Ramón Pernas, el último cronista del circo, retrata la soledad de la vejez

  • "Como el circo no tiene quien le escriba, me considero el último cronista de una tradición arcaica que está acabando", asegura el escritor Ramón Pernas, que recupera en su última novela, "Hotel Paradiso", la magia de este mundo en un relato sobre la soledad de la vejez y la desmemoria.

Madrid, 7 abr.- "Como el circo no tiene quien le escriba, me considero el último cronista de una tradición arcaica que está acabando", asegura el escritor Ramón Pernas, que recupera en su última novela, "Hotel Paradiso", la magia de este mundo en un relato sobre la soledad de la vejez y la desmemoria.

Con "Hotel Paradiso", editado por Planeta, el escritor, periodista, editor y guionista ha obtenido el Premio Azorín de Novela 2014, un galardón convocado por esa editorial y la Diputación de Alicante, para una obra que, como en otras anteriores, está situada en su Galicia natal.

Una vieja elefanta de circo y un distinguido anciano mueren a la misma hora en una pequeña ciudad del norte de España, dos fallecimientos sin aparente relación, pero que son el final de una historia de amor que comenzó el anciano, encerrado en una residencia que él mismo construyó cuando era un afamado ingeniero, en la adolescencia.

Mientras, sin saberlo, una joven que resulta ser su nieta, hija del dueño del modesto circo que acaba de llegar a la ciudad tras veinte años de ausencia, rememora la historia de su familia itinerante.

A través de dos relatos en primera persona, Pernas (Vivero, Lugo, 1952) enfrenta los mundos del circo y el asilo y elabora una metáfora para denunciar "la ingratitud de los afectos cercanos" y reivindicar que hay que evitar "la desmemoria", señala en una entrevista con Efe.

El alzheimer es una de las grandes pandemias que afectan a la humanidad, dice Pernas, que defiende "el derecho a una muerte digna".

"No hago un manifiesto defendiendo la eutanasia, pero hay ocasiones en las que el deterioro es tan grande que no hay salida", señala el autor: "Cuando se está en una residencia, en un asilo, sin capacidad cognitiva, a veces la muerte es la única salida".

El protagonista, Javier, vive amargado en lo que irónicamente se llama Hotel Paradiso, una residencia para ancianos, maldiciendo la decrepitud y recordando una vida en la que reinó su egoísmo. Al mismo tiempo, planea por piedad el asesinato de compañeros de la residencia.

Aunque Javier "reivindica el egoísmo como estadio superior del espíritu", reconoce que su vida en la residencia es una condena "por todos los delitos de afecto" que cometió, explica Pernas.

"Los delitos de afecto son los peores", asegura el escritor, que ha querido denunciar en esta novela "la ingratitud de los afectos cercanos" a través de los ancianos que esperan la improbable aparición de sus familiares de visita en la residencia.

Junto al asilo, aparece en la novela el retrato del circo, un ambiente que le marcó desde niño, recuerda.

"En un pueblo en blanco y negro de los años 50, un día apareció un circo con un cartel multicolor que me descubrió un mundo de colores. Me enseñó que detrás del mar está el camino, que detrás de la rutina está la fantasía y que detrás de lo cotidiano está la magia", señala.

Entonces nació su amor por el circo, cuyo espectáculo sigue frecuentando, aunque sea cada vez más escaso, ha lamentado Pernas.

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