La purga en las universidades turcas

Las universidades sufren de lleno la gigantesca purga lanzada tras el golpe de Estado fallido en Turquía, donde se forzó la dimisión de decanos y muchos profesores están entre rejas, han perdido el puesto o tienen prohibido salir del país.

Días después del intento de derrocamiento del presidente Recep Tayyip Erdogan, las autoridades cerraron 15 universidades privadas y obligaron a dimitir a 1.577 decanos de centros públicos o privados. Fue como un terremoto en la enseñanza.

En la universidad Galatasaray de Estambul, el personal administrativo habló con profesores para que denuncien a sus colegas gulenistas. Así comenzó la caza de brujas.

Esta semana "los profesores fueron convocados para escribir una carta asegurando que no tienen nada que ver con (Fethullah) Gülen", explica una de ellos bajo el anonimato. Ankara acusa a este predicador exiliado en Estados Unidos de ser el instigador del golpe de Estado frustrado.

Lo decidió el rector, en un aparente intento de proteger al personal. Esta prestigiosa universidad pública es una de las que ha sufrido más purgas. Todos los decanos han renunciado al cargo.

El partido islamista conservador de Erdogan, el AKP, ha invertido muchos recursos en la enseñanza superior desde 2003, en un país donde desde Mustafá Kemal Atatürk, fundador de Turquía, la élite siempre ha estado bien formada.

"El esfuerzo ha sido considerable", con aperturas de centros "de Norte a Sur, de Este a Oeste", algunos con hasta 70.000 estudiantes, afirma una experta en la enseñanza superior turca.

El país contaba este año con 207 universidades: 123 públicas y 84 privadas. Eso era antes de la intentona golpista.

Erdogan ha emprendido una guerra contra su enemigo número uno, Gülen, y sus presuntos simpatizantes en el mundo universitario.

En las "dershanes", unos centros educativos en los que se prepara la entrada en los institutos de enseñanza secundaria y en la universidad, los gulenistas han formado a millones de alumnos, seleccionando a los mejores y ganándose su lealtad.

Durante diez años, "Erdogan colocó a los gulenistas en las universidades, en vez de a los del AKP, que no estaban instruidos", afirma la profesora de Galatasaray. Pero cerró miles de "dershanes" en 2014, cuando Gülen pasó a ser su enemigo número uno.

Es difícil evaluar el peso real de los gulenistas en las universidades.

"Digamos que los gulenistas vivían más o menos ocultos", afirma la experta. Pero la universidad privada Fatih de Estambul, por ejemplo, era claramente gulenista.

La universidad pública del Bósforo de Estambul, la más prestigiosa del país, es un vivero de librepensadores, más bien kemalistas. "Nadie me ha dicho nunca 'soy un gulenista' pero todos detestan a Erdogan", explica una profesora que tampoco quiere divulgar su nombre.

"La gente está triste, asqueada", añade. "Muchos han perdido el trabajo. El país da marcha atrás".

No es la primera purga en el sector. "Pero esta se lanzó de forma oficial", afirma la experta en el mundo de la enseñanza. "Lo que está ocurriendo es muy grave".

Ibrahim Kabaoglu, profesor de derecho, asiente. "Pasamos más de 30 años bajo estado de sitio, con despidos de profesores" pero "bajo el régimen constitucional, lo de ahora es una práctica nueva".

"La gente prefiere no hablar, tiene mucho miedo", asegura la experta en enseñanza superior. Los investigadores invitados en el extranjero "han tenido que volver" para responder en las investigaciones abiertas contra ellos.

"Se ha generado un clima de miedo, de tensión, muy malo para la libertad intelectual, de pensamiento, de investigación", afirma.

Esta purga radical afecta a los intercambios con el extranjero, como los programas Erasmus con Europa y las becas con Estados Unidos y Canadá.

La vuelta a clase será complicada.

"¿Qué criterios se aplicará para reclutar a los nuevos profesores?", se pregunta Ibrahim Kabaoglu. "¿Sus conocimientos, su especialidad, su capacidad? ¿O su pertenencia?"

El gobierno no lo ha aclarado, ni respondido a las preguntas de la AFP.

La profesora de Galatasaray está preocupada por los miles de compañeros de las universidades privadas cerradas porque no saben qué va a ser de ellos.

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