Se buscan sacerdotes

  • Son pocos y su media de edad ronda los 70 años, por eso la Iglesia catalana anima a los jóvenes a despertar su vocación sacerdotal y hacerse capellanes para difundir el evangelio con una jornada, el Día del Seminario, que se celebra mañana domingo en todas las parroquias.

Paco Niebla

Barcelona, 15 mar.- Son pocos y su media de edad ronda los 70 años, por eso la Iglesia catalana anima a los jóvenes a despertar su vocación sacerdotal y hacerse capellanes para difundir el evangelio con una jornada, el Día del Seminario, que se celebra mañana domingo en todas las parroquias.

Los diez obispos de Cataluña se han conjurado en sus cartas dominicales de esta semana para animar la inscripción a los seminarios, que sufren desde hace años un descenso en el número de jóvenes llamados por la fe a la vocación sacerdotal.

Sin apelación a que se trata de un empleo fijo, estable y remunerado -aunque poco-, los obispos catalanes apuntan este año más a motivos espirituales y a la "alegría de anunciar el Evangelio" para hacer sus llamadas a los jóvenes.

En Cataluña hay actualmente alrededor de 1.500 capellanes y apenas un centenar de seminaristas, insuficientes para garantizar el relevo a los que se jubilan.

El obispo de Girona, Francesc Pardo, reconoce que "nos encontramos con que algunos capellanes tienen que ser rectores de tres, cuatro, diez y hasta doce parroquias, que la media de edad de nuestros sacerdotes de Girona es de 72,3 años y que cuando nos piden que enviemos un cura les tengo que decir que no tengo a nadie".

El obispo de Vic, Romà Casanovas, reconoce que "la necesidad de vocaciones sacerdotales en nuestra diócesis es una urgencia imperiosa ante la que no podemos quedarnos impasibles".

Ante la escasez de vocaciones religiosas, Casanova pide que los jóvenes se animen a ser "callejeros de la fe".

"Hoy tenemos una gran necesidad de vivir esta joya cristiana", argumenta el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach, que aprovecha para pedir "a sacerdotes, educadores cristianos, catequistas, comunidades parroquiales y movimientos apostólicos que se ocupen y preocupen de suscitar vocaciones".

El arzobispo de Urgell y copríncipe de Andorra, Joan Enric Vives, recuerda que actualmente su diócesis sólo tiene a seis seminaristas para rejuvenecer su veterana plantilla de curas y se queja de que "actualmente vivimos inmersos en una cultura que exalta el individualismo, el amor a sí mismo y la provisionalidad".

"Todo el mundo tiene mucho miedo a decir 'para siempre'", aduce Vives para explicar que "por eso cuestan hoy las vocaciones a la entrega sacerdotal, a la vida consagrada, al matrimonio fiel y para siempre".

El obispo de Lleida, Joan Piris, asegura que algunos jóvenes le han dicho sentirse atraídos por el sacerdocio, pero que les cuesta dar el paso por "la indecisión e inseguridad que acompaña a tantas personas" que las hace "huir de compromisos".

Piris anima a entrar en los seminarios porque, subraya, en ellos se recibe una formación "equilibrada, humana, espiritual, intelectual y pastoral o apostólica" y pide "a los que sientan la llamada que tengan el coraje necesario para decir sí".

El obispo de Terrassa, Josep Àngel Saiz, que cuenta con un seminario propio en su diócesis, reconoce que los laicos "pueden hacer un gran trabajo en la misión de la Iglesia diocesana, pero el servicio ministerial del sacerdote sigue siendo absolutamente necesario".

Para animar el fervor sacerdotal, Saiz ve a los capellanes como "mensajeros de alegría" en una sociedad en la que viven "personas tristes, angustiadas, asqueadas; personas que materialmente lo pueden tener todo, pero que han perdido el sentido de la vida y el gozo de vivir".

"Los éxitos materiales, los avances científicos y tecnológicos, las posibilidades de placer, no acaban de saciar su sed de felicidad" y por eso, según el prelado egarense, son necesarios "los transmisores de alegría".

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