ONU exprime sus recursos para hallar una salida pacífica al conflicto sirio

  • La ONU exprimió en 2012 sus recursos para encontrar una salida negociada en Siria, en un conflicto en el que intentó mediar sin éxito el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, que acusó a la comunidad internacional de cerrar los ojos ante los graves crímenes que se están cometiendo en el país árabe.

Fernando Puchol

Ginebra, 10 dic.- La ONU exprimió en 2012 sus recursos para encontrar una salida negociada en Siria, en un conflicto en el que intentó mediar sin éxito el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, que acusó a la comunidad internacional de cerrar los ojos ante los graves crímenes que se están cometiendo en el país árabe.

En Ginebra, el Consejo de Derechos Humanos destinó buena parte de sus esfuerzos en el año que termina a poner de relieve el drama sirio y a buscar un consenso internacional que permitiera detener una guerra que desangra al país desde marzo de 2011.

La aprobación de resoluciones de condena contra el régimen de Bachar al Asad, acusado de crímenes contra la Humanidad y crímenes de guerra, se convirtió en una rutina en la que quedó de manifiesto la división de la comunidad internacional y la imposibilidad de incrementar la presión política o militar contra Damasco.

Ginebra era el primer paso del proceso, con condenas impulsadas por los países occidentales y las monarquías del Golfo Pérsico y aprobadas por amplia mayoría, pero rechazadas una y otra vez por China y Rusia, que posteriormente bloqueaban cualquier paso de mayor calado en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Hasta tres debates urgentes celebró el Consejo de Derechos Humanos para tratar el tema de Siria, que se defendió de las acusaciones y acusó a Occidente de querer buscar la excusa para propiciar un cambio de régimen y una intervención en el país.

Las resoluciones del Consejo condenaron los crímenes cometidos contra el pueblo sirio y autorizados por sus gobernantes, y abogaron por entregar a la Justicia internacional a sus responsables.

El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, que preside la sudafricana Navi Pillay, tiene en su poder desde hace meses una lista con nombres de responsables militares y gubernamentales sirios, y también de miembros de los grupos armados de oposición, acusados de crímenes contra la humanidad.

La lista fue elaborada por la comisión que dirige el jurista brasileño Sergio Paulo Pinheiro, que ha emitido tres informes hasta la fecha pero no ha podido visitar aún el país, basando sus conclusiones en entrevistas realizadas desde el exterior.

En la primavera pareció abrirse un resquicio de esperanza en torno a la posibilidad de que la vía diplomática funcionara, con el nombramiento como enviado especial de la ONU y la Liga Árabe de Kofi Annan, que arrancó a las partes un alto el fuego en abril.

Pero el alto el fuego duró poco y el envío de varios centenares de "cascos azules" al país no sirvió para detener la violencia.

En junio, la comisión de investigación admitió por primera vez que lo que ocurría en Siria presentaba las características de una guerra civil y ese mismo mes Annan lograba convocar una reunión internacional en Ginebra para instar a las partes a aceptar la creación de un Gobierno de transición en Damasco.

Pero el acuerdo del denominado "Grupo de Acción para Siria" se convirtió con rapidez en papel mojado porque la violencia se redobló, forzando la salida gradual de los "cascos azules" que integraron la Misión de Observación de la ONU en Siria (UNSMIS).

Annan viajó incansable a Damasco, a Moscú, a Pekín y a las capitales occidentales para tratar de aunar voluntades.

Pero en la última semana de julio su portavoz, Ahmad Fawzi, convocó por sorpresa a la prensa para anunciar "off the record" que su jefe estaba a punto de renunciar tras constatar que ni las partes en conflicto ni los principales actores de la comunidad internacional estaban por la labor de encontrar una solución.

La paciencia de Annan se agotó después de que China y Rusia volvieran a ejercer su doble veto en el Consejo de Seguridad el 19 de agosto para rechazar nuevas sanciones económicas a Siria.

La dimisión no tardó en llegar. El 2 de agosto el diplomático ghanés arrojó la toalla tras llegar a la conclusión de que en las circunstancias actuales es imposible una salida política.

"Es imposible para mi o para cualquier otra persona convencer al Gobierno y a la oposición dar los pasos necesarios para abrir un proceso político", dijo Annan en conferencia de prensa.

Cinco meses duró la mediación de Annan, crítico con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Rusia, EEUU, Francia y el Reino Unido), a los que acusó de "apuntarse con el dedo e intercambiar descalificaciones cuando necesitábamos acciones".

Annan pronosticó ese día que la violencia continuaría y solo un mes después la ONU admitió que militantes yihadistas procedentes de un número indeterminado de países y con una agenda propia estaban radicalizando el conflicto armado en Siria.

Las palabras parecen haberse agotado y el conflicto de Siria, pese al drama humanitario que ha expulsado de sus hogares a 2 millones de civiles, ha empezado a tener menor presencia en los debates de la ONU en los últimos meses del año, en un reconocimiento implícito de que la guerra solo parece tener un final militar.

La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos lamentó la capacidad del ser humano para repetir sus humanos y pidió recordar lo que ocurrió hace 20 años en los Balcanes.

En una de sus raras conferencias de prensa, Pillay pidió que no sea necesario un nuevo Srebrenica (localidad bosnia en la que fueron asesinados miles de civiles en 1995) para que la comunidad internacional se decida a detener el conflicto en Siria.

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