Paisaje político muy fragmentado en Francia a un año y medio de la presidencial

  • El panorama político francés está más fragmentado que nunca, a año y medio de la presidencial de 2017, con una izquierda en el poder desprestigiada por su fracaso económico, una oposición de derecha dividida y una ultraderecha enfrascada en una guerra dinástica.

El presidente socialista François Hollande, que celebrará el lunes su conferencia de prensa semestral, aborda la "rentrée" con una cota de popularidad muy baja. Sólo el 20% de los franceses desea su reelección, según un sondeo publicado el miércoles.

"Su margen de maniobra es muy limitado en todos los frentes (...) Jugará la carta de la política internacional, pero tampoco tendrá mucho efecto", pronostica el politólogo Philippe Braud.

El jefe del Estado francés, al que la opinión pública da una buena nota en política internacional, intentará sacar provecho de un esperado acuerdo sobre el clima en la conferencia COP-21 de París, en diciembre.

Con los ojos puestos en la elección de 2017, se espera que Hollande prometa además el lunes rebajar los impuestos en unos 2.000 millones de euros el año que viene. Su objetivo es hacer olvidar los 11.000 millones de euros exigidos a los hogares franceses desde su elección en mayo de 2012, para reducir el déficit del país.

Pero por encima del "hartazgo fiscal" tan comentado en Francia, Hollande sigue penalizado por su incapacidad de reducir el desempleo, que sigue obstinadamente en torno al 10%.

Desde hace meses, el presidente no deja de decir sin embargo que sin esa reducción no se presentará a un segundo mandato de cinco años.

"No puede apoyarse en gran cosa. No hay muchos asuntos en los que los franceses le den crédito", estima Jean-Daniel Lévy, del instituto de sondeos Harris-Interactiv.

La opinión pública no es la única que duda de François Hollande, ya que su política económica sigue pareciéndole demasiado liberal al ala izquierdista del Partido Socialista francés.

Para colmo, el PS, que perdió todas las elecciones en los últimos tres años, podría verse más fragilizado en las regionales de diciembre, el último ensayo antes de la presidencial de 2017.

En virtud de una reciente reforma territorial que supuso la fusión de varias de ellas, las regiones francesas son ahora 13 y no 22.

Ante esta "izquierda hecha migas", como dicen los editorialistas, la oposición de derecha, que espera imponerse en las regionales, tampoco está mucho mejor, y su unidad no es más que una fachada.

Reunidos este sábado, los dirigentes del partido recientemente rebautizado Los Republicanos (exUMP), liderado por el expresidente Nicolas Sarkozy (2007-2012), aseguran que hablan con una sola voz.

Pero entre bambalinas sigue la lucha por ver a quién se designa como candidato para 2017, en las primarias previstas en un año.

Y en ese panorama, Alain Juppé, ex primer ministro y el político mejor valorado en Francia, sigue ganando terreno frente a Sarkozy con un discurso más moderado.

"La paz armada podría durar un cierto tiempo. El primero que saque la pistola ahora debilitará su posición. Después de las regionales, las cosas se moverán", vaticina Philippe Braud.

La gran pregunta que se hacen los analistas es la influencia que tendrá la actual crisis migratoria en Europa, y cómo afectará al ultraderechista Frente Nacional (FN), defensor de un discurso hostil a la inmigración.

"La crisis migratoria va a pesar. Por un lado alimenta el sentimiento de compasión hacia los inmigrantes, pero al mismo tiempo, el flujo de estos da miedo", destaca Philippe Braud.

"Los franceses están divididos entre la mirada que puedan tener sobre los inmigrantes, y la idea de que Francia no puede exonerarse de sus responsabilidades en tanto que 'tierra de acogida'", explica Jean-Daniel Lévy.

La cita de diciembre será decisiva para la presidenta del FN, Marine Le Pen, candidata a presidir la gran región del norte y que según todos los sondeos estará en la segunda vuelta de la presidencial.

Marine Le Pen sigue inmersa en la tarea de "desdiabolizar" a su partido, asociado desde sus orígenes al antisemitismo y el racismo en general.

Pero en el camino se ha encontrado con una verdadera guerra personal con su padre Jean-Marie, fundador del FN y expulsado el mes pasado del partido, que se niega a rendirse.

Y que este sábado anunció la creación de un nuevo movimiento: el "Rassemblement Bleu Blanc Rouge" (Unión Azul Blanco Rojo, los colores de la bandera francesa), con el cual se propone "actuar en la misma dirección del FN, pero sin pertenecer a él".

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