"Me prohibía que me riera": cómo una víctima de malos tratos recuperó su vida

  • Luisa, víctima de maltrato durante 10 años, describe su nueva vida y el apoyo del programa de Cruz Roja "Juntes" para volver a ser ella.
Imagen de la mujer víctima de violencia machista rescatada en Murcia
Imagen de la mujer víctima de violencia machista rescatada en Murcia
Policía de Murcia

"Un día ya lo vi todo muy mal, salí de mi casa corriendo con mis hijos, intentando no hacer ruido, era de noche, me fui a casa de mi hermana y me dijo que denunciara y yo di el paso. Aguanté hasta que aguanté". Así describe Luisa, víctima de violencia machista, el primer día de su nueva vida.

Antes de ese día, hay más de diez años de maltrato, del psicológico, "el que te bloquea y no te deja ver la realidad". "La cabeza la tenía que no era yo, me creía todo lo que decía y al final se enfadaba, me lanzaba el pan, me prohibía que me riera, me decía que no valía nada, me insultaba, me llamaba gorda y me decía que me iba a tirar y todo eso", explica en una entrevista con Efe.

Qué se pasaba por su mente, ¿terror, soledad, aislamiento? Responde: "No piensas nada, solo en lo que te dice él, no vales nada y así lo piensas, estás bloqueada y tu cabeza no piensa lo que eres, nada, lo único que quieres es irte, pero si tienes cuatro hijos, dónde vas, si no tienes unos padres para estar con ellos te quedas en casa y aguantas hasta que explotas".

Ese día llegó, Luisa explotó. Aprovechando que su agresor dormía, salió de puntillas de su casa, con sus hijos, su perrita y el pájaro, y esa noche nadie hizo ruido. Después vino la denuncia, el apoyo del programa de Cruz Roja "Juntes" para volver a ser ella, la orden de alejamiento, el dispositivo de protección, los policías que velaban por su seguridad y, finalmente, la sentencia condenatoria.

"Al principio vivía con mucho miedo, tenía la alarma en una mano y el móvil en la otra para llamar a mi policía de custodia. Yo, cuando veía algo raro, tenía que llamar. Iba por la calle, insegura y con las dos manos ocupadas. Los primeros días lo pasé muy mal. Yo evitaba a la gente, prefería estar en una calle que no hubiera nadie o con tres personas. No podía dejar de mirar, hacia adelante, atrás, a izquierda y a derecha", relata.

"Nadie sospechaba de mi marido"

Habló con sus vecinos para contarles la situación y pedirles su ayuda por si aparecía por el inmueble. "No sospechaban nada, cuando mi marido salía de casa era muy normal". "Se portaron muy bien, siempre estaban en alerta y cualquier ruido que oían, preguntaban cómo estaba".

Reconoce que en esos días temía por su vida. Ahora, cuando ve en la televisión que han asesinado a una mujer, piensa que podría haber sido ella. Luisa dio el paso y la ayudaron, en ese programa de Cruz Roja en Castellón, en el que participan las víctimas supervivientes ayudando a otras mujeres maltratadas.

"Cuando llegué no hablaba, tu mente está cerrada, se te queda tan mal la cabeza que no puedes salir; otra persona a lo mejor se queda en casa, se acobarda y no sale, porque tiene mucho miedo de salir, mi situación fue que yo tenía mucha gente que me apoyó", asegura.

En ese camino de recuperación, destaca, la cogieron de la mano y la acompañaron varias psicólogas, trabajadoras sociales y voluntarias, como ella ahora, que habían pasado por lo mismo.

"Yo cuando veo aquí a las víctimas de género y muchas acaban de ser ahora, nos juntamos, las animamos y decimos que de esto se sale, es muy importante, con este proyecto yo estoy muy contenta".

"Les digo que salgan, porque en casa también pueden entrar, que hagan vida normal, que sean fuertes, que se pongan a trabajar y que luchen por ellas mismas; lo que tenga que pasar pasará, pero sin miedo", asevera.

Zapatos Rojos en la Plaza del Par contra la Violencia Machista
Zapatosen la Plaza del Par contra la Violencia Machista. /  CARTAGENA

Dice que se siente cada vez más fuerte. "Ves que ya han pasado tres años, pero también piensas en cómo lo estaba pasando. Yo vi a mis hijos y pensé: Si se despierta y en ese momento quiere hacerles algo a mis hijos', él siempre decía que los mataría, y también pensé 'y si me mata ahora, qué pasa con mis hijos", reflexiona.

"Yo abrí la puerta, mis hijos salieron para fuera y cogimos la perrita y el pájaro y salimos corriendo; la perrita sabía que no podía ladrar, solo quería que la cogiera en brazos".

La violencia era percibida por todos. "Fíjate, fuimos a programas de recuperación los niños, yo y la perra, los maltratados éramos todos, hasta la perra".

"A los niños no les dejaba hacer vida normal, no quería que se rieran, que se movieran de un sitio... ahora los ves y dices no son los mismos niños, vienen del instituto y el jaleo que traen, antes tenían que venir silenciosos". Esta es la nueva vida de Luisa y de sus cuatro hijos.

Ahora se da cuenta de que no era normal que no la dejara ir a casa de su hermana con los niños en Navidad, que llevara años sin salir con mis amigas, y un insulto tras otro. "¿Sabes?, no puedo pronunciar todas las palabras tan duras que me decía, mi mente las ha bloqueado, las he quitado de mi cabeza porque duele mucho recordarlas".

"Estaba muerta en vida, siempre con miedo".

"Salgo con mis amigas, al principio tenía miedo de estar en una terraza por si venía por detrás, pero me dije: 'Si no salgo ahora nunca lo voy a hacer'. Si tienes miedo no sales nunca de casa. Yo estaba muerta en vida, siempre con miedo".

Tiene el apoyo de sus hijos y sigue manteniendo la alarma de protección porque prefirió que su agresor no fuera a la cárcel y que su condena fuera hacer programas de rehabilitación para maltratadores. "Ahora no me molesta, yo si lo veo me voy para otra parte porque esta ciudad es pequeñita y me lo voy a encontrar".

Sus hijos, cuenta, han retomado también su vida: en casa no se habla del padre. "Aunque han pasado tres años, oigo la llave de la puerta y pienso que es él; eso no se me olvida nunca".

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