Reducidas esperanzas de que se reanuden pronto negociaciones de paz en Siria

  • La adopción en las últimas horas de una nueva ley electoral en Siria y la fuerte tensión diplomática entre Estados Unidos y Rusia han reducido considerablemente las esperanzas de una pronta reanudación de las negociaciones de paz entre el gobierno y la oposición.

Isabel Saco

Ginebra, 14 mar.- La adopción en las últimas horas de una nueva ley electoral en Siria y la fuerte tensión diplomática entre Estados Unidos y Rusia han reducido considerablemente las esperanzas de una pronta reanudación de las negociaciones de paz entre el gobierno y la oposición.

El mediador para la crisis en Siria, Lajdar Brahimi, no ceja, pese a todo, en sus esfuerzos por mantener vivo el proceso diplomático lanzado en Ginebra, con la convicción de que no existe una alternativa a él, salvo la continuación de la guerra hasta que una de las dos partes aplaste totalmente a la otra.

Brahimi expone hoy su visión de la situación en Siria ante la Asamblea General de la ONU, tras comparecer ayer a puerta cerrada en el Consejo de Seguridad, órgano al que pidió que ejerza presión sobre las partes para que éstas retomen las conversaciones en una tercera ronda negociadora.

Su llamamiento estaba implícitamente dirigido, sobre todo, a EEUU y Rusia, que fueron los iniciadores del proceso diplomático de Ginebra y consiguieron que el Gobierno sirio y la oposición aceptaran sentarse juntas para negociar el fin de la guerra civil que esta semana entra en su cuarto año.

El principal logro de las dos primeras rondas, celebradas en enero y febrero pasados, fue que las dos delegaciones se reunieran en la misma sala y expusieran a la otra sus posiciones, al tiempo que se facilitó un acuerdo posterior para permitir la entrada de ayuda humanitaria al centro histórico de Homs, bajo asedio armado.

Aparte de eso, ambas partes mantuvieron inamovibles sus posiciones: la oficial era discutir en prioridad el problema del terrorismo -como define al levantamiento armado contra el gobierno-, mientras que la opositora consistía en la formación de un órgano de gobierno transitorio.

Washington, un grupo de países árabes (Arabia Saudí, Catar y Emiratos Árabes Unidos) y Turquía son los principales soportes de la oposición siria, tanto la que actúa en el ámbito político y se encuentra en el exilio, como la que combate en el terreno.

El régimen de Bachar Al Asad se apoya en Moscú, cuya influencia crucial quedó el año pasado en evidencia al convencer al primero de que declarara y entregara su arsenal químico para evitar que EEUU cumpliera su amenaza de bombardeos.

Sin embargo, la crisis política en la exrepública soviética de Ucrania y la amenaza de secesión de su provincia de Crimea, que eventualmente se anexaría a Rusia, ha tensado hasta el extremo las relaciones de ésta con EEUU y "acaparado la atención que antes brindaban a Siria", según fuentes próximas al proceso de Ginebra.

Otras fuentes diplomáticas dijeron a Efe que fue la crisis en Ucrania la que frustró los planes de Brahimi de convocar la tercera ronda de negociaciones sirias para el pasado día 10 y que ahora no tiene fecha para reanudarse.

Según analistas, Siria puede terminar siendo para Rusia una carta de negociación en el tablero geopolítico frente a EEUU, que le amenaza con sanciones en caso de que decida anexar Crimea, y quizás esa sea la clave para relanzar las negociaciones.

Este concurso de circunstancias parece haber desalentado a la Coalición Nacional Siria (CNFROS), la alianza que representa a la oposición en las negociaciones de paz, y cuyo presidente, Ahmed Yarba, ha señalado -coincidiendo con el tercer aniversario del levantamiento popular contra el régimen sirio- que ha llegado el momento de concentrar los esfuerzos en el campo de batalla.

Para ello ha pedido a los aliados de las fuerzas opositoras en el exterior que cumplan sus promesas de suministrarles armamento capaz de contrarrestar la capacidad bélica de las fuerzas gubernamentales, que en los tres últimos meses han recuperado terreno militar.

El Gobierno sirio parece ahora decidido a dar la estocada final a cualquier ilusión de compromiso con la oposición: el Parlamento acaba de aprobar una ley que impide que los líderes opositores puedan participar en elecciones presidenciales, al establecer que los candidatos deben haber vivido diez años consecutivos en el país.

El mediador Brahimi cuestionó el hecho mismo de que se pretenda celebrar elecciones en un país arruinado por una guerra que ha arrojado fuera de sus hogares al 40 por ciento de sus habitantes y en medio de negociaciones diplomáticas.

"Si hay elecciones, sospecho que la oposición, toda la oposición, no estará interesada en hablar con el gobierno", dijo tras su reunión con el Consejo de Seguridad de la ONU.

Las circunstancias parecen enlazar las piezas de ajedrez en un vasto tablero diplomático, mientras Brahimi mantiene su determinación de seguir trabajando en favor de un arreglo político del conflicto.

Para ello, luego de Nueva York, el mediador seguirá viajando para convencer a los países más influyentes, y a los propios sirios, de que no todo está perdido, aseguraron fuentes de Naciones Unidas.

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