Sarampión: cómo saber si estás vacunado o si has pasado la enfermedad

Vacunas puestas por enfermeras
Vacunas puestas por enfermeras
COLEGIO DE ENFERMERÍA DE LA RIOJA - Archivo

El Ministerio de Sanidad está de acuerdo con la recomendación de la Sociedad Española de Epidemiología para que se vacunen del sarampión los nacidos entre 1970 y 1980 si no lo han hecho, no recibieron las dos dosis de la vacuna o no han pasado la enfermedad.

En otras palabras, deberá vacunarse toda la población que tiene entre 40 y 50 años que no tenga acreditado que en su día recibieron dos dosis de la vacuna.

La pregunta se torna entonces sencilla: ¿Por qué los nacidos en esa década parecen ahora más sensibles a verse afectados por el sarampión? Lo cierto es que los mayores brotes de esta afección en España se han dado en esos grupos de edad. 

Es importante matizar, eso sí, que en España no hay actualmente ningún brote. De hecho, se trata de un país que tiene este virus controlado desde hace bastante tiempo. Muy distinto a lo que sí que ocurre ahora en otros estados más cercanos como Reino Unido, Albania, República Checa y Grecia, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Por lo tanto, debido a la facilidad de que este tipo de enfermedad se propague, Sanidad ha instado a la necesidad de que vacunen todos aquellos nacidos entre 1970 y 1980. Durante esa década, las vacunas contra el sarampión se redujeron, debido a que la propagación del virus se paralizó de forma drástica. 

Y cómo se si estoy vacunado contra el sarampión

Ahora bien, las vacunas contra el sarampión se dan sobre todo en la infancia. Por tanto, acordarse de si alguien se ha inmunizado contra el virus o no, no es fácil. 

Para saberlo, es necesario hacer una serología que es estudio biológico que compruebe la presencia de anticuerpos en sangre. Esto es algo fundamental cuando, sobre todo, se realizan donaciones de sangre y transfusiones. 

Otra opción es directamente proceder a la vacunación de la persona que acuda al centro de salud. 

¿Y si no me vacuno?

No vacunarse supone exponerse a una enfermedad contagiosa que en el caso de contraerla, sobre todo en adultos, puede resultar aún más peligrosa. Eso además de traspasarla al resto de allegados. 

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