Más de 86.000 contagiados

Los héroes de las batas blancas: "Un año de aplausos, insultos y... mucho miedo"

Tras ocho meses de pandemia, los sanitarios han sobrevivido a un año sin verano y muchos tampoco tendrán navidades, Siguen al pie del cañón, cruzando los dedos para llegar sin más bajas al final del túnel.

Aplausos sanitarios
Aplausos sanitarios
EFE

Como aquel 1816, el 2020 también pasará a la historia como el año sin verano. Al menos, para los guerreros de las batas blancas. La Covid ha puesto a prueba su resistencia. Por ellos y por todos los demás. Los datos de efectivos que el Ministerio de Sanidad actualizó en febrero eran redondos. Nuestro país entró en pandemia con 666.000 profesionales en las trincheras del Sistema Nacional de Salud. La última actualización de las tablas oficiales habla de más 86.000 contagiados entre sus filas. Muchos de los que siguen activos tampoco tendrán Navidad. Si el virus no amaina, ellos no descansan. 

La desescalada bajó a los sanitarios del pedestal al que los catapultaron los aplausos de las ocho. "La sensación es agridulce. El virus nos elevó a donde debíamos estar, pero, con la relajación de medidas volvió la tensión a la consulta. El virus nos ha dado una lección de humildad que deberíamos haber aprovechado mejor". A finales de mayo, Esther aterrizó en el servicio de vigilancia de Ciudad Real, cuando los 'rastreadores' aún sonaban a  'cazafantasmas' y la Covid tomaba carrerilla para un nuevo envite. Ya entonces, esta enfermera de Atención Primaria de 25 años anticipó la segunda ola. "Lo difícil está por venir, los contactos de los  positivos ya no se quedan en casa... ahora salen y se sientan en las terrazas", deslizó hace siete meses. De aquellos polvos, estos datos.

"Ha sido inabarcable... casi espantoso"

En la comunidad limítrofe, la 'nueva normalidad' tampoco hizo de la vida de los sanitarios un camino de rosas. El mes de mayo en Madrid dejó claro que el virus no se disiparía con el calor. También que la Covid no había acabado con la violencia en las consultas. Alicia Martín, presidenta de Atención Primaria del sindicato AMYTS, se hizo eco,  en el preludio del verano, de la otra cara de la sensación de victoria que se apoderó de la calle . "La gente exigía que se la atendiera como antes. Si se encontraba con un 'no' en la puerta, la tensión se desataba y nosotros estábamos solos". Los balcones habían dejado de aplaudir a los sanitarios y la sensación de 'nueva normalidad' llenó de viejos malos hábitos las salas de espera. "De héroes a villanos", fue la frase más repetida en los últimos coletazos de la primavera.

El principio de la pandemia funde a negro. Los sanitarios seguían las cifras del coronavirus en China como los analistas miran las pantallas de la Bolsa. Cuando el virus explotó en Italia, la sensación de peligro se disparó. Y del suspiro al caos. El trajín de camas -"Las pusimos hasta en el gimnasio"- sigue vivo en el recuerdo de Yolanda, anestesista en el hospital de Getafe. "De repente  fue inabarcable, casi espantoso, tengo 52 años y en mi vida había visto las Urgencias como en aquellos primeros días". La situación se repitió, con matices, en otoño. 

Y de marzo a octubre. La segunda ola llegó con adelanto, pero no por sorpresa. Juan Ambrosioni, infectólogo en la unidad VIH del Hospital Clínic de Barcelona, habla desde el centro donde vivió el último tsunami. Hace dos meses la Covid golpeaba con virulencia en la Ciudad Condal. "De una guardia a otra, en cosa de diez días, se doblaron las plantas con contagiados... y las unidades de críticos reservadas a la Covid se cuadruplicaron". Ni los pronósticos más pesimistas acertaron sobre el impacto de la segunda oleada. A finales de octubre, Sanidad notificó el récord de muertes desde primavera, con 537 decesos en 24 horas. Los equipos de UCI son testigos directos de que la Covid logra adelgazar la línea que separa la vida y la muerte en cuestión de horas.

"Pagamos un precio excesivo en enfermedad y muerte... pero el Gobierno no ha cumplido lo prometido"

Y del subsuelo a las legiones de contención. Con su relato, Javier, médico de Atención Primaria en Madrid, lanza una crónica del año más atípico. También una declaración de intenciones. "La primera ola nos sorprendió. Paralizó a Gestores y movilizó a la primera línea de atención, que dimos lo mejor. Pagamos un precio excesivo en sufrimiento, enfermedad y muerte. Estuvimos desprotegidos y lo denunciamos". El último recuento oficial cifra en 63 los sanitarios fallecidos hasta el 5 de junio. Los sindicatos hablan de más de 80.

En primera línea, los dimes y diretes de una bancada a otra del Congreso, indignan. Así lo apunta Javier. "Asistimos, atónitos, a una sinfonía inarmónica entre gobiernos". Y del pasmo al desconcierto. "La falta de previsión, de refuerzos, de rastreadores, el señalamiento de grupos, de barrios... dejó a la Primaria arrinconada". Entonces sonaron tambores de huelga. En el caso de Madrid, el especialista asegura que las promesas del Ejecutivo han quedado en el aire. "Hoy, a 23 de diciembre, no hemos visto materializadas esas mejoras retributivas y organizativas". La sensación en los consultorios es de estar, otra vez, "contra las cuerdas". 

"Nos han tratado como a menores de edad, sin contarnos lo que pasaba"

"Termina un año que nunca habríamos esperado vivir. La sensación de enero, a través de nuestra mirada a China, evocaba una distopía futurista... pero la ola nos pilló de lleno". El balance de la cirujana General Ángela Hernández Puente, vicesecretaria General de AMYTS, es contundente. "Hubo una descoordinación total entre las autoridades". Desde la carencia de medios de las primeras semanas, hasta la falta de planificación. "El virus no se había ido, estaba agazapado, esperando a que nos confiásemos". Entre las críticas que destaca Ángela está el que "se nos ha tratado, a los sanitarios y los ciudadanos, como menores de edad, sin contarnos lo que realmente estaba pasando".

La vacuna en 2021 anuncia el final de la pesadilla, pero no es garantía. Javier se asoma al nuevo año "con esperanza y con cautela". Ángela insiste. "Los profesionales estamos cansados y la sensación es de abandono. No sé si estamos ante una tercera ola ni cuál será su magnitud... pero exigimos estrategia. No estamos en condiciones de dar una respuesta como la de estos meses". Exigírselo tampoco es justo.

Mostrar comentarios