Mogadiscio: la guerra que no cesa

  • Tras el reciente repliegue de los combatientes del grupo radical islámico Al Shabab, Mogadiscio, asolada por veinte años de conflicto, intenta resurgir de las cenizas de la guerra, pero la paz aún no tiene sitio en sus calles.

Pedro Alonso

Mogadiscio, 31 ago.- Tras el reciente repliegue de los combatientes del grupo radical islámico Al Shabab, Mogadiscio, asolada por veinte años de conflicto, intenta resurgir de las cenizas de la guerra, pero la paz aún no tiene sitio en sus calles.

El pasado 5 de agosto, Al Shabab, organización vinculada a la red terrorista Al Qaeda que lucha por instaurar un Estado islámico en Somalia, abandonó por sorpresa sus posiciones en la ciudad, una decisión que justificó como un "cambio en la táctica de guerra".

"Es el inicio de la paz y la estabilidad para Somalia", aseguró el presidente del débil Gobierno Federal de Transición, Sharif Sheikh Ahmed, que no cuenta con ninguna legitimidad democrática aunque sí disfruta del respaldo de la comunidad internacional.

Mal que le pese a Ahmed, Al Shabab todavía controla el sur del país, donde miles de ciudadanos han huido de la hambruna que azota a cinco regiones para buscar comida en Mogadiscio, que, aparte del eterno conflicto, soporta también una gravísima crisis humanitaria.

La retirada de los extremistas, después de más de tres años de feroces combates frente a las tropas del Gobierno de Transición y la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM), ha generado un pequeño asomo de esperanza entre parte de la población.

"Tras la derrota de Al Shabab en la capital, mucha gente quiere regresar", comenta a Efe el Abdifatah Abdinur, asesor del primer ministro somalí, Abdiweli Mohamed Ali, quien ha vuelto a Mogadiscio tras exiliarse en Estados Unidos en 1991.

Desde ese año, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barré, Somalia sufre una permanente contienda y carece de un Gobierno efectivo en un país en manos de señores de la guerra tribales, milicias islámicas y bandas de delincuentes armados.

"Hace mucho tiempo, ésta era una ciudad muy bonita y pacífica", susurra Abdinur dentro de un vehículo blindado de AMISOM, integrado en un convoy fuertemente armado que escolta a periodistas y personal de la ONU hacia Villa Somalia, sede del Ejecutivo de Transición.

Las infraestructuras derruidas y agujereadas como coladores por los proyectiles recuerdan que Mogadiscio -fundada en el siglo X por mercaderes árabes y persas- vivió tiempos mejores, pues antes de la guerra se la conocía como la "Perla Blanca del Océano índico".

En los años ochenta de la pasada centuria, sus animadas calles, llenas de palmeras, salpicadas de edificios coloniales y minaretes, y transitadas por taxis de color amarillo y naranja, daban vida a una de las ciudades más seguras de África.

Pero la realidad ahora es otra, como comenta Abdinur, apuntando con el dedo hacia un gran edificio de hormigón tiznado por el fuego bélico: "Ése -subraya con desazón- es el Parlamento destruido".

No obstante, una cierta normalidad se respira en sitios como la calle Maka al Mukarama, que une Villa Somalia y el Aeropuerto Internacional Aden Adde, bajo control de AMISOM, que protege al Gobierno somalí con 9.000 soldados, la mayoría de Uganda y Burundi.

Bares con fachadas repintadas que alternan con barricadas de sacos de arena, puestos ambulantes de libros, sastres que zurcen ropa, vendedores de plátanos, tertulias de hombres y banderas turcas de la reciente visita del primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, componen hoy día el paisaje de Maka al Mukarama.

Como dice Abdinur, "en esta calle no tienes la sensación de estar en una zona de guerra", pero la aparente calma es sólo un espejismo.

Según Amado Caro, coordinador de seguridad de la ONU en Mogadiscio, "la situación sigue siendo volátil, pues continúan los enfrentamientos armados entre AMISOM y las fuerzas gubernamentales contra Al Shabab en algunos barrios", donde se refugian insurgentes.

El mercado de Bakara, antiguo feudo de los radicales islámicos y la mayor zona comercial de Somalia, "se halla en ruinas pero algunos edificios están intactos. Tras la retirada de Al Shabab, se pidió a los civiles que volvieran, aunque estamos en espera de que se declare como área segura", pues aún hay escaramuzas, comenta Caro.

De manera muy gráfica, el coordinador de la ONU muestra un mapa de la capital con decenas de círculos rojos: cada redondel representa un ataque con granada perpetrado este mes de agosto.

"La gente todavía está asustada. Al Shabab volverá. Controlan gran parte de Somalia. Son muy fuertes", sentencia el somalí Mohamed Hadi, monitor del Programa Mundial del Alimentos (PMA) de la ONU.

Tras veinte años de guerra, la impotencia y la desesperanza han hecho mella en el pueblo de Mogadiscio, que no duda en recibir al visitante, según reza una pancarta en Maka al Mukarama, con el siguiente mensaje: "Bienvenidos al país olvidado del mundo".

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