Nueva ola de violencia causa decenas de muertos y acorrala al Gobierno iraquí

  • Una nueva oleada de atentados y violencia causó la muerte de más de 60 personas desde la noche del domingo en Irak, lo que llevó al cada vez más acorralado primer ministro, Nuri al Maliki, a anunciar cambios en su estrategia de seguridad.

Bagdad, 20 may.- Una nueva oleada de atentados y violencia causó la muerte de más de 60 personas desde la noche del domingo en Irak, lo que llevó al cada vez más acorralado primer ministro, Nuri al Maliki, a anunciar cambios en su estrategia de seguridad.

Después de que el pasado abril se convirtiera en el mes más sangriento en Irak en casi cinco años, con 712 fallecidos, mayo continúa por esa senda, con un alarmante rebrote de los ataques sectarios y contra las fuerzas de seguridad, principalmente.

A lo largo de la jornada de hoy, la explosión de diez coches bomba en diferentes provincias del país y los ataques de grupos armados contra la policía causaron al menos 63 muertos y decenas de heridos.

En uno de los incidentes más graves, al menos ocho peregrinos chiíes iraníes murieron y otros 19 resultaron heridos al estallar un coche bomba al paso del autobús en el que viajaban al norte de Bagdad, según una fuente del Ministerio iraquí del Interior.

El atentado, en el que también resultaron heridos dos iraquíes, tuvo lugar en una carretera en cuyo arcén estaba estacionado el coche bomba, cerca de la ciudad de Balad, en la provincia de Salahedín, al norte de Bagdad.

Los peregrinos regresaban a Irán después de haber visitado lugares santos en la ciudad de Samarra, donde se levanta el mausoleo del imán Ali al Hadi, uno de los cuatro santuarios más importantes para el chiísmo.

En la ciudad meridional de Basora, de mayoría chií, dos coches bomba explotaron de manera consecutiva en el centro de la localidad, causando la muerte de once personas y heridas a otras 33.

Las explosiones causaron, asimismo, daños en varios vehículos y edificios cercanos.

De una forma muy similar, dos explosiones casi simultáneas mataron a diez personas e hirieron a 55 en dos mezquitas chiíes de la ciudad de Al Hila, capital de la provincia de Babel, al sur de Bagdad.

La primera explosión fue obra de un terrorista suicida que detonó un cinturón con explosivos dentro de una mezquita, y la otra fue causada por un artefacto colocado en otro templo a pocos cientos de metros del primero, según una fuente de la policía de Al Hila.

La violencia también se cebó en las fuerzas de seguridad iraquíes, con la muerte de al menos 22 policías en dos ataques registrados durante la noche del domingo en la provincia de Al Anbar, de mayoría suní y ubicada al oeste de Bagdad.

Doce policías que habían sido previamente secuestrados fallecieron durante una operación para liberarlos en una zona del oeste de la ciudad de Ramadi, capital de Al Anbar, mientras que los otros diez murieron en un ataque lanzado por hombres armados contra un puesto de control en esa misma provincia.

Bajo la presión del creciente número de víctimas mortales y de las provincias suníes que le instan a una reforma federal del Estado, Al Maliki anunció hoy en una rueda de prensa que realizará cambios en su estrategia de seguridad.

Entre estas modificaciones, el jefe de Gobierno señaló que se efectuarán "remodelaciones en los puestos de la responsabilidad para enfrentar a los grupos terroristas".

Sostuvo que los terroristas regresaron al país a causa de la inestabilidad política, por lo que llamó a los líderes políticos, tribales y religiosos a unir esfuerzos para recuperar la estabilidad, al tiempo que acusó a "agendas extranjeras" de esconderse detrás del aumento de la violencia.

Sin embargo, al tiempo que llamaba a la unidad, Al Maliki lanzó una durísima crítica contra el Parlamento del país, al que acusó de alimentar las tensiones sectarias.

Para el primer ministro iraquí, el Legislativo forma parte de la crisis actual "debido a los discursos sectarios de algunos diputados".

Además, pidió los legisladores que no asistan a la sesión parlamentaria de mañana, convocada por el presidente del Parlamento, el suní Usama al Nayifi, para tratar la degradación de la seguridad en las ciudades iraquíes.

Este clima de violencia sin freno se une a las protestas de las provincias suníes que desde hace meses se manifiestan en masa, sobre todo en Al Anbar, contra lo que perciben como una discriminación por parte de la mayoría chií y del gobierno de Al Maliki.

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