El violador puesto en libertad que en tres años volvió a ser un depredador sexual

violador del ascensor
violador del ascensor
EFE

Uno de los mayores depredadores sexuales de España abandonó la prisión en 2013 tras sembrar el terror entre los años 70 y 90. La doctrina Parot redujo su tiempo en la celda a la que llegó condenado a 273 años por dos asesinatos y 18 violaciones. Cumplió 21. Menos de tres años después de pisar la calle volvió a violar con el mismo modus operandi de antaño. Alrededor de la media noche. A punta de pistola. Metiéndolas en un vehículo... Sus cuatro últimas víctimas declararon el pasado jueves en la Audiencia Provincial de Madrid. Lo hicieron con un biombo y a puerta cerrada. No pueden mirarle a la cara. Su rostro no lo olvidarán nunca.

Esta cara del mal es la de Pedro Luis Gallego, el violador del ascensor o ahora también llamado violador del hospital de La Paz. En sus inmediaciones rondaba al acecho antes de actuar. Y la primera vez que lo hizo tras volver a estar en libertad fue el 16 de diciembre de 2016, sobre las 23:35 horas abordando repentinamente a una joven de 17 años. No quería su móvil ni su cartera, sino alejarla de un lugar público y transitado hacia otro más cerrado y seguro. No lo logró. Pero no desistió.

De los puestos en libertad por la doctrina Parot han vuelto a ser detenidos pocos meses después de su puesta en libertad Félix Vidal Anido, el violador del estilete (56 violaciones y un intento de homicidio), y Pablo García Ribado, el violador del portal (condenado por 74 violaciones). Según un estudio de María del Rocío Gómez Hermoso, psicóloga forense de los juzgados de vigilancia penitenciaria de Madrid y vicedecana del colegio de psicólogos solo "un 10% reinciden".

Su instinto les lleva a volver a delinquir. A violar. Eso intentó argumentar en un alegato final el violador del ascensor el pasado jueves poniéndose de pie en una sala que se congeló en el momento en el que entró. Tras escuchar al fiscal solicitar una pena de 96 años y que los primeros 25 se cumplieran de forma íntegra se incorporó en el banquillo de los acusados y, esposado, aseguró que quería "manifestar varias cosas". "Todas las pruebas que la acusación y fiscalía plantean son así", empezó.  

Aseguró que tiene una "obsesión que no podía controlar". Y señaló a un culpable: instituciones penitenciarias le denegaron terapias. Según Gómez Hermoso con una terapia psicológica individualizada y realizada por un psicólogo experimentado probablemente se hubiera rehabilitado. En los últimos dos años que llevaba en prisión preventiva no manifestó su deseo de ser sometido a este tipo de tratamientos carcelarios para depredadores sexuales, según respondía horas después desde instituciones penitenciarias. Su abogada defensora, Carmen de la Hoz, se sumó a la petición del fiscal y aseguró que "es una víctima de sí mismo y en prisión no se ha rehabilitado".

El propio Gallego dice que una vez se conozca la sentencia del pasado juicio no volverá a pisar la calle. Mientras estuvo en ella el pasado 19 de febrero de 2017, dos meses después del primer intento frustrado de violación, volvió a acechar a una víctima. El reloj marcaba la media noche. En una calle del norte de Madrid encañonó a otra joven hasta que la llevó a su coche. La tapó lo ojos, la maniató con unas bridas y la tumbó en el suelo de los asientos traseros. Se dirigió a un piso en Segovia. Su casa. Un espacio donde según la psicóloga forense se puede encontrar "más seguro". Allí la agredió durante un día hasta que volvió a llevarla a Madrid "previo lavado del cuerpo". Intentaba así ocultar lo que el llamó en el juicio "un impulso". No es el único agresor sexual que "verbaliza lo mismo", asegura la psicóloga.

Durante el siguiente mes y medio continuó con su vida. Pero volvió a atacar. El 2 de abril de 2017 abordó a otra joven en plena calle. Eran la 01:40 horas. Llegó a meterla dentro del vehículo pero consiguió escapar. El tiempo de atacar se iba reduciendo. De la primera a la segunda víctima tardó dos meses. Luego mes y medio. La cuarta fue atacada el 14 de abril de 2017, doce días después de su último intento frustrado. La víctima no pudo escapar y tras abusar de ella en una gasolinera del norte de Madrid también la llevó a esa casa de los horrores que después una de estas cuatro víctimas consiguió describir a la perfección ayudando así en una investigación policial que acabó con este depredador entre rejas de nuevo en 2017, menos de cuatro años después de salir de prisión.

Él mismo reconoció que desde los 19 años "he tenido un problema psicológico porque mi vida no ha sido normal. Soy una víctima de mí mismo". Así intenta explicar cómo acabó asesinando a la joven burgalesa Marta Obregón en 1993 y a Leticia Lebrato, de 17 años, en 1992. Además fue condenado por otras 18 agresiones sexuales y violaciones.

Aseguró que no tuvo en ningún momentos problemas familiares. De hecho siempre ha sido arropado por ellos. Nació en 1957 en Valladolid. En 1976 cometió su primera agresión e ingresó en prisión el 20 de junio de 1979. Desde ese momento vive entrando y volviendo a la cárcel por nuevas violaciones. En 2012 un tribunal acordó que no saliera de la cárcel hasta el año 2022.  La doctrina Parot adelantó su puesta en libertad.

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