El ataúd con los restos del magistrado conservador, uno de los nueve miembros del alto tribunal, fue instalado en la mañana en la sala principal de este edificio de columnas, situado frente al Capitolio en Washington.
Scalia murió el sábado en Texas, a los 79 años, dejando en la incertidumbre el futuro de la Corte Suprema, que debe resolver pronto varias cuestiones sociales, referentes a la inmigración, el sindicalismo y el aborto, en un contexto electoral explosivo.
Los ocho compañeros del juez guardaron un momento de silencio de pie, en el orden en que se sientan en el tribunal.
Designado por el presidente Ronald Reagan en 1986, Scalia aseguraba un voto conservador en la Corte Suprema. Se oponía al matrimonio homosexual, el aborto y a la reforma nacional del sistema de salud para extender la atención médica.
Uno de sus nueve hijos, un sacerdote, encabezó una ceremonia religiosa breve, antes del acto público.
Por su parte, el presidente Obama acudió a orar ante el féretro, envuelto en la bandera de Estados Unidos.
El presidente ha sido criticado después de que anunciara que no asistiría al funeral del juez, que tendrá lugar el sábado en Washington. El vicepresidente Joe Biden, sin embargo, sí estará presente.
El fallecimiento de Scalia provocó inmediatamente una fuerte controversia política. Los principales aspirantes republicanos a la Casa Blanca pidieron que el nombramiento de su sucesor lo haga el próximo presidente (que asume en enero de 2017), pero Obama aseguró que propondrá un candidato para reemplazar al juez, que debe ser ratificado por el Senado.
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