Una conclusión del estudio que justifica esta afirmación es que hace menos tiempo que se separaron de sus ancestros y, por tanto, son evolutivamente menos singulares; es el caso de las palomas, las urracas, los pinzones, las golondrinas y los mirlos, según ha informado este miércoles en un comunicado.
El trabajo ha calculado que la historia evolutiva de la especies de una comunidad es de 450 años menos en comparación con los que conviven en ambientes naturales, y el autor del estudio ha apuntado que "la riqueza evolutiva no sólo representa historia evolutiva; también se relaciona con la diversidad genética y el propio funcionamiento de los ecosistemas".
Ha negado la hipótesis de algunos científicos sobre que esta pérdida se mitigaría con la llegada de especies exóticas, y, en cambio, ha determinado que las aves que llegan pertenecen a grupos evolutivamente poco distintos y contribuyen "poco" a enriquecer la diversidad.
Para realizar este análisis se han reunido datos de más de 1.219 especies de aves de 27 regiones de todo el mundo y se ha analizado cómo la diversidad filogenética de las comunidades --que mide la suma del tiempo que la especie se separó de otras con las que coexiste-- cambiaba según el grado de urbanización.
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