Panero seguía dictando versos y deseando un reconocimiento que nunca le llegó

  • Leopoldo María Panero salía poco desde que hace un año le diagnosticaron una enfermedad crónica, pero se mantenía activo, solía dictar a sus amigos algunos versos y seguía anhelando un reconocimiento que nunca le llegó, porque sobre él siempre pesaba su "personalidad extrema".

Las Palmas de Gran Canaria, 6 mar.- Leopoldo María Panero salía poco desde que hace un año le diagnosticaron una enfermedad crónica, pero se mantenía activo, solía dictar a sus amigos algunos versos y seguía anhelando un reconocimiento que nunca le llegó, porque sobre él siempre pesaba su "personalidad extrema".

Así lo recuerda una de las personas más cercanas a él en Las Palmas de Gran Canaria y editor de algunas de sus últimas obras, Adolfo García, que durante años regentó el establecimiento que se convirtió casi en su segunda casa, la "Cafebrería Esdrújulo".

"Él siempre decía que esperaba algún premio, el Nobel o algo así", y achacaba el hecho de no haberlo logrado al título de "poeta maldito" y a la "etiqueta de loco" que le asignaron por pasar largas estancias en centros psiquiátricos ya desde su juventud, ha relatado a Efe Adolfo García, quien convivió estrechamente durante casi una década con Panero en Las Palmas de Gran Canaria.

Este editor ha querido recalcar la calidad literaria de Lepoldo María Panero, desde su experiencia como responsable de la ya desaparecida "Cafebrería Esdrújulo", establecimiento mezcla de librería y cafetería que funcionó de finales de los años noventa a mediados de la primera década de este siglo, donde el escritor recibía las visitas de sus amigos e, incluso, la correspondencia.

También ha subrayado que Panero "seguía escribiendo bastante", aunque a eso se le diera menos publicidad que el hecho de que había pasado buena parte de su vida en centros psiquiátricos como el del Hospital Rey Juan Carlos I de la capital grancanaria, donde residió los últimos 17 años y donde murió anoche.

Prueba de ello es que llegó a escribir varias de sus últimas obras en "Esdrújulo", ha declarado García, quien ha matizado, en todo caso, que en esa época el método que usaba era "dictar en voz alta unos versos que luego anotaba algún amigo" y que esas creaciones no las solía desarrollar a iniciativa propia, sino, "generalmente, por encargo de una u otra editorial".

De hecho, los libros suyos que publicó el responsable de la desaparecida "cafebrería" isleña, un total de ocho volúmenes salidos de la imprenta entre los años 2004 y 2008 bajo el sello Ángel Caído Ediciones, eran "revisiones de obras de los ochenta", según ha recordado.

García, una de las primeras personas que ha acudido a acompañar al poeta en el Tanatorio San Miguel de la capital isleña, donde su cadáver permanecerá hasta ser incinerado mañana a las 16.30 horas, ha querido precisar que, aunque Panero seguía activo y hasta estuvo en la última feria del libro de Madrid, salía cada vez menos desde que le diagnosticaran una enfermedad crónica hace año y medio.

Eso hizo que su muerte no cogiera del todo por sorpresa a las personas próximas a él, que estaban "a la expectativa".

Este editor canario cree que los más próximos a Panero lo recordarán más allá de por su "carácter un poco gamberro, casi de niño caprichoso", como una persona de la que, "destacaba su ternura, la capacidad que tenía para hacer que la gente lo quisiera, y su gran sentido del humor, que le llevaba a contar chistes de todo tipo e incluso de locos, riéndose de sí mismo".

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