Ministra japonesa visita controvertido santuario que honra a criminales de guerra

  • Una ministra del gobierno del primer ministro japonés, el nacionalista Shinzo Abe, visitó este sábado el santuario de Yasukuni, que honra a soldados muertos en combate pero también a criminales de guerra, justo cuando se conmemora el 70º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.

Una periodista de la AFP vio entrar a Haruko Arimura, ministra de políticas de Mujer, poco antes de las 10H00 locales (01H00 GMT) en este santuario situado en pleno centro de Tokio, mientras que decenas de políticos tenían previsto acudir con motivo del aniversario de la capitulación de Japón hace 70 años.

Aunque Abe no visitará el sábado este lugar de culto sintoísta, considerado por China y Corea del Sur como un símbolo del pasado colonial de Japón, sí hizo llegar una ofrenda ritual, informaron medios japoneses. Su visita a finales de 2013 provocó la ira de Pekín y Seúl, y las críticas de Estados Unidos.

Este santuario homenajea a unos 2,5 millones de soldados muertos, pero la cólera de los países vecinos de Japón procede de la inscripción en 1978, en secreto, de los nombres de 14 criminales de guerra condenados por los aliados.

La última visita a Yasukuni de un jefe de gobierno en ejercicio un 15 de agosto remonta a 2006. Entonces, el conservador Junichiro Koizumo se convirtió en el único en realizar este gesto el día de la capitulación, junto a otro jefe de gobierno de derecha, Yasuhiro Nakasone, en 1985.

Para recordar la capitulación de Japón, el emperador Akihito y la emperatriz Machiko deberán participar este sábado junto a Abe en una ceremonia oficial prevista en el corazón de Tokio.

Hace 70 años, Hirohito, padre del actual emperador Akihito, habló por primera vez en radio para anunciar la rendición de Japón, pocos días después de los bombardeos nucleares sobre Hiroshima (6 de agosto) y Nagasaki (9 de agosto).

Estas conmemoraciones llegan un día después de la declaración oficial del primer ministro japonés, quien expresó su "pésame eterno" por las víctimas de la guerra y calificó de "irrevocables" las disculpas presentadas anteriormente por Japón por sus actos, en particular en el continente asiático.

El jefe de gobierno conservador, cuyas declaraciones se esperaban con impaciencia en China y en las dos Coreas, también instó a eximir a las generaciones futuras de disculparse, lo que provocó la ira de Pekín y Pyongyang.

Siete décadas después de la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, su expansión militar entre 1910 y 1945 continúa envenenando las relaciones con China y Corea del Sur, que analizan cada aniversario las declaraciones y los gestos de los políticos japoneses.

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