Un misterioso vino, de 900 años, resucita en Jueves Santo

  • Procedente de la barrica de santo Martino, del siglo XII, un vino añejo, con novecientos años de solera, uno de los más antiguos del mundo, vuelve a protagonizar hoy en la Real Colegiata de San Isidoro de León un ritual que celebran los miembros del Cabildo isidoriano.

Belén Molleda

León, 28.- Procedente de la barrica de santo Martino, del siglo XII, un vino añejo, con novecientos años de solera, uno de los más antiguos del mundo, vuelve a protagonizar hoy en la Real Colegiata de San Isidoro de León un ritual que celebran los miembros del Cabildo isidoriano.

Los nueve miembros del Cabildo se reúnen el día de Jueves Santo en la sobremesa, como manda la tradición, para degustar este vino, que es como un gran coñac, un privilegio reservado únicamente para estos religiosos salvo muy contadas excepciones, que las ha habido, ha explicado hoy a Efe el abad de la Colegiata, Francisco Rodríguez.

Jueves Santo es el día de la caridad y del amor fraterno y, nada mejor para reforzar estos lazos que un buen vino. Pese a la tradición, podría decirse que se ha escogido el día menos oportuno, puesto que la gran actividad pastoral en la Real Colegiata hace que los canónigos no coincidan en la sobremesa y alguno de ellos tenga que tomar el vino a solas, y en otro momento de la jornada.

Este ritual es exclusivo del Jueves Santo y tan solo, según cuentan las crónicas, un año el Cabildo estuvo dispuesto a romper la tradición y todo ello para darle gusto, y también a probar este caldo, al rey Alfonso XIII, quien debió renunciar a la cata para no conculcar la regla.

Aunque por error se sostiene que la cuba la llenó por primera vez santo Martino, el abad ha desmentido categóricamente esta hipótesis y asegurado que si bien el caldo es de su época, del siglo XII, de que la llenara santo Martino, "nada de nada".

Estuviera la mano del santo por medio o no, lo cierto es que el vino debe de saber a gloria y muy pocos, salvo los miembros del Cabildo, han tenido el privilegio de degustarlo.

El abad no recuerda que lo haya degustado nadie ajeno al Cabildo. Sin embargo, sí hubo al menos una excepción, que confirma la regla, y que está en las hemerotecas. Fue en 2001 durante una visita que hicieron en Jueves Santo a León la entonces presidenta del Senado, Esperanza Aguirre, y el entonces presidente de Castilla y León, Juan José Lucas, ahora vicepresidente del Senado, cuando ambos probaron el caldo.

Desde el siglo XII hasta la actualidad cada año se sacan de la barrica tres cuartos litros y se echa en la cuba el doble de cantidad de mosto para rellenar; y así año tras año durante nueve siglos.

La barrica se conserva en perfecto estado, con la misma luz y temperatura todo el año. Está custodiada con celo, en algún escondrijo de la Colegiata, y guardada bajo dos llaves: una en manos del abad y la otra en las del administrador, con lo que es prácticamente imposible que alguien caiga en la tentación de trasegar a escondidas.

De once cántaros de capacidad, solo unas pocas personas han tenido ante sus ojos esta cuba, que ha permanecido altamente protegida y sobrevivido incluso a avatares como la invasión napoleónica, que dejó huella en la Real Colegiata, una de las principales joyas del románico español. De allí los franceses se llevaron hasta los sarcófagos del Panteón Real, removieron los huesos de los reyes, pero no dieron con la barrica.

Se dice que fue rellenada en la época de santo Martino, un canónigo de la Colegiata de San Isidoro, que vivió en el siglo XII y fue considerado por algunos el mejor escritor de España por entonces.

Santo Martino falleció el 12 de enero de 1203 y su mano apareció incorrupta en 1513, cuando las reliquias fueron trasladadas a una capilla que se hizo en su honor.

Este rito de la barrica se celebra en Jueves Santo, aunque ha habido excepciones como en 1992, cuando los canónigos no tuvieron tiempo de reunirse para probarlo dada la frenética actividad pastoral de aquel año y porque había obras en la Colegiata, ha recordado el abad.

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