por ejemplo, que, según la Audiencia Nacional, utilizaba estos fondos para sufragar atentados yihadistas en España y para facilitar captación de musulmanes dispuestos a combatir con el Estado Islámico en Siria.

Esta asociación fue disuelta y sus integrantes detenidos en 2015, pero los miembros de la lucha antiterrorista reconocen que decenas de estas asociaciones pueden estar activas recibiendo fondos públicos para, paradójicamente, hacer la yihad contra aquellos que les están subvencionando.Donaciones provenientes de Qatar

Distinto es el caso de Cataluña, pese a que se utiliza este sistema de financiación, estos locales están recibiendo suculentos donativos de un destino más 'internacional': los países del Golfo Pérsico, en especial Qatar.

Así, muchos hombres de negocios de estos países financian las mezquitas de carácter salafista que existen en Cataluña. Este dinero suele llegar a través de empresas, como carnicerías 'halal' o gracias a correos humanos que, sin llevar cantidades de dinero elevadas, mueven mucho dinero.

Un informe elaborado por expertos policiales españoles advertía de que una de las fuentes de financiación para la expansión del Estado Islámico llegaba precisamente de países como Arabia Saudí, Qatar y Kuwait. Se beneficiaban de las donaciones que realizan millonarios por medio de organizaciones benéficas suníes, aunque no se ha podido demostrar que esos Estados estén directamente implicados en esas actividades.

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