Polonia se pelea por los crucifijos en las escuelas

  • La reciente sentencia del Tribunal Europeo sugiriendo retirar los crucifijos de las aulas no sólo ha reavivado el debate por la secularización en España, sino también en Polonia, donde la mitad de la población polaca se declara católica practicante y la Iglesia logró sobrevivir a décadas de un regimen comunista.
Estrasburgo pide quitar los crucifijos en las escuelas italianas
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Jan Cienski | Global Post para lainformacion.com
Jan Cienski | Global Post para lainformacion.com

(Varsovia, Polonia). A principios de mes, el parlamento de Polonia votó una moción expresando su "preocupación" por la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en la que se dice que colgar crucifijos en las aulas podría violar los derechos de los padres. Poco después, el más alto tribunal del país dictaminó que las notas en la asignatura de religión computan en el expediente final de los alumnos.

Tanto la votación como la decisión judicial muestran que este país mayoritariamente católico se está resistiendo, al menos oficialmente, a seguir la tendencia general en Europa hacia la secularización.Haciéndose eco de la firme defensa de la cruz expresada recientemente por el juez de la Corte Suprema de Estados Unidos, Antonin Scalia, el parlamento polaco ha destacado que "la señal de la cruz no es solo un símbolo religioso o una señal del amor de Dios por la humanidad, sino que en la esfera pública es un recordatorio de la disposición de sacrificarse por otra persona".

La votación tuvo lugar en el salón principal del parlamento de Polonia, donde dos diputados conservadores se subieron a una escalera una noche de 1997 y colgaron una cruz, que pese a las protestas permanece allí desde entonces.

En el caso de la educación, fue un grupo de diputados ex comunistas el que presentó una demanda ante los tribunales argumentando que la inclusión de las notas de religión en los expedientes escolares oficiales incumple la separación entre Iglesia y Estado y limita el derecho de los padres a educar a sus hijos.

El alto tribunal polaco, sin embargo, ha considerado que incluir la religión en el cómputo de las notas finales es en realidad una expresión de libertad religiosa. "Enseñar religión es uno de los indicadores de libertad religiosa al amparo de los principios actuales de una sociedad democrática pluralista", indica la sentencia.Dicha sentencia es la última de una serie de decisiones del Tribunal Constitucional polaco en favor de la enseñanza de religión en los colegios, de la colocación de cruces en las aulas, del rezo en las escuelas y del pago a los profesores de catecismo con dinero público.

Los partidos de izquierda tienden a ser my escépticos respecto a la presencia de la Iglesia Católica en la vida pública polaca. Jerzy Szmajdzinski, uno de los líderes veteranos de la Alianza de la Izquierda Democrática se quejó recientemente de que los sacerdotes y los obispos formen parte de casi todas las celebraciones oficiales. "Incluso sitios tan temerosos de Dios como las estaciones depuradoras y los jacuzzis son ahora bendecidos", escribió.

La clave para la izquierda es que cerca del 95 por ciento de los polacos se consideran católicos, aunque el número de fieles practicantes ronda la mitad de esa cifra. Muchas personas recuerdan además la persecución comunista a la religión durante cuatro décadas, tras la II Guerra Mundial.

En los primeros años de la posguerra, los sacerdotes eran arrestados por el Estado, oficialmente ateo; posteriormente los apparatchiks hicieron casi imposible construir nuevas iglesias y acosaron a los creyentes.La Iglesia se convirtió en el principal protector del sindicato Solidaridad [liderado por Lech Walesa] y de la resistencia anticomunista en la década de 1980, ganándose una enorme simpatía entre la mayoría de los polacos.

Esa simpatía se ha ido erosionando con los años, especialmente a principios de la década de 1990, cuando una Iglesia presuntuosa comenzó a participar en la vida pública. Aún así, sigue siendo un estamento inmensamente poderoso.Durante la era comunista la religión fue prohibida en las escuelas, pero volvió a impartirse en la década de 1990, cuando Polonia ratificó un concordato con el Vaticano.

El plan de estudios lo prepara la Iglesia, no el Ministerio de Educación, y los profesores son elegidos por las autoridades religiosas, y no por el director de cada escuela. El programa educativo se supone que se tiene que basar en el conocimiento, no en la piedad, pero se ha sabido de casos de catequistas que califican a sus alumnos en función de su participación en las actividades parroquiales.

En teoría, se supone que la asignatura de Religión se debe de enseñar en paralelo a otra asignatura de Ética, secular, pero la gran mayoría de escuelas en Polonia no imparten dicha clase, argumentando que resultan caras y que hay escaso interés.

Según el Ministerio de Educación, la asignatura de Ética se imparte tan sólo en 334 de las 32.000 escuelas que hay en Polonia, mientras que la de Religión se ofrece en 27.500 centros.Conseguir que la materia de Religión sea una asignatura que puntúa en el expediente es una batalla emprendida por el conservador Roman Giertych, ex ministro de Educación en el anterior gobierno y subyugado a la red ultracatólica de Radio Maryja  y su carismático líder, el sacerdote Tadeusz Rydzyk.

Aunque ya no está en la política activa, un pletórico Giertych celebró la decisión del Constitucional diciendo que "los post comunistas han sufrido una derrota y me alegra que el Tribunal haya dicho que yo actué acorde a la ley".Muchos políticos polacos actúan igual que Giertych, tratando de evitar un conflicto con la Iglesia siempre que pueden y adoptando posturas públicas diseñadas a atraer a los creyentes.

Hace tres años un grupo de 46 miembros del parlamento incluso intentó aprobar una ley para designar a Jesucristo rey de Polonia.Mientras que la izquierda de los países europeos tradicionalmente católicos como Italia o España es fuerte y a menudo anti-clerical, los resquicios comunistas de Polonia (que ahora sólo tienen un 10 por ciento de apoyo en las urnas) se han acomodado al papel extraordinario que la Iglesia continúa teniendo en la vida polaca.

"Nuestras palabras y nuestras políticas se deberían tener en consideración", escribe Szmajdzinski, de la Alianza Democrática de la Izquierda. "Eso significa que deberíamos darle un respiro con sugerencias del tipo: eliminen a los capellanes del ejército... o dejen de financiar la educación católica con los presupuestos [estatales]".

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