Somalíes bajo la sombra de la sospecha en Kenia

  • Desde que la banda terrorista somalí Al Shabab sembrara el terror en Kenia con sus secuestros y ataques, los civiles somalíes residentes en Kenia temen que se despierte una ola de discriminación y venganza contra ellos.
Al Shabab amenaza con atacar Kenia si las tropas kenianas no salen de Somalia
Al Shabab amenaza con atacar Kenia si las tropas kenianas no salen de Somalia
Tristan McConnell, Nairobi (Kenia) | GlobalPost

Últimamente todo el mundo en Nairobi le tiene miedo a algo.

Guardias armados registran vehículos y bolsos a la entrada de oficinas, hoteles y comercios. La Policía patrulla la calle. Eventos en centros comerciales y bares concurridos son cancelados o acaba yendo muy poca gente por miedo a ataques de los extremistas somalíes de Al Shabab.

En Eastleigh, el barrio somalí de Nairobi, los vecinos tienen miedo pero por una razón distinta: les preocupa que les juzguen y condenen por su origen étnico. Tienen motivos para estar preocupados, ya que muchos kenianos ven a los inmigrantes somalíes como terroristas potenciales de Al Shabab.

Al Shabab "es como un animal grande, que tiene la cola en Somalia y la cabeza escondida aquí, en Eastleigh", aseguró en el Parlamento de Kenia el mes pasado Orwa Ojode, del Ministerio de Seguridad. 

El alto cargo ministerial prometió que los servicios de seguridad de Kenia llevarán a cabo "la madre de todas las operaciones" en Nairobi para acabar con los miembros y simpatizantes de Al Shabab.

Dichos comentarios inquietan a la población de origen somalí que vive en Kenia, unos 2,4 millones de personas, el 8 por ciento de los 40 millones de habitantes del país, según el censo del 2009.

Husein Mohamed Haji, un hostelero de 70 años y vicepresidente de la Asociación de Empresarios de Eastleigh, rechaza con disgusto el comentario de Ojode de que su barrio está lleno de simpatizantes del movimiento islamista. "Dijo tonterías", afirma.

¿Lo eran?

El hallazgo de "amplias redes en Kenia vinculadas a Al Shabab, que no sólo reclutan a miembros y logran fondos para la organización, sino que organizan actos de orientación y formación dentro de Kenia" es uno de los hechos que recoge un informe de la ONU publicado en junio sobre el incumplimiento del embargo de armas a Somalia.

Los investigadores de la ONU señalan concretamente al Centro Juvenil Musulmán, y acusan a sus líderes de financiar a Al Shabab y de formar a yihadistas. El centro juvenil tiene su sede en Majengo, un barrio pegado a Eastleigh.

Otra observación importante del informe es que la influencia y el apoyo a Al Shabab no se limita exclusivamente a los somalíes. "Kenianos no somalíes... constituyen hoy en día el mayor y más organizado grupo de no somalíes dentro de Al Shabab", indica el informe.

Una prueba aparente de ello se produjo la semana pasada: el keniano de 28 años condenado por unos recientes ataques con granadas en Nairobi no es somalí, sino un musulmán convertido del oeste de Kenia.

Aún así, son los somalíes que viven en Kenia quienes están sintiendo la sombra de la sospecha, y no es la primera vez que sucede. Las fuerzas de seguridad de Kenia llevan a cabo regularmente redadas en Eastleigh, en las que detienen a cientos de personas basándose tan sólo en su origen.

Haji es de sangre somalí y nacido en Kenia. Vive en Eastleigh, junto con lo que él llama "somalíes-somalíes", que huyeron de su país para dejar atrás 20 años de guerra civil.

Se lamenta de las redadas de la Policía keniana, aunque cree que sus técnicas comienzan a ser un poquito más avanzadas y cuidadosas que antes. "De momento las fuerzas de seguridad no están siendo tan duras como en el pasado.

Han arrestado a varias personas en Eastleigh sospechosas de pertenecer a Al Shabab, pero no han hecho una gran redada, sino que identifican a los elementos que buscan", afirma.

Los somalíes en Kenia viven con temor, según Rashid Abdi, analista del International Crisis Group. "En Eastleigh la comunidad está extremadamente preocupada, muy ansiosa", dice. "Está aumentando la xenofobia contra los somalíes, azuzada por los estamentos en los últimos dos años. 'Están acabando con la economía, con nuestra seguridad, inundando nuestro país con armas'. Echan la culpa de todo a los somalíes, y los somalíes pagarán un precio por esto", advierte.

"De momento no se ha producido una operación masiva contra ellos, pero ha habido promesas desde el gobierno al respecto y hay una retórica oficial terrible que alimenta la paranoia", dice Abdi, refiriéndose a la intervención de Ojode en el Parlamento.

Eastleigh se ha convertido en un pequeño mundo, al igual que los barrios chinos que hay por diversas partes del mundo. A este barrio de Nairobi se le conoce también como Little Mogadiscio, y en él viven unas 350.000 personas, la mayoría somalíes.

La distinción entre somalí-keniano y somalí-somalí significa muy poco fuera de esta comunidad.

Un joven periodista somalí-keniano relata que hace unos días, en su camino hacia el trabajo por la mañana, la Policía le sacó de la furgoneta-taxi en la que viajaba y le sometió a un humillante cacheo y comprobación de identidad. No se creían que fuese keniano.

Otros somalíes han sufrido tratamientos mucho peores, según documenta profusamente Human Rights Watch en un informe del año pasado que ennumera los amplios abusos que sufren los somalíes que intentan entrar en Kenia como refugiados.

En Eastleigh se palpa la preocupación.

"Hay una sensación general de sospecha y de miedo hacia cualquier somalí, sea de Somalia o de Kenia", admite Guled Bille Mohamed, un estudiante de 28 años nacido en Wajir, al norte de Kenia.

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