Oleada de polémicas por las condiciones de los eventos

El resurgir de los festivales de verano: "Hay sobreoferta y les está costando"

La música en directo espera recuperar los dos años perdidos por la pandemia haciendo frente a la inflación, el aumento de la competencia y la falta de personal. Aspiran a superar los 382 millones facturados en 2019.

Imagen del Festival BBK Live
Verano movido para los festivales: "hay sobreoferta y muchos van a palmar"
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Sol, playa, camisas hawaianas, 'brilli-brilli', sonrisas, cervecitas, buen rollo y gente bailando. Da igual el género o el punto de la geografía: los festivales se han convertido en el fenómeno social del verano, tras dos años de parada obligada. Recuperan así una tendencia que ya venía en alza hasta que la pandemia les frenó en seco. La industria de la música en directo aspira este verano a romper su propio techo y revolucionar el ocio al aire libre. 

El negocio musical basa su actividad en múltiples sectores, pero pocos generan la atención que han conseguido los eventos en vivo. Durante el invierno, las webs de varios festivales acumulan en determinadas fechas hasta 50.000 personas conectadas de forma simultánea para hacerse con la entrada para su festival favorito, en ocasiones sin saber siquiera qué artistas compondrán el cartel o pese a que se lance la venta en horario laboral.

Esta euforia por la música se ha plasmado en la generación de distintos modelos de eventos en directo. El sector diferencia ahora entre conciertos (que se pueden repetir en fechas sucesivas) y festivales, que pueden ser de un día, un fin de semana o un ciclo en múltiples fechas. La plataforma Fan Music Fest, que contabiliza y promociona este tipo de eventos en España y Portugal, tiene registrados 628 festivales a lo largo del año 2022, independientemente de su duración.

Sin embargo, estos buenos números no son el único indicador de la salud del sector, también afectado por la coyuntura económica. Desde hace varios años es común escuchar comentarios sobre una supuesta "burbuja" de festivales, que este año se ve alimentada por la reanudación de giras de los artistas tras dos años de obligado parón. A eso se suma el contexto inflacionario, que incrementa los costes de producción, el aumento de cachés de los artistas o el hecho de que muchos asistentes mantienen las entradas compradas hace uno o dos años, antes de la pandemia.

el dato

  • La música en vivo ha pasado de recaudar 208 millones en 2008 a 382,5 millones en 2019, pese a que han descendido el número de espectadores y eventos. 

Todos los promotores consultados por La Información desechan esta idea de "burbuja", en línea con los datos publicados anualmente por la SGAE. En 2019 -último dato disponible antes de la pandemia- se celebraron en España un total de 91.106 eventos en vivo de lo que consideran música popular; en 2008 fueron 138.613. También se ha pasado de 35,6 millones de espectadores a 28,2 millones. Estas cifras en descenso contrastan con el crecimiento de la facturación: la música en vivo ha pasado de recaudar 206 millones en 2008 a los 382,5 de 2019, récord histórico. En 2021 fueron 157, menos de la mitad.

El primer gran evento de la normalidad pospandémica se celebró en la catedral de los festivales: Benicàssim. Coincidiendo con el puente de Todos los Santos, la edición 2021 del SanSan Festival recibió a 40.000 asistentes -unos 15.000 diarios- y abrió el camino a una industria que sobrevivió durante dos años gracias a los ERTEs y a la creatividad de sus promotores, que se inventaron todo tipo de fórmulas para compatibilizar el cumplimiento de las medidas sanitarias con la celebración de eventos en directo. 

Roberto Recuero fue uno de los artífices de aquel hito. Director de festivales de Sonde3 Producciones, asegura no haberse parado a pensar en las pérdidas de la pandemia. Empezaron programando conciertos de 240 personas en la sala La Riviera y acabaron organizando el ciclo 'Las Noches del Río Babel' en el Wanda Metropolitano con 7.000 espectadores: "Éramos doce personas en la oficina, cuando llegó la pandemia pensamos en reconvertirnos a 'youtubers' pero nos pilló muy mayores, así que nos pusimos a hacer lo que mejor sabemos, organizar conciertos. Fue una grata sorpresa acabar así".

Afirma estar "enfadado con el sector", especialmente con aquellos promotores "que solo piensan en ganar dinero". Considera que el éxito de los grandes eventos pasa por "cuidar la experiencia" y tener mucho cuidado con aspectos como la seguridad o los servicios médicos para que "cuando vayas a ver al artista que te gusta, no tengas que preocuparte más que de eso". En breve celebrarán una nueva edición del festival Río Babel en Madrid, donde esperan recibir a 65.000 personas durante tres días. 

Javier Ajenjo, fundador y director de Sonorama Ribera, considerada por muchos la cita más importante del indie patrio, tuvo que hacer frente a medio millón de euros en pérdidas entre 2020 y 2021 por no poder celebrar el festival. "Durante la pandemia hemos realizado cientos de conciertos con el objetivo de que nuestro equipo y sus familias salieran adelante. Hemos conseguido salir adelante porque unas 8.000 personas mantuvieron su entrada, sin ellas hubiera sido muy difícil". Este año espera que 135.000 espectadores se den cita en Aranda de Duero (Burgos), unos 30.000 al día, el equivalente a la población de la localidad. "Creamos 1.300 puestos de trabajo, dejamos un impacto económico directo de 10 millones de euros reales y otro mediático valorado en 12 millones", cifras que reflejan la importancia del festival en el municipio arandino, que cuenta con un presupuesto anual de 30 millones de euros.

También rechaza la idea de la burbuja de festivales: "Cualquier cosa que tenga que ver con generar riqueza a través de la cultura no puede ser negativo", pero aboga por regular esa sobreoferta con un acuerdo entre agentes de la industria que permita reducir el número de conciertos de las grandes giras: "Un gran artista no debería hacer 40 conciertos. Es muy difícil traerles, porque ahora tienes que contratarlos para tres fechas, no solo una. Cabezas de cartel como Rosalía no están al alcance de empresas pequeñas porque no tenemos la capacidad de las multinacionales. Por eso y por su valor e impacto quizás deberían hacer diez fechas en cada gira". Recuero, por su parte, cree que la palabra 'festival' está "totalmente prostituida", porque "ahora todo es un festival, sean las fiestas de un pueblo o un macroevento". A la sobreoferta la define como "descontrol" y afirma que no hay ningún concierto con todo vendido en España este año, "y eso que están girando los Rolling Stones, Red Hot Chili Peppers o Rosalía en su mejor momento".

La inflación se ha convertido en el segundo gran problema para los organizadores. Los promotores de grandes festivales aseguran no haber incrementado los precios de los abonos -no así las entradas a conciertos, que sí han experimentado notables subidas de precios-, pese a que los costes de producción de los eventos han subido exponencialmente. "Empezamos a darnos cuenta del problema en enero, cuando comenzó a haber problemas para contratar escenarios, materiales o personal", apunta Joanvi Díez, presidente de Promfest, la Asociación de Promotores de Festivales de la Comunidad Valenciana. En ella participan promotores de eventos con una media de 10.000 a 30.000 espectadores por día, acoge a 12 empresas que celebrarán 20 festivales a lo largo del verano y esperan contar con 30.000 espectadores en el nuevo festival Diversity de València, 20.000 en el Pirata Beach de Gandia o 25.000 en el Festardor (Puerto de Sagunto).

Díez tiene localizados otros problemas que están ralentizado la venta: "Si dejas de hacer festivales durante dos años desenganchas al público. Tenemos la sensación de que hay que empezar desde cero, tanto a nivel de comunicación como de atracción", declara a La Información. Por su parte, Ajenjo cree que serán los festivales "con cierto recorrido y un público fiel" quienes continuarán en el mercado, frente a otros nuevos que "lo van a pasar mal". Espera que la inflación sea algo "transitorio", pero avisa de que "todo el mundo está de gira, hay muchos conciertos y hay que ser conscientes de que nos encaminamos a unos años difíciles". Recuero concuerda con su teoría: "Diversity, Cala Mijas o Andalucía Big son festivales grandes recién llegados, les está costando mucho y van a palmar". 

"Quienes cuiden a los camareros y les paguen bien, tendrán camareros"

El tercer gran problema al que se enfrentan los festivales es la falta de personal. Ajenjo asegura que muchos profesionales han salido del sector durante la pandemia: “Se han dado cuenta de que en otros puestos trabajan de lunes a viernes, con buenos sueldos, en un sitio fijo, y no se vuelven locos”. Apunta también a la falta de técnicos o hierros (escenarios), y pone como clave el trato al personal: “Quienes cuiden a los camareros y les pagan bien, tendrán camareros”. “Está mucho más complicado conseguir proveedores. Todo se ha encarecido un 30%, incluidos los cachés. Todos pensábamos que con la pandemia bajarían, pero han acabado doblándose, especialmente los de los artistas urbanos”, asegura Recuero.

Durante las últimas semanas se han multiplicado las polémicas en el sector. Fan Fan Fest (Madrid) se canceló dos días antes de celebrarse por desacuerdos entre la organización y el recinto; Primavera Sound tuvo problemas de masificación y largas colas en las barras de bebida; mientras que Capital Fest (Talavera de la Reina) está recibiendo denuncias de los asistentes por no contar con suministros suficientes en plena ola de calor. Otras citas recién llegadas como el Boombastic Festival cambiaron de localización una semana antes de celebrarse, trasladándose de la Caja Mágica de Madrid al municipio vecino de Rivas; mientras que en el festival O Son do Camiño se cayó un escenario en pleno montaje, dejando seis heridos. 

Sobre el futuro del sector, el presidente de Promfest aboga por la especialización del personal que trabaja en el sector para aumentar los patrones de calidad: “Nos hemos encontrado con mucha gente que no sabe. Antes la gente actuaba sin estar dada de alta en la seguridad social, y ahora no se puede organizar nada sin presentar mucha documentación previa”, afirma. Deberá ir acompañada, a su juicio, por la aplicación de las nuevas tecnologías con el fin de conseguir festivales inteligentes, que se basen en la digitalización de la experiencia o la extensión del pago sin contacto (cashless) en las pulseras.

Ajenjo considera que lo fundamental pasa por que el sector vaya en una única dirección, y esta sea la puesta en valor de la cultura: “En este país no se aprecia, porque hay tantas cosas gratuitas que la gente no está dispuesta a pagar. Nosotros somos un festival con precios moderados, el abono cuesta 80€ cinco días de festival, que es lo que pagarían por un concierto único de Vetusta Morla o Izal”, declara a La Información. 

Cree que la introducción de nuevos géneros, como el urbano (que incluye reggaetón, rap o trap), son “una oportunidad”, pero cree que “hay que educar al público, que sean conscientes de lo que viven. Los festivales no son solo música, son una experiencia, y eso hay que potenciarlo”. Recuero alega que la entrada de estos nuevos géneros responde a un cambio en los hábitos de los jóvenes: “Han abandonado las discotecas y adoptado las discotecas como su forma de ocio. Los conciertos acabarán quedando como eventos culturales, los festivales consolidados ofrecerán más calidad y menos aforo para un público mas adulto, y los macrofestivales se diseñarán para los jóvenes”. Una recomendación final: si durante sus vacaciones se quedan sin plan, seguro que se encuentran con un festival cerca de su ubicación. Es momento de disfrutar. 

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