Rescatando el honor del soldado Mihalfi de una casa de empeños de Montevideo

  • Rescatada del olvido de una casa de empeños de Montevideo, la medalla de honor que el Congreso argentino otorgó al soldado Carlos Mihalfi regresará hoy al cuello de este ex combatiente de la Guerra de las Malvinas gracias a una increíble casualidad, una intensa búsqueda y "varios cientos de dólares".

Raúl Cortés

Montevideo, 29 mar.- Rescatada del olvido de una casa de empeños de Montevideo, la medalla de honor que el Congreso argentino otorgó al soldado Carlos Mihalfi regresará hoy al cuello de este ex combatiente de la Guerra de las Malvinas gracias a una increíble casualidad, una intensa búsqueda y "varios cientos de dólares".

Nacido en Argentina hace cincuenta años de un matrimonio formado por una mujer de raíces suizas y un hombre de origen yugoslavo, Mihalfi se instaló en Uruguay a los siete años junto a su familia, compuesta también por dos hermanos mayores.

El destino quiso que el regreso a su país de nacimiento, al superar la mayoría de edad, lo marcara a fuego de por vida.

"Cuando se presentó para el servicio militar, dio la casualidad que en ese momento comenzaba la Guerra de las Malvinas", de la que el próximo lunes se celebra el treinta aniversario, relató hoy a Efe su madre, Olga Waegeli.

Aunque desconocido para la opinión pública, el caso de Mihalfi está vinculado al del soldado judío argentino Silvio Katz, que ha denunciado ante la justicia y la prensa los abusos cometidos contra los soldados por sus propios superiores durante aquel conflicto.

Ambos fueron destinados al Regimiento III de Infantería mecanizado General Belgrano, en la Tablada, luego a Río Gallegos y de ahí los embarcaron a las Malvinas.

"Katz relató ante la cámara de casación penal varios delitos de tortura en la guerra y casi 200 soldados más están a la espera de respuesta" a esas denuncias, explica Victorio Pirillo, asesor del embajador argentino en Uruguay, Dante Dovena, quien dio por azar con la medalla.

Según Pirillo, Katz y Milhafi fueron obligados a permanecer cautivos en pozos de agua helada y estanqueados (una técnica que consiste en amarrar las extremidades con tiras de cuero entre cuatro estacas).

En alguna ocasión incluso les orinaron encima sus compañeros, siguiendo las órdenes de arriba en un momento en que Argentina era gobernada por la mano dura de la dictadura militar (1976-1983), cuyos líderes tomaron la decisión de invadir las Malvinas el 2 de abril de 1982.

Waegeli explica que su hijo "nunca quiso saber nada de las Malvinas, ni hablar ni contar cosas" de aquella etapa, y que todo lo que ella sabe es por los contactos que tuvo con sus compañeros cuando fue a verlo mientras estuvo internado durante un mes en Argentina tras sobrevivir a la contienda bélica y a las torturas.

"Él siempre evadió el tema y no quería saber nada. Recién ahora se está recuperando", reveló la mujer, que no cree que el haber empeñado la medalla tuviera una razón meramente económica, sino que más bien respondió a un rechazo hacia aquel episodio del pasado.

Pirillo habló con Waegeli hace pocos días, en la recta final de la investigación que le permitió dar con Milhafi y que comenzó un día de diciembre pasado, cuando decidió salir a dar un paseo por la céntrica avenida montevideana de 18 de Julio a la hora de comer.

En una galería plagada de insignias militares de distintos ejércitos "miré hacia abajo y en un lugar muy chico vi la medalla de las Malvinas" con el nombre del ex combatiente en el dorso, narró a Efe.

Tras corroborar con certificados oficiales que el objeto era auténtico, el dependiente de la tienda le contó que el propietario de la insignia se había desprendido de ella "por motivos emocionales, por un sentimiento de frustración", y luego le había dicho que era budista e iba a irse a la India.

Por el nombre Pirillo descubrió que Mihalfi estaba empadronado en Mataderos, un barrio periférico de Buenos Aires, en la Escuela Número 13 República de Filipinas, y la búsqueda le acabó llevando finalmente a Uruguay, donde lo encontró por la guía telefónica.

Antes de hablar con él y decirle que Argentina deseaba devolverle la medalla, quiso primero cerrar el trato con el propietario de la casa de empeños por una cantidad que no quiso precisar pero que fue de "varios cientos de dólares", un dinero que salió del bolsillo del embajador Dovena, detalló.

Dovena hará entrega de la insignia a Mihalfi este jueves en un acto en la legación diplomática argentina en Montevideo que contará con la presencia de Katz, según la Embajada.

Un organismo provincial, encabezado por el Premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, pidió esta semana a la Corte Suprema de Justicia de ese país que considere delitos de lesa humanidad y por tanto imprescriptibles las torturas de sus superiores a soldados que combatieron en las Malvinas.

Mostrar comentarios