En España

El Goierri, la zona cero del virus: así viven sin mascarilla ni certificado Covid

Con una incidencia por encima de los 2.000 casos por cada 100.000 habitantes, la comarca guipuzcoana es una de las zonas más afectadas por la sexta ola, pero allí las normas se cumplen muy poco. 

Viandantes por Goerri (País Vasco)
Viaje a la zona cero del coronavirus: así viven sin mascarilla ni certificado Covid.
Iñaki Etxarri

La sexta ola y ómicron campan por sus anchas en España y, especialmente, en el País Vasco y Navarra desde hace unas semanas. En Euskadi, el territorio más afectado es Guipúzcoa. Y dentro de la provincia con mayor incidencia de España, con 1.576 casos por cada 100.000 habitantes, la industrial comarca del Goierri se puede considerar uno de los epicentros de la pandemia. Pero cuando uno se acerca a esta zona o alguno de sus principales núcleos de población se da cuenta de que el uso de mascarillas en la calle o en las terrazas es menor que en otras regiones de España y en muchos de los establecimientos de hostelería ni solicitan el pasaporte Covid, que es obligatorio. “Bah! Aquí nos conocemos todos. No pasa nada”, responden los lugareños.

Este miércoles País Vasco contabilizó 3.588 nuevos positivos, cifra récord de toda la pandemia, con 292 hospitalizados y 97 personas en la UCI. En los pueblos de la comarca del Goierri la incidencia supera con mucho los 2.000 casos por cada 100.000 habitantes, más de dos veces por encima del conjunto de España. El jefe de la UCI del Hospital Universitario de San Sebastián, Félix Zubia, lo dejaba muy claro cuando reclamaba más restricciones para atajar la pandemia: “Veo los colegios y los quirófanos cerrados y la gente de fiesta en la calle”. En estos días, en la comunidad y en Guipúzcoa el debate se centra más en si habrá cabalgatas de Olentzero (el carbonero que lleva los regalos a los niños el 24 de diciembre) y Reyes Magos, que en atajar la pandemia. “Pronto los niños estarán sin clase”, pronostica este facultativo, “pero habrá parranda en la calle; tendremos los bares abiertos y los quirófanos cerrados. Habrá más fallecidos y nosotros de fiesta”.

Los municipios de Ordizia y Beasain celebran su mercado semanal -lo más importantes de la comarca- los miércoles. Miles de personas acuden a su llamada a comprar los productos que los ‘baserritarras’ de los caseríos llevan a la feria. Esta semana ha sido el mercado de antes de la Navidad y la plaza del pueblo bullía de personas. “Deme medio queso de Idiazabal curado y ahumado”, pedía un hombre delante de un puesto sin mascarilla, y exhalando su respiración apenas a medio metro de donde se agolpan productos como verduras, quesos, txistorras... La dependienta, ésta sí, con mascarilla, le atiende, le da su queso y le cobra. En ningún momento le exhorta a ponerse la mascarilla. El hombre paga y se va hacia otros puestos a seguir haciendo la compra, por supuesto, sin ningún tipo de protección. 

Dos horas y media después de esta escena, los profesionales de los centros de atención primaria de todo el País Vasco, también los del Goierri, se concentraban a modo de protesta delante de los ambulatorios para denunciar la situación de “saturación” y “estrés” que padecen y exigir “refuerzos”. La situación ha llegado a tal extremo que estos días, ante las largas colas de los ciudadanos en los centros de salud para hacerse una prueba de Covid-19 son los propios pacientes quienes deben hacerse a sí mismos el test de antígenos debido al desbordamiento de la capacidad de los profesionales sanitarios. Esto está ocurriendo en centros de San Sebastián, Irún... Pero también de las localidades del Goierri, como Beasain o Lazkao...

“La toma de muestras se la tiene que coger usted mismo y después entregar 'los palitos' en esta mesa”, asegura Mikel (51 años) que le dijeron este jueves en el centro de salud primaria de Beasain después de más de una hora de espera para hacerse un test y pese a que tenía cita previa. Una muestra más de que el personal sanitario no puede hacer frente a todo el trabajo que tiene por delante. Y ello, lógicamente, se nota en la calidad de la atención médica recibida. “La saturación y presión de trabajo que los profesionales sanitarios de Atención Primaria del Servicio Vasco de Salud dicen soportar se traslada a los pacientes y nos genera a los ciudadanos estrés y rabia. Sientes que no te están atendiendo correctamente. Luego la propaganda oficial dice, que tenemos el mejor sistema público de salud de España, pero en el fondo deja mucho que desear”, remarca. 

Pero volvamos al mercado de Ordizia. Kepa (48 años) llegó desde Madrid junto a sus dos hijas, de 18 y 14 años, a esta comarca del País Vasco a principios de semana para pasar las navidades junto a su familia. En un principio les sorprendió que “mucha gente” iba por la calle sin mascarilla. Los tres traían su pasaporte Covid, obligatorio en el País Vasco en hostelería y para acceder a cines, teatros y espectáculos deportivos. “Pero ya me dijo mi hermano que casi no lo pedían en ningún sitio”, apunta. De hecho, cuenta que “el primer día entré a un bar con mis hijas a tomar algo y nadie nos pidió nada; al día siguiente desayunamos en una cafetería y lo mismo; luego nos fuimos a Ordizia y nadie limpió ni desinfectó la mesa de la terraza en la que nos sentamos y muchas de las personas que estaban sentadas en la terraza no llevaban mascarilla”. Así, las cosas, “no me extraña que esta sea la zona de España con mayor número de contagios”, remarca. 

Tuvieron que pasar más de dos días en el Goierri y haber entrado a numerosos establecimientos de hostelería, para que a Kepa, por primera vez, le pidieran el certificado de vacunación. “Lo enseñé, me lo chequearon con el lector QR y listo. Pude pedir la consumición”. “Es una lucha continua”. Confiesa la dueña del bar Ortzi de Beasain, donde, cumpliendo la normativa, a Kepa le pidieron su documento de inmunidad. “La gente entra sin mascarilla, les sienta mal si se lo pides aunque sea nuestra obligación... ‘Si ya me conoces’, te dicen...”. Es el mantra de estos días en esta comarca guipuzcoana donde a este paso no se va a conocer a nadie que no se haya contagiado. Luisa, cerca de 80 años, entra a su panadería de Beasain, “la de toda la vida”, a comprar el pan este jueves por la mañana. “Buenos días. Lo de siempre”, pide en euskera. “¡Luisi, la mascarilla!”, le pide la dependienta de la panadería. “Se me ha olvidado, pero ya me conoces, chica”. “Todos los días me vienes sin mascarilla y va a llegar un día en el que no te deje entrar, aunque te conozca”, le responde la dueña. Es la vida cotidiana en la 'zona cero' del virus en esta sexta ola. 

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