"Si en Muxía superamos el 'Prestige' ahora toca la batalla por el santuario"

  • Ana Martínez.

Ana Martínez.

Muxía (A Coruña), 26 dic.- La desgracia sacude otra vez a Muxía, la "zona cero" de la catástrofe medioambiental del petrolero 'Prestige'. Aquello fue en el mes de noviembre del año 2002. Ahora, este 2013, en el día de Navidad, un incendio devoró el santuario de 'A Virxe da Barca', en pleno corazón de la coruñesa Costa da Morte.

El espíritu de lucha no ha cambiado. "Si hace once años salimos adelante, cuando sucedió la marea negra, ahora toca otra batalla y tenemos que salir de ella fortalecidos". Es el sentir de un pueblo.

Las hipótesis que manejan los técnicos sobre la causa se centran en la caída de un rayo. Es la misma conjetura que tiene en su mente Manuel Carrera, el hombre que más cerca vive del templo, puesto que habita una de las dos casas situadas en los aledaños. La otra está vacía.

"Vivo ahí arriba", señala a Efe, e inicia su relato: "Sentí un estruendo en casa, ¡pummmm!, sobre las siete menos cuarto. Estaba mi hija Bibiana. Fue la primera que salió y grabó imágenes en cuanto empezó a arder. Ahora no se mueve de casa, no para de llorar. Me da miedo que enferme".

El ruido fue tal que "solo se puede explicar de una forma, como si cayese un edificio. Llamamos a la gente y el cura, cuando abrió la puerta... Eso, al entrar la corriente de aire, fue como una bomba".

Con Carrera está un tocayo suyo, Manuel Blanco Muñiz, que apunta que "todo el mundo tiene algo en esta iglesia, no solo donaciones, hablo de sentimientos... Los peregrinos que no se pudieron acercar estos días sollozaban".

El primero recupera el turno de palabra: "No piense usted que este santuario es menos famoso que la Catedral con el Apóstol. Aquí hay cuatro o cinco autocares con visitas cada mañana. Lo peor es que no le dábamos todo ese valor tan grande que se merece. Uno no se da cuenta de hasta qué punto algo es importante hasta que lo pierde".

Daniel Castro es otro lugareño que se enteró a primera hora, en su caso por una hermana suya que sale a correr. "Ella vio el fuego y avisó al sacerdote y a Protección Civil".

¿Cómo describir lo ocurrido? "¿Cómo se explica un sentimiento?", replica, "¿cómo se explica el cariño a una madre o a un hijo? Pues eso es lo que es la Barca. Un sentimiento para la comarca entera, para los peregrinos. No hay palabras. ¿Cómo explicar lo que tus antepasados te enseñaron, tus raíces...? Es así. Más palabras no tengo".

José Manuel Rodicio está con su hijo, Cristóbal. Al notar un impacto acudieron enseguida a la basílica. "No había manera de parar aquello. La borrasca ha hecho muchos estragos. Qué pena. Por suerte la imagen original de la virgen no se guarda aquí", expresa este padre de familia, mientras su vástago asiente.

Ramón Pérez Barrientos, coordinador de Protección Civil en Muxía, cuenta que han estado retirando escombros "para evaluar los daños que tiene la bóveda y ver dónde tenemos que apuntalar. Aquí estamos desde que nos avisaron, ayer a las ocho, y hasta hoy", manifiesta.

El párroco Manuel Liñeiro confía en el trabajo de la Policía Científica para determinar los motivos y en la labor de los técnicos de Patrimonio.

Se emociona al recordar el retablo mayor, que es irrecuperable, y al reconocer que "el santuario, tal y como estaba, no va a quedar, seguro. Se arreglará lo principal, se restablecerá como lugar de culto, pero lo que había no se recupera".

Muestra, con los brazos en alto, los dos pararrayos con los que estaba protegido, y que siguen allí. Y agrega: "Las fuerzas de la naturaleza son raras y nos sorprenden a todos".

Lleva en Muxía 28 años. Empezó de cura en San Orente (Outes), después se pasó a Noia, en las parroquias de Santa María de Roo y de Santa Cristina. Desde ahí y hasta la fecha, a otro municipio coruñés, Muxía.

El alcalde, Félix Porto, asegura que "faltan datos que acrediten suficientemente cuál es la causa" pero todo parece indicar que un rayo, remarca. No obstante, puntualiza: "No vamos a especular. Mejor esperar".

La cuantía económica la desconoce, pero diferencia entre el valor que se puede cuantificar y la otra parte, "lo incalculable", ese "sentimiento generalizado que es muy difícil de explicar con palabras".

Espera que no se "eternicen" las soluciones pero sabe que "esto exige una secuencia".

Cuando el chapapote inundó este litoral, el desastre dio paso a una ola de voluntarios para las tareas de limpieza. Es algo que tampoco ha mudado.

"Han estado aquí los voluntarios de Protección Civil de Muxía, las distintas agrupaciones de la comarca, los bomberos desde Carballo hasta Cee, la Guardia Civil, Policía Local, multitud de empresarios han contactado a título particular para colaborar... Tenemos mensajes desde todos los puntos. Solo un ejemplo, técnicos de Patrimonio de Alicante se han ofrecido a ayudar en lo que sea".

A todos ellos les da "las gracias" y también al resto de regidores que "han estado aquí ayer y hoy".

"Este impacto es muy fuerte. Si hay algo que nos une a todos es la Barca. No hay fisuras. Todos vamos a ir en la misma dirección para que el santuario vuelva a ser lo que era", concluye.

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