Miedo a los MENA en Hortaleza: "No es racismo... nos atracan todos los días"

Centro de acogida de Hortaleza
Centro de acogida de Hortaleza
M.B.

Los vecinos del barrio de Hortaleza tienen miedo. "Ni es racismo ni es una pelea entre bandas sin más. Los vecinos de Hortaleza estamos cansados de los enfrentamientos diarios con los MENA (menores extranjeros no acompañados) del centro de acogida", asegura M. F., una joven de casi 30 años que ha sufrido en su propia familia un intento de robo. Es un ejemplo, porque, en general, los vecinos de este distrito madrileño no pueden más. "No respetan nada, ni la edad", dice otra mujer de 90 años que ha dejado de pasar por la calle Valdetorres del Jarama "por miedo". Ya sale a pasear sin joyas, abrazada al bolso y con algún familiar.

Raro es el día que no escuchan que a algún conocido le han intentado robar o le han amenazado con un machete o un destornillador. Entienden que no es cuestión de que se vayan, pero sí piden más presencia policial, "más seguridad" y mejores condiciones en el centro "que puede llegar a duplicar su capacidad en muchas ocasiones... o triplicar". Pero no están esperanzados: "Veremos si esto tiene alguna solución". 

El pasado domingo una banda de latinos saltó los muros del Centro de Primera de Acogida de Menores armados con palos, piedras y botellas. Buscaban al chico que les había robado. Se convirtió en una batalla campal que empezó en la calle y se trasladó al centro y que los vecinos volvieron a grabar con sus móviles desde sus ventanas. Para ellos es una pelea más. "En esta ocasión ha sido un enfrentamiento entre dominicanos y los MENA, pero cada día lo que sucede es que los menores del centro se encaran con los vecinos, les roban, les escupen, les tiran al suelo...", lamentan la mayoría de los entrevistados.

"Se mueven en manada", asegura otro vecino. Es fácil verles merodear para rodear a su "próxima víctima". Los tirones de bolso "están a la orden del día. Luego los tiran todos en el mismo sitio". A las personas mayores les dan un tirón del cuello para robarles la cadena la lleven o no y "muchas acaban en el suelo", relata la hija de esta señora de 90 años que ha dejado de ir a misa a La Parroquia Virgen del Castillo "para no coincidir con ellos en la calle. Ahora la veo por la televisión". Porque desde hace un tiempo "siempre están en la calle". Se trata de un centro abierto y la seguridad del mismo tampoco es que sea "excesiva". Ella pasaba a las seis y cuarto de la tarde por delante del centro "hasta que me intentaron robar por la espalda".

Ayer paseaba agarrada del brazo de su hija. En la otra mano llevaba un bastón. Colgado, un bolso bandolera que sus familiares le piden que no lleve "si baja sola".  Otro señor relata cómo le amenazaron con un machete en el cuello para que les diera la cartera.  Los pocos que se atreven a pasar andando por delante de la fachada del centro tienen alguna historia que contar. "Piden dinero, tabaco y los móviles", pero cada vez lo hacen con más violencia, sobre todo los de "la banda del pegamento o el disolvente". Son los más violentos y necesitan dinero sí o sí porque están enganchados. 

"Están coaccionando la vida del barrio.... para que ellos estén en la calle nosotros nos tenemos que quedar en casa", declaran con la voz entrecortada cuando comprueban que están siendo observados por alguno de los jóvenes que ha decidido saltar la valla en lugar de salir por la puerta. No es una imagen que tampoco llame la atención a los vecinos. "Los hay violentos, pero también los hay que no lo son", asegura también M. F. que detalla que en los últimos años la situación ha ido empeorando. 

Poco a poco, los hurtos se van extendiendo a las calles colindantes. A pocos metros hay un cajero de un banco "al que van para ver si pueden robar a las personas que están sacando el dinero". Los vecinos lamentan tener que verles 'trapicheando' en un centro comercial cercano, "donde se suelen juntar en grupos que dan mucho respeto". 

Estos vecinos volvieron ayer a salir a la calle para pedir más seguridad. Los  altercados que debe resolver la Policía en las calles cercanas al centro suelen ser peleas. Fuentes del cuerpo aseguran a La Información que "en cuanto se escuchan las sirenas empiezan a correr". El miedo no solo está en los vecinos. En ocasiones es difícil la labor de reconocer a los que han empezado las trifulcas porque ni los propios trabajadores del centro "quieren delatarlos". Desde la Policía aseguran que hay un dispositivo permanente de agentes uniformados y de paisano para vigilar una zona en la que los vecinos, hartos de hurtos constantes, amenazas, destrozos en los coches y mobiliario urbano, exigen una solución inmediata.

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