Sinceridad brutal del Papa Francisco en la petición de perdón a los niños abusados por sacerdotes

    • El Papa Francisco ha celebrado una misa con seis víctimas de abusos sexuales cometidos por eclesiásticos, y después se ha reunido con ellos.
    • Durante la homilía no ahorrado los más duros calificativos para describir el daño perpetrado a los menores y a sus familiares.
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"Ante Dios y su pueblo expreso mi dolor por los pecados y crímenes graves de abusos sexuales cometidos por el clero contra ustedes y humildemente pido perdón". Con estas palabras el Papa ha acogido la visita de seis víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes.

En una de las homilías más duras que se recuerda en el Vaticano, Francisco se ha hecho cargo del drama que han sufrido los menores y sus familias.1. La Iglesia ha traicionado a Jesucristo en el caso de los abusos a menores

El Papa compara la situación de la Iglesia en los abusos a menores a la de Pedro tras haber negado tres veces a Cristo, horas antes de que fuera crucificado. "La imagen de Pedro viendo salir a Jesús de esa sesión de terrible interrogatorio, de Pedro que se cruza la mirada con Jesús y llora. Me viene hoy al corazón en la mirada de ustedes, de tantos hombres y mujeres, niños y niñas, siento la mirada de Jesús".

Francisco ha expresado su dolor por "tanto tiempo disimulado con una complicidad que no, no tiene explicación". Ha comparado las denuncias con las miradas de Cristo a Pedro, miradas esquivadas hasta que por fin "alguien sintió que Jesús miraba, y otro lo mismo y otro lo mismo… y se animaron a sostener esa mirada".2. El abuso a niños ha sido algo peor que un pecado: un sacrilegio

En una rueda de prensa en el viaje de vuelta tras su visita a Tierra Santa, Francisco comparó el abuso con una misa negra oficiada por un sacerdote. En la doctrina católica el sacrilegio es algo más grave que un pecado, porque se trata de una injuria deliberada dirigida contra a Dios mismo o contra las cosas y personas sagradas. Por eso Francisco insiste en que los abusos a menores cometidos por eclesiásticos son "algo más que actos reprobables. Es un culto sacrílego, porque esos chicos y esas chicas le fueron confiados al carisma sacerdotal para llevarlos a Dios, y ellos los sacrificaron al ídolo de su concupiscencia".3. Personas de la jerarquía eclesiástica han incurrido un pecado de omisión

Francisco recordó en su homilía que no cometieron pecado sólo los eclesiásticos que abusaron de los menores. También los cometieron quienes, teniendo noticia de las denuncias, no las atendieron, las ocultaron o incluso no las creyeron aun teniendo pruebas evidentes. "Les pido perdón por los pecados de omisión por partes de líderes de la Iglesia que no han respondido adecuadamente a las denuncias de abuso".

Según Francisco, esa pasividad de los responsables causó mayor dolor a las víctimas y facilitó que los crímenes se volvieran a repetir.

(Te puede interesar: Homilía completa del Papa Francisco ante las víctimas de abusos sexuales)4. Se ha atentado también contra las familias y allegados de los menores

Además del sufrimiento infligido a los menores, otras personas también han sido víctimas colaterales de los abusos. Francisco se ha referido a los trastornos en las relaciones a padres, cónyuges e hijos causados por los abusos sexuales. "El sufrimiento de las familias ha sido especialmente grave ya que el daño provocado por el abuso, afecta a estas relaciones vitales de la familia", ha señalado.

El Papa ha mencionado con especial dolor los casos de suicidio: "Las muertes de estos hijos tan amados de Dios pesan en el corazón y en la conciencia mía y de toda la Iglesia".

5. No basta pedir perdón: La Iglesia debe pedir a Dios el don del llanto por estos pecados

Para el Santo Padre no basta con que la Iglesia se arrepienta de sus pecados cometidos en este campo. Debe pedir a Dios "la gracia de llorar ante los execrables actos de abuso perpetrados contra menores".

Ha vuelto a recordar el llanto de Pedro, cuando negó tres veces a Jesús y, al oír el canto de un gallo, recordó que Jesús le había profetizado que le iba a traicionar. "Hoy el corazón de la Iglesia mira los ojos de Jesús en esos niños y niñas y quiere llorar. Pide la gracia de llorar", ha expresado Francisco.6. Las denuncias han sido un servicio de amor

Frente a los que criticaban las denuncias por abusos sexuales como una campaña de desprestigio a la Iglesia, el Papa las ha calificado de "servicio de amor", realizado con gran valentía por parte de las víctimas y de sus familias. "Exponer la verdad fue un servicio de amor al habernos traído luz sobre una terrible oscuridad en la vida de la Iglesia", ha sentenciado Francisco.7. El encuentro con las víctimas constituye un signo de esperanza

Francisco ha agradecido explícitamente el encuentro a las víctimas. Según él, es una muestra palpable "del milagro de la esperanza que prevalece contra la más profunda oscuridad. Sin duda es un signo de la misericordia de Dios".

Ha concluído su homilía pidiendo a Dios que conceda a la Iglesia "la gracia de la vergüenza".… Y de ahora en adelante: tolerancia cero.

Francisco ha dejado claro que no existe lugar en la Iglesia para quienes cometan abusos a menores, independientemente de su condición clerical. Lo ha asumido como un compromiso personal. Ha exigido a todos los obispos que extremen el cuidado "para salvaguardar la protección de menores", recordándoles que "rendirán cuentas de esta responsabilidad".
Ya durante el pontificado de Benedicto XVI se establecieron normas y protocolos de actuación para tratar las denuncias por abusos sexuales dentro de la Iglesia. Francisco ha pedido ayuda para capacitar al personal de la Iglesia en la implementación de dichos procedimientos. "Hemos de hacer todo lo que sea posible para asegurar que tales pecados no vuelva a ocurrir en la Iglesia".

Por si quedaba alguna duda, el Papa recordó durante su homilía que en la Iglesia siguen teniendo vigencia el consejo que Jesús da a los que dan escándalos: "Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, más le valiera que se le colgase al cuello una piedra de molino y que se le arrojase al fondo del mar" (Mt. 18, 6).

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