Reportaje.¿somos esclavos de las nuevas tecnologías?


Nadie duda de la revolución que han supuesto las nuevas tecnologías, fundamentalmente Internet, y de sus beneficios para la sociedad. Pero según alertan cada vez más voces, también tienen su lado oscuro, ya que están dando lugar a un nuevo problema social: la ciberadicción.
Aunque no hay datos concretos sobre este trastorno, que ya ha sido reconocido por los médicos, se estima que entre un 5 y un 10 por ciento de los usuarios de Internet son adictos, es decir, incapaces de controlar su uso. Los ciberadictos crecen, por tanto, día a día, también en España.
488 millones de personas en todo el mundo se conectan cada día a Facebook, la red social por excelencia, a través de su teléfono móvil. También se calculan en miles de millones las personas que utilizan el servicio de mensajería instantánea WhatsApp en todo el mundo, aunque no hay datos concretos por parte de la empresa, que se niega a facilitar cifras apelando al derecho de sus clientes a la privacidad.
Está claro: las nuevas tecnologías han revolucionado nuestro mundo, especialmente en lo que a la comunicación se refiere. Pero no es oro todo lo que reluce, y, según advierten cada vez más voces, su uso también está dando lugar a problemas. En concreto, son el origen de un nuevo trastorno: la ciberadicción. Una patología que cada vez afecta a más personas en todo el mundo, muchas de las cuales se encuentran en España.
¿QUÉ ES LA CIBERADICCIÓN?
Pero, ¿qué es la ciberadicción? En general, cuando se habla de ciberadicciones o tecnoadicciones se hace referencia a todos aquellos fenómenos o problemas de abuso de las nuevas tecnologías.
Se trata, por tanto, de un concepto muy genérico que habría que matizar, según nos explica Jorge Flores Fernández, fundador y director de Pantallas Amigas, una iniciativa que tiene como misión la promoción del uso seguro y saludable de las nuevas tecnologías y el fomento de la ciudadanía digital responsable en la infancia y la adolescencia.
“Dicho así, ciberadicción, quiere decir adicción a todo lo que esté relacionado con Internet", explica. "Es un concepto, como tal, poco claro, muy genérico. Habría que matizar, por tanto, a qué hay adicción. Yo soy más partidario de no atender tanto al dispositivo, que parece que es lo que se tiende ahora, porque cada vez los dispositivos y las aplicaciones están más integradas”.
El director de Pantallas Amigas cree que es mejor preguntarse a qué actividades en concreto se refiere la adicción. Es decir, “si a las redes sociales, a los videojuegos, al porno en Internet, a tener permanente conexión y contacto con otras personas, es decir, a la comunicación permanente...”, explica.
Por tanto, por un lado estaría la adicción a Internet, entendida esta como el uso excesivo e incontrolable de la red. Una patología que, según algunos estudios, afecta a entre el 5 y el 10 por ciento de los internautas, con tasas aún mayores entre la población juvenil de ciertas zonas de Asia. Y dentro de esta adicción, hay tantas subdivisiones como cosas se pueden hacer en la Red. Así, podemos hablar de adicción al cibersexo, a los juegos, a la pornografía, a las subastas, a las compras o a las redes sociales, entre otras muchas.
LA ADICCIÓN A LAS REDES SOCIALES
Aunque están creciendo todas las adicciones relacionadas con Internet en general, una de las que más preocupa a los especialistas es la que tiene que ver con el uso de las redes sociales.
Cada vez es más común ver a gente, sobre todo a jóvenes, revisando su teléfono móvil. Lo hacen en el metro, en la consulta del médico, en el trabajo, en clase, incluso mientras pasean por la calle... Aunque no hay datos concretos, se sabe que una amplia mayoría se conecta para revisar sus cuentas en estas redes. Es decir, para visitar sitios como Facebook, Tuenti o Twitter.
La pregunta es, ¿es eso negativo? ¿Es malo ese nuevo hábito y esa nueva necesidad de estar permanente conectado con otras personas e interactuar con ellas, cada vez más común en las sociedades desarrolladas? Muchos padres se plantean estas preguntas, sin saber cómo afrontar el cada vez más frecuente uso de estas redes por parte de sus hijos adolescentes.
Flores nos explica que el hecho de conectarse a las redes sociales no es negativo y no significa que exista adicción. “Hay que tener en cuenta que las redes sociales significan poder estar con la gente que te apetece en cualquier momento y en cualquier lugar.”
En el caso de los jóvenes, el experto señala que “simplemente se están comunicando por un medio que se lo permite y que es fácil de usar. Yo no creo que eso sea abusar. Además, hay un consumo creciente que luego se estabiliza y decrece. En la adolescencia aumenta progresivamente el número de horas de uso de estas redes, y a partir de los 18 años, aproximadamente, empieza a disminuir, porque hay otros intereses y otra forma de relacionarse”.
Flores explica que “los jóvenes pueden abusar en todo caso de cuestiones que tengan que ver con la privacidad. De sobreexposición de su vida privada. Pero no del uso de las redes sociales”.
“También las usan para cosas como el conocimiento de grupo, la afirmación de la personalidad propia o la exploración", continúa. "Se sabe que el uso de las redes es mayor que el que se hacía del teléfono en el pasado. Y es lógico, porque les permite más posibilidades. Por eso lo usan más que otros medios de comunicación, porque permite también nuevos códigos y nuevas experiencias. Pero eso no significa que estén enganchados o que ese uso intensivo tenga que ser patológico”.
CÓMO SABER QUE ALGO NO VA BIEN
Entonces, ¿cómo se sabe cuando ese uso de Internet y las redes sociales ha dejado de ser normal o intensivo y se ha convertido en una necesidad patológica, es decir, en un verdadero problema? Es decir, ¿cuáles son los síntomas que nos permiten detectar que estamos ante una adicción?
Según explica el fundador de Pantallas Amigas, “la adicción se manifiesta muy claramente. No solo perturba tu vida y te obliga a abandonar tus deberes, tus obligaciones, sino que te produce mucha irritabilidad cuando estas lejos de esos medios o no los puedes usar, e, incluso, cuando los estás utilizando pero crees que no es suficiente. También produce cierto grado de estrés”.
El problema no es menor. De hecho, un estudio realizado por la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago, y publicado en la prestigiosa revista Psychological Science a principios del pasado año, demuestra que las redes sociales provocan más adicción que el alcohol y el tabaco.
Los investigadores realizaron una encuesta entre más de 200 personas de entre 18 y 85 años con el fin de conocer cuáles eran las tentaciones diarias más comunes y aquellas a las que les era más difícil resistirse.
Los resultados demostraron que, aunque el sueño y el sexo eran las necesidades más fuertes, se podían controlar. No ocurría lo mismo con la tentación de consultar las redes sociales. ¿Por qué? Porque se trataba de un deseo mucho más fácil de satisfacer. De hecho, ahí está la clave del problema.
Y es que, una de principales causas de que la gente se “enganche” a las nuevas tecnologías y, en concreto, a estas redes, explica Jorge Flores, es que son fácilmente accesibles. “Si soy un ludópata de tragaperras, por ejemplo, tengo que ir al local a jugar. Sin embargo, si estoy ‘enganchado’ a Internet o a una tecnología 'online', puedo acceder a ella de forma inmediata siempre. Y además, de forma económica. No solo es fácil acceder, sino que además me lo puedo permitir”.
Otro factor que influye en estas adicciones, en su cada vez más elevada tasa de incidencia, es que es algo que no está mal visto por la sociedad. “Cuando vas en el metro y ves a la gente con sus móviles, no te parece que estén haciendo nada malo", explica el experto.
“Es decir", aclara, "puede estar practicando o realizando esa actividad sin que por ello nadie le mire mal. Es algo que pasa inadvertido. Incluso en los menores es una competencia que está sobrevalorada. Aquel que, por ejemplo, tiene muchos amigos en el Tuenti, o muchas visitas en YouTube, está valorado socialmente”.
El último factor que hace al uso de estas tecnologías tan adictivas es que reportan a la persona enganchada a ellas un retorno inmediato. Es decir, la satisfacción que da la consecución del objetivo perseguido, bien sea un premio o, por ejemplo, tener más amigos en Tuenti, son cosas que pueden llegar de manera inmediata.

Mostrar comentarios