Testificará hoy

El laberinto de Adriana: la madre que no podía vivir sin tener la custodia de su hija

Haro recuerda a Carolina
Haro recuerda a Carolina
Europa Press

La muerte de la pequeña Carolina sigue siendo una incógnita. La única que puede arrojar luz, su madre, está "ausente"  y "nada colaborativa". Está previsto que esta misma mañana la policía le tome declaración. En ella esperan encontrar el pegamento que necesitan para unir las piezas de un puzle que siguen sin montar. Lo que sí habría asegurado Adriana es que no mató a su pequeña de cinco años. Cuando se refiere a ella dice que ha muerto, como si de una causa natural se tratara. Los agentes esperan a que llegue el resultado de la autopsia de la niña. El primero no fue concluyente. El papel que pudo desempeñar la abuela también depende de esa comunicación. Por las cartas que ambas dejaron escritas, entre incoherencias, parece quedar descartado un suicidio colectivo. Lo que sí parecen es un reflejo de una separación tortuosa y de una madre que dice no poder vivir sin tener la custodia de su hija cuyo cuerpo apareció muerto en la misma habitación donde estaba ella un día después de no entregarla al padre.

Tras la separación, Adriana tenía la custodía de Carolina. Dos años después el padre consiguió revertir la situación aludiendo que la madre padecería un tipo de trastorno psiquiátrico. Es por eso que el pasado domingo se acercó alrededor de las diez de la noche al cuartel de la Guardia Civil de Haro para denunciar que su pequeña no había llegado a las 20:00 horas, como estaba estipulado. Ese fue el principio de un suceso que no se había conocido en La Rioja hace 10 años, desde que un joven arrebató a su pareja un bebé de nueve meses de los brazos y salió corriendo hasta que logró arrojarlo al río Ebro. El pequeño murió.

En esas aguas, a menos de ocho minutos andando desde el hotel Los Bracos donde se registraron madre e hija el pasado domingo y en cuya habitación 404 también parecía estar la abuela, apareció el cuerpo de ésta última. Ahogada. A 150 metros de donde arrojó su bolso con toda su documentación. Y ahora se sabe que ella también dejó unas cartas escritas que enmarañan aún más un caso pendiente de que Adriana arroje algo de luz con su declaracion. 

Sobre la mesa, todas las hipótesis. ¿Murió la pequeña tras ingerir tranquilizantes? ¿Fue asfixiada? ¿Falleció la abuela antes de que la niña perdiera la vida? ¿Colaboró en su  muerte? El delegado del Gobierno en La Rioja, José Ignacio Pérez Sáenz, ha sido el encargado de aportar algún dato sobre la investigación. Adriana sigue bajo el shock que sufría cuando la encontraron la mañana del pasado lunes cuando los agentes de policía entraron en esa habitación 404 del hotel Los Bracos en Logroño. Estaba sentada en el alféizar de la ventana con unos cortes de los que se recupera y  a pocos metros del cuerpo sin vida de su hija, que estaba tapada. Ella continúa detenida en el Hospital San Pedro, bajo la supervisión de la Unidad de Psiquiatría. Ellos son los que recomiendan a los agentes que no le tomen todavía declaración y, aunque está previsto que declare esta mañana, según confirman fuentes de la investigación a La Información, todo dependerá de cómo continúe de salud. 

Lo que sí tienen los agentes en sus manos son esas cartas a las que se refería el delegado de gobierno.  De ellas se deduce "la voluntad de ambas de quitarse la vida" y "se podrían considerar otros ámbitos en relación a la niña, pero no incriminatorios respecto a lo que fueran a hacer con ella".  Lo que sí deben manifestar es  "el sentimiento de dolor de una madre que no puede estar con su hija". Es la respuesta a las numerosas ocasiones en las que incumplía la hora de entrega cuando pasaba con ella algunas fiestas y fines de semana. 

Siempre han sido una familia muy reservada, pero en Haro eran muy conocidos, sobre todo la familia paterna de Carolina. Su abuelo no puede recorrer ni 100 metros sin llorar tres veces. En el tercero izquierda de una calle de Haro viven Ángel y Luci. Con ellos ha pasado algunos días por ser quiénes iban al colegio a recogerla. Su padre es profesor de educación física en otro centro. Fueron dos entre los 4.000 que se concentraron en Haro ayer para recordar a la pequeña que habría perdido la vida a 48 kilómetros de distancia en la habitación de un hotel. La concentración estuvo presidida por una pancarta con el lema 'Por Carolina', situada enfrente a los asistentes, junto a un círculo con velas, en donde se han colocado dos peluches.

Mostrar comentarios