Madrid, 30 sep.- Las mujeres rurales han encontrado la llave de la formación y la capacitación para abrir la puerta en sectores tradicionalmente muy masculinos, como el del vino, el toro de lidia o la caza, a los que han llegado sin complejos y para quedarse.
La presidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso, Carmen Quintanilla, señala a Efeagro que estas mujeres son las hijas de aquellas que llevan 30 años luchando por lograr más oportunidades y recuerda cómo las que vivían en el mundo rural comenzaban a trabajar en entidades como la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer) para dar a las jóvenes más opciones de futuro.
Para Quintanilla, las de ahora son mujeres "valientes, una nueva dimensión de las mujeres rurales" que han llegado a estos mundos "tremendamente masculinzados" y a las que, por tanto, hay que seguir apoyando.
La presidenta de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Cantabria, Nieves Gutiérrez, subraya que la mujer ha trabajado siempre el campo, pero de manera invisible.
Aunque "queda mucho camino por recorrer", en un momento, según admite, en el que la mujer se involucra más en el trabajo, participa en la toma de decisiones y "va escalando".
"La mujer rural ya no es la mujer infravalorada e inservible para todo aquello que no sea trabajo y sumisión", señala Gutiérrez, "y por eso estamos abriendo todas las puertas, aunque haya que buscar las siete llaves".
Isabel Carpio es la secretaria general de la Unión de Criadores de Toro de Lidia (UCTL) y asume que es un mundo "muy machista", en el que trabaja desde 1980 y en el que ha sido la primera mujer en todos los puestos que ha ido desempeñando, tanto en el campo como en el despacho.
Carpio cita a algunas ganaderas importantes, como Dolores Aguirre o Rocío de la Cámara, y asegura que la mujer ha desembarcado en todas las facetas del mundo del toro, donde trabajan como veterinarias, asesoras y presidentas de corridas o de espectáculos, "están en todos sitios".
Sonia Pando es la responsable de un proyecto de cooperación para caza sostenible -"Cooperación en mano"-, un sector que le "apasiona" y en el que la mujer "está entrando y pisando fuerte", aunque aún tiene una escasa representación, asegura.
A su juicio, se trata de una actividad que se transmite "de padres a hijos" en el medio rural, por lo que el escaso número de mujeres se debe a la costumbre.
Un ejemplo en el mundo del vino: la Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE) tiene a la cabeza de su equipo de enólogos a María Larrea, quien asegura que hace años "parecía que la mujer no podía salir del laboratorio", una situación "afortunadamente superada" hasta el punto de que, "ahora mismo, en el mundo de las bodegas, es lo mismo el trabajo de un hombre que el de una mujer".
Para Larrea se ha producido "un cambio muy grande" que achaca a que ya en las universidades hay más mujeres en estudios como la enología e incluso se atribuye al sexo femenino "más sensibilidad" a la hora de elaborar los vinos.
Al llevar esta reflexión al mundo marino, aparece el trabajo de las rederas y mariscadoras.
Pero hay mujeres emprendedoras que hace años se decidieron a trabajar el mar con su propio negocio, como Cristina Cabero, que se encarga de la gerencia de la Piscifactoría del Alba, una empresa asturiana pionera en el cultivo de truchas en Asturias.
Junto con su hermana, regenta este negocio familiar que se adapta a las nuevas tendencias y hoy en día exporta su pescado a países como Bélgica, Francia o Dinamarca.
En un sector como la acuicultura, donde apenas hay empresarias, Cabero cree que es aún más difícil lograr el relevo generacional, aunque defiende que su actividad porque "es apasionante" y porque cada día ofrece nuevos retos, como el de abrir mercados. EFE
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