"Mikel Antza" y "Anboto" lanzan vivas a ETA al comienzo de su nuevo juicio

París, 12 nov.- El exjefe político de ETA Mikel Albisu, "Mikel Antza" y su compañera Maria Soledad Iparraguirre, "Anboto", exresponsable del aparato financiero de la banda, lanzaron hoy vivas a ETA al comienzo del proceso que les juzga desde hoy en apelación en París.

El juicio comenzó con retraso por la ausencia de uno de los jueces que tienen que asistir a esta vista, que tiene prevista una duración de dos semanas, y estudia el recurso interpuesto a la sentencia en 2010 de 20 años de cárcel a cada uno.

Los abogados de los exdirigentes de ETA dijeron al llegar a la sala que ambos harán hoy una "declaración" en relación con la banda terrorista.

Tras la llegada de los dos procesados comenzó la lectura del sumario, que podría llevar varias horas.

Casi dos años después del primer juicio, en el que el Tribunal de lo Criminal de París los condenó como dirigentes etarras, Albisu e Iparraguirre vuelven a sentarse en el banquillo.

"Mikel Antza" y "Anboto" tienen 51 años cada uno y llevan en las cárceles francesas desde que fueron capturados en una casa de Salies de Béarn (suroeste) el 3 de octubre de 2004.

El primer juicio a "Mikel Antza" y "Anboto" estuvo salpicado de incidentes, como el abandono de la audiencia de los principales acusados al no acudir a declarar dos testigos que ellos habían pedido.

Se trataba del juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu y la forense española Leonor Ladrón de Guevara, a los que querían preguntar sobre las supuestas torturas de las que ETA acusa por sistema a las fuerzas del orden españolas.

Los dos etarras se enfrentan a penas de hasta 30 años de cárcel, las máximas para los delitos por los que están imputados.

De acuerdo con el dictamen de 2010, Albisu formaba parte del comité ejecutivo de ETA -máximo organismo de decisión de la banda- y era el jefe del aparato político desde hacía más de una decena de años.

A Iparraguirre la acusación la situaba como jefa del aparato financiero "directamente implicada" en las operaciones de extorsión a empresarios para el cobro del llamado "impuesto revolucionario".

Pero también afirma que daba instrucciones a cada aparato sobre la forma de realizar la contabilidad, y éstos tenían que rendirle cuentas.