Subasic, de las Madres de Srebrenica, reza por el "carnicero de los Balcanes"

  • "Todos los días pido a Dios que le dé buena salud" al general serbio Ratko Mladic, también conocido como el "carnicero de los Balcanes", dice con convicción Munira Subasic, presidenta de las Madres de Srebrenica, que busca justicia por la masacre de más de 8.000 hombres musulmanes en dicha ciudad.

Cristina Lladó

Madrid, 17 dic.- "Todos los días pido a Dios que le dé buena salud" al general serbio Ratko Mladic, también conocido como el "carnicero de los Balcanes", dice con convicción Munira Subasic, presidenta de las Madres de Srebrenica, que busca justicia por la masacre de más de 8.000 hombres musulmanes en dicha ciudad.

Subasic perdió a 22 familiares en aquellos días de julio de 1995 cuando Mladic ordenó a sus tropas eliminar a todos los varones musulmanes refugiados en Srebrenica, una ciudad bosnia declarada "ciudad segura" por la ONU en la que oficialmente murieron unos 8.100 hombres, incluidos niños y ancianos.

Desde entonces, esta mujer de 63 años que luce un moño blanco y una sonrisa dulce, lucha por llevar a los responsables ante la justicia, por identificar y devolver a sus familias los restos de los asesinados y por que "no se olvide ni se repita" el peor genocidio en Europa desde la II Guerra Mundial.

Presidenta de la organización Madres de Srebrenica, Subasic se encuentra en Madrid para recoger el Premio Derechos Humanos que otorga el Consejo General de la Abogacía Española.

Subasic aprovecha una entrevista con EFE para hacer un llamamiento a quien fuera el jefe de los "cascos azules" de la ONU encargados de garantizar la seguridad de Srebrenica, el ex coronel danés Thomas Karremans, que vive retirado en una urbanización de la costa, en Alicante.

"Las Madres invitamos al coronel a ser nuestro testigo, que comparezca en el juicio y cuente lo que vio y no impidió; nosotras nos vamos a sentir aliviadas y él pasará su vida más tranquilo. Si dice la verdad, todo será perdonado; si no lo hace, el castigo de Dios es seguro, y eso es más duro", dice con voz firme.

El juicio es el que tendrá lugar en una fecha aún no determinada en el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia (TPIY) contra el general Mladic, un proceso que sufre continuos retrasos debido a la mala salud del acusado.

"Se va a morir, se va a morir antes de que le juzguen y le declaren culpable y se escapará de la Justicia como se escapó Milosevic", lamenta Subasic, quien reconoce que reza por que eso no suceda y el "carnicero de los Balcanes" aguante con salud "hasta que sea condenado".

El antiguo presidente serbio y yugoslavo Slobodan Milosevic murió de un ataque cardiaco en su celda en 2006, cuando estaba siendo juzgado por crímenes de guerra en Bosnia, Croacia y en Kosovo.

Pero las Madres de Srebrenica no lo tienen tan claro.

"La CIA ha vuelto a hacer de las suyas y Milosevic está vivo, escondido en Rusia" junto a su mujer y sus hijos, afirma convencida Subasic, quien asegura que entorno a su muerte sucedieron "muchas cosas muy raras".

Así, plantea que la muerte del ex mandatario fue certificada por médicos serbios y no del TPIY, que el cadáver nunca fue expuesto ante familiares y amigos como marca la tradición serbia y que fue enterrado en el jardín de su viuda sin que estuvieran presentes ni ella ni sus hijos.

El problema que plantea la muerte de Milosevic a mitad de juicio es que "nunca fue condenado, y los jóvenes serbios se agarran a eso para decir que fue un héroe, que no es culpable y que no hubo genocidio", explica Subasic.

"No nos puede pasar otra vez; no puede ser que las víctimas tengan nombre y los genocidas no", subraya.

Pero lo cierto es que la identificación de las víctimas está siendo lenta y muy compleja ya que los restos de los miles de musulmanes asesinados entre el 16 y el 20 de julio de 1995 están dispersos por numerosas fosas comunes que fueron rellenadas de cadáveres con la ayuda de grandes excavadoras.

"Ya hemos identificado y enterrado a 5.342 víctimas", explica esta mujer que asegura que en Srebrenica hubo 10.701 muertos y desaparecidos, aunque el Gobierno de Serbia sólo reconoce 8.372.

Los restos de otras 2.000 personas están enterrados en un memorial impulsado por la organización de las madres, que "no quieren enterrar un sólo hueso de sus hijos, o un solo diente" y han preferido enterrarlos de forma comunitaria.

No así Subasic, quien ya localizó el cadáver de su marido y sigue buscando el de su hijo Nermin, asesinado a los 19 años, y de quien dice que "estaría feliz de encontrar un sólo hueso suyo".

"Si yo muero y no he conseguido enterrarlo y tener una tumba para mi hijo pequeño es como si nunca hubiera tenido un hijo", afirma esta mujer cuya cara se ilumina hablando de sus dos nietas de 12 y 9 años, a las que contará "todo lo que pasó".

"Deben conocer su historia, pero también les enseñamos a ser buenas personas y a que tengan amigos de todas las religiones, sólo así podrán tener un buen futuro".

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