El gigante dormido de Siria se despierta

  • Alepo es la ciudad más poblada de Siria y también la capital comercial. Durante cuatro meses, sus cuatro millones de habitantes han seguido su rutina al margen de las revueltas en casi todas las ciudades. Pero ahora parece que Damasco empieza a perder el control de Alepo.
Hugh Macleod y Annasofie Flamand, Beirut (Líbano) y Alepo (Siria) | GlobalPost

El 17 de junio un estudiante de la Universidad de Alepo fue golpeado hasta la muerte por las fuerzas de seguridad durante una manifestación en favor de la democracia, según denuncian los activistas. Es la primera muerte de un manifestante desde que empezó el levantamiento en Siria y un ejemplo sombrío de lo lejos que el régimen irá para imponer la estabilidad en la ciudad más grande del país.

Mohamed el-Ektaa estaba entre un pequeño grupo de estudiantes que llevaron a cabo protestas en el campus de la universidad antes de ser atacados por la policía secreta y por los matones a favor del Gobierno, conocidos como shabiha,  dice un miembro de la Unión de Coordinadores de la Revolución Siria (SRCU), un red activista de la ciudad.

El cuerpo de Mohamed fue devuelto a su familia por la policía secreta poco después del ataque. Otro estudiante también fue golpeado y arrestado durante las protestas, según denuncia el SRCU, mientras que la policía secreta irrumpió en residencias de estudiantes para realizar detenciones arbitrarias. El miembro de SRCU explica que había visto a uno de los estudiantes saltar desde su habitación del tercer piso para evitar ser detenido.

Los estudiantes han estado a la cabeza de los intentos de llevar a Alepo las protestas que se han desatado en Siria contra el Gobierno que ya dura 41 años de la familia Asad. Alepo es una ciudad del norte del país de unos cuatro millones de habitantes, una de las mayores de Oriente, pero que ha brillado por su silencio en medio de la agitación que sacude a la mayor parte de Siria.

"¿Halab, dónde estás?", corean miles de manifestantes, utilizando el nombre árabe de la ciudad, cuando salen a las calles de pueblos y ciudades de todo el país todos los viernes desde mediados de marzo.

La respuesta está en la confluencia de distintos intereses políticos, religiosos y económicos que se entremezclan y que el régimen ha tenido durante mucho tiempo un gran éxito al saberlos combinar y que han mantenido tranquila a Alepo. Pero parece que, cuando el levantamiento entra en su cuarto mes, empieza a hacer aguas, amenazando lo que los analistas describen como el talón de Aquiles del régimen.

Si Alepo se levantara significaría que se habría cumplido uno de los instrumentos por los que Occidente está trazando la caída del régimen de Asad", explica Andrew Tabler, un experto en Siria del Instituto Washington para la Política del Cercano Oriente.

Aunque predominantemente suní, las mezquitas de Alepo han estado durante mucho tiempo controladas por la policía secreta del régimen alauita, una rama del Islam chiita.

Desde que su Ejército aplastó una rebelión armada en Alepo liderada por los Hermanos Musulmanes en 1980, el régimen ha utilizado el Ministerio estatal de Dotaciones Religiosas para nombrar a todos los predicadores de Alepo, asegurándose de que los fieles que acuden a las oraciones del viernes nunca escuchen una llamada para revolverse en contra de sus propios gobernantes. Las cicatrices de aquella época siguen siendo profundas en la generación más antigua de Alepo.

Abu Qaqa, un kurdo defensor de la yihad violenta en nombre del Islam, fue autorizado a predicar en la mezquita de Alepo sin obstáculos por parte de la policía secreta, hasta que fue asesinado a balazos en septiembre de 2007 después de que surgieran informes de que dieron a la inteligencia del Gobierno una lista de extremistas suníes.

Hoy, sin embargo, la relación turbia entre el Estado y los predicadores de Alepo está siendo desafiada por un mensaje que no se ahoga tan fácilmente en medio de la violencia.

"Cada semana que pasa la gente está cada vez más enojada y el Gobierno no está haciendo mucho, sólo da promesas. Cada viernes siento que algunos fieles quieren manifestarse pero les pido que se callen", dice un prominente erudito musulmán que predica en una de las mayores mezquitas de Alepo, y que pide permanecer en el anonimato por temor a represalias por parte del Gobierno.

"Ver a cientos de estudiantes manifestándose, incluso aunque sean pequeñas manifestaciones, es algo simbólico: son jóvenes y educados. Algunos jeques [predicadores] me dicen que no pueden controlar a su gente por más tiempo y los vigilantes de seguridad están rodeando las mezquitas cada viernes. Sólo es cuestión de semanas y Alepo será el escenario de grandes manifestaciones".

Un segundo pilar, incluso más significativo, del control del régimen sobre Alepo también parece estar empezando a derrumbarse: la economía.

Alepo es la capital comercial de Siria, una de las ciudades habitadas y más antiguas del mundo, asentada en uno de los extremos de la Ruta de la Seda, la antigua ruta comercial entre Asia y el Mediterráneo.

Especializada en el sector textil y la industria, la economía moderna de Alepo se basa en gran parte por su acceso al vasto mercado de Turquía, a tan sólo 30 kilómetros al norte.

Durante décadas, las familias oriundas de Alepo de comerciantes suníes habían hecho bien el comercio con sus correligionarios en Turquía, manteniendo la estabilidad en la ciudad como parte de un acuerdo con el régimen alauita de Damasco.

Pero a partir de 2004, las industrias de Alepo han sido duramente golpeadas por una avalancha de importaciones procedentes de Turquía después de un acuerdo de libre comercio entre las dos naciones, basado en la amistad personal de Asad con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan.

"Alepo fue una de las zonas que sufrieron grandes daños desde la sangrienta represión del régimen contra los Hermanos Musulmanes, por lo que el factor del miedo sigue permaneciendo", explica Tabler. "Cuando a esto se le añaden los intereses de los comerciantes y mercaderes de la ciudad, no es sorprendente que no entren en el juego los manifestantes. Pero a medida que las protestas se han trasladado al interior de Alepo, esto hará que el factor del miedo se ponga a prueba".

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