Programados para ser homosexuales, ateos o enfermos de alzheimer


Nuestra identidad de género, orientación sexual y espiritualidad se determinan en el útero materno, antes de nacer, del mismo modo que la predisposición a tener enfermedades como el alzheimer, según afirmó el neurólogo holandés Dick Swaab en una entrevista con Servimedia.
Swaab visitó Madrid esta semana para presentar su best seller 'Somos nuestro cerebro' (Plataforma Actual), de la mano de los 'Diálogos por la Ciencia' que organiza la Obra Social La Caixa. Solo en Holanda ha vendido ya más de 400.000 ejemplares.
Uno de los capítulos más polémicos del libro es el que explica la diferenciación sexual del cerebro en el útero. “Nuestra orientación sexual se determina completamente antes de nacer. No podemos decidir un día ser homosexuales, y otro, heterosexuales”, indica este experto.
Un 50 por ciento de los factores que determinan nuestra orientación sexual durante la gestación son genéticos, asegura. El resto, son interacciones entre las hormonas y las células en el cerebro en desarrollo.
La bisexualidad “también vendría programada”. “Entre un cinco y un diez por ciento de los hombres homosexuales son bisexuales, porcentaje que aumenta hasta el 50 por ciento en el caso de las lesbianas. Esto explica el hecho de que muchas mujeres casadas y con hijos se echen novia tras separarse. No es que sean bisexuales de repente: lo eran antes, estaban programadas”, subraya el holandés.
EL CEREBRO “RELIGIOSO”
Según el autor, “el útero” condiciona también el 88 por ciento de nuestro cociente intelectual. Y nuestra “sensibilidad” a la religión: “Todos tenemos sentimientos espirituales, pero la elección de ser o no religioso no es ‘libre’. Dependerá de pequeñas diferencias en el ADN. Los transmisores químicos hacen que seamos más sensibles o menos a cuestiones espirituales”.
Esas personas genéticamente más “espirituales” se adhieren a una determinada confesión si crecen en entornos religiosos. “Quedaría fijado en el cerebro, igual que cuando aprendemos nuestra lengua materna”, sentencia Swaab.
A lo largo de 515 páginas, este neurólogo aborda fenómenos como la muerte, la felicidad, la agresividad o la depresión. Y advierte de que estimular el cerebro es más “saludable” que practicar deporte: “Los enormes esfuerzos físicos que se dan en el deporte podrían llegar incluso a acortar la vida. Además, sólo hay un órgano que influye en la duración de nuestra existencia: el cerebro”. Para quienes, pese a todo, decidan practicar algún 'deporte', Swaab lo tiene claro: “Lo mejor es jugar al ajedrez”.
Dick Swaab dirige un equipo de investigación en el Instituto Holandés de Neurociencias, y lideró durante 30 años el Instituto Holandés de Investigaciones Cerebrales.

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