Noches de ramadán y vigilia por Mursi

  • Entrada la noche, la plaza cairota de Rabea al Adauiya se transforma en una gran mezquita al aire libre en la que los islamistas se sumergen en sus oraciones, compaginándolas con manifestaciones a favor del depuesto presidente Mohamed Mursi.

Belén Delgado

El Cairo, 12 jul.- Entrada la noche, la plaza cairota de Rabea al Adauiya se transforma en una gran mezquita al aire libre en la que los islamistas se sumergen en sus oraciones, compaginándolas con manifestaciones a favor del depuesto presidente Mohamed Mursi.

Acaban de romper juntos el ayuno diario del recién comenzado mes de Ramadán con la comida del "iftar" y se disponen a rezar sobre un improvisado manto que cubre gran parte de la plaza y sus inmediaciones.

Plásticos, alfombras, esterillas y periódicos van creando ese mosaico sobre el que los fieles, descalzos, se colocan en perfectas líneas paralelas y atienden concentrados al sermón del imán.

El silencio se rompe apenas con el grito de algún que otro niño, y los transeúntes se mueven con cuidado por los extremos de la vía pública para no interrumpir el rezo del "tarawih".

Una de esas personas es Sahar Mohamed, que se desplaza hacia la tienda de campaña en la que duerme con su esposo y sus cuatro hijos desde hace días.

Procedente de Sharquiya, la misma provincia del delta del río Nilo en la que nació Mursi, Sahar explica a Efe que se ha traído de su casa un plato de kebab y pollo para festejar el mes sagrado.

"Este año mis deseos pasan por que Mursi vuelva al poder, ya que para eso lo votó la mayoría de los egipcios" hace un año, asegura a Efe la mujer, cubierta con un "hiyab" o velo islámico.

Otras personas prefieren compartir mesa y degustar la comida que grupos organizados sobre el terreno preparan a conciencia cumpliendo con la caridad y la religiosidad del momento.

Entre los puestos de zumos naturales, dulces típicos y té, hay quien pasa la velada leyendo el Corán, rezando, meditando o conversando hasta el amanecer, cuando los musulmanes retoman el ayuno.

Vestido con una elegante "galabeya" o túnica, el manifestante Ahmed Hasan no olvida que el apoyo a Mursi es lo que también une en esas noches a la multitud congregada, en la que -afirma- no solo están representados los Hermanos Musulmanes.

El golpe de Estado perpetrado por el Ejército el pasado 3 de julio y la reciente masacre de al menos 51 personas, la mayoría islamistas, a las puertas de la sede de la Guardia Republicana parecen haber influido en los ánimos de los seguidores de Mursi.

También existe un resquemor palpable ante la orden judicial de arrestar a importantes dirigentes de los Hermanos Musulmanes acusados de incitar a la violencia, algunos de los cuales permanecen resguardados en Rabea al Adauiya.

La cofradía se resiste a ceder e interpreta la estrategia de la Fiscalía como un intento de desmantelar su acampada.

Protegidos por muros de ladrillo en los accesos a la plaza y por decenas de voluntarios pertrechados con cascos y palos, los manifestantes insisten en unir sus fuerzas para seguir reclamando la restitución del depuesto presidente, que sigue retenido.

Otros discursos se intercalan entre oración y oración, y así los asistentes van impregnándose de religión y compromiso político a partes iguales.

"Es un momento espiritual, pero también tenemos que pedir la vuelta de la democracia", apunta a Efe el profesor universitario Tamer el Sobki, que reconoce sentirse "triste" por la crisis que atraviesa el país.

Asegura que ha sustituido la mezquita por la explanada abierta de Rabea al Adauiya, adonde piensa acudir a rezar todas las noches del ramadán, mes en el que el profeta Mahoma recibió las primeras revelaciones divinas del Corán.

Sobki se muestra, además, mentalizado de que su lucha contra el poder militar va para largo. "No nos quedan meses, sino años de inestabilidad", enfatiza, mientras recoge los periódicos usados del suelo para rezar junto a su vástago.

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