Yemen: hombres que se casan con niñas

  • Que una niña de menos de quince años se case con un adulto es una práctica habitual en este país arábigo, donde el año pasado el parlamento rechazó una ley propuesta por el Gobierno yemení para establecer como edad mínima de casamiento los 17 años. Zainab cuenta su historia.
En Yemen, el matrimonio de adultos con niñas y adolescentes es lo más habitual
En Yemen, el matrimonio de adultos con niñas y adolescentes es lo más habitual
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Mira Baz | GlobalPost

(Saná, Yemen). Zainab Hussein estrenaba un vestido blanco y collares de oro. Era el centro de todas las miradas. Tenía 13 años y parecía que jugaba a disfrazarse. Pero en su caso era mucho más que eso. "Soy la novia, me voy a casar", le comentaba a una amiga mientras le enseñaba sus nuevas joyas.

A los pocos días, Zainab, que aún no estaba completamente desarrollada, se casaba con un hombre de 30 años, que además era su primo. El joven había pagado 5.000 dólares al padre de Zainab por su niña-novia.

Hoy, con 28 años, Zainab habla de su experiencia: "Fue muy difícil. Aún no sé a quién culpar. ¿A mí misma? ¿A mi padre? ¿A mi madre? Culpo mucho a mis padres".

Zainab tiene muchos asuntos de su matrimonio que prefiere no recordar. Quería ser médico, pero ahora habla como si fuera el sueño de otra persona. A veces se ríe mientras comienzan a aparecer las emociones y los sentimientos del día de su boda.

El matrimonio a una edad tan temprana es una antigua tradición en Yemen, uno de los países más pobres del mundo, y se sigue practicando en todas partes. Entre tres y cinco millones de niñas yemeníes, principalmente de áreas rurales, acaban casadas durante la adolescencia, y a veces antes, según las informaciones del Comité Nacional de la Mujer (CNM).

No existen cifras oficiales sobre el promedio de edad de los matrimonios. Un estudio patrocinado por OXFAM calcula que más de la mitad de las niñas se casan antes de cumplir 18 años. Sin embargo, el CNM cree que en realidad el fenómeno está mucho más extendido.

De acuerdo con el Banco Mundial, casi la mitad de la población yemení vive con menos de dos dólares diarios y el país tiene una de las tasas de mortalidad durante el parto más altas del mundo.

A pesar de ser una costumbre arraigada aquí, el matrimonio a temprana edad también tiene sus detractores. Las organizaciones de desarrollo local, además de las agencias de la ONU y las ONG internacionales, presionan desde el año 2000 para que se promulgue una ley que penalice el matrimonio con menores de 18 años. El año pasado, un borrador del proyecto de ley fijó la edad en 17, pero finalmente no logró su aprobación en el parlamento. Según los activistas, el fracaso se debe a la fuerte oposición del influyente grupo conservador.

Los padres yemeníes dicen que con el matrimonio protegen la castidad y pureza ante los peligros de la adolescencia, cuando los jóvenes adquieren conciencia de su sexualidad. Si una chica tiene una relación romántica o sexual antes de casarse, mancilla el honor de la familia. Algunos sostienen que los matrimonios a edad temprana son una garantía de seguridad para las novias.

Según el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA): "No es una coincidencia que los países de África, Asia y Oriente Medio con una alta tasa de matrimonios de niñas sean también los que registren altas cifras de pobreza, de nacimientos y muertes, una mayor incidencia de conflictos civiles y, en general, menores niveles de desarrollo".

Cuando Zainab se fue a vivir al pueblo de su marido comenzó una etapa de grandes dificultades. Cuidaba de las cabras cada día, reunía madera para la cocina y labraba el campo, tareas típicas de las mujeres yemeníes en zonas rurales. Cada mañana salía a buscar agua a un pozo a horas de distancia. Cargaba el agua incluso cuando estaba embarazada y perdió tres bebés.

Las cifras del Fondo de Población de Naciones Unidas indican que las niñas entre 10 y 14 años tienen cinco veces más posibilidades de morir mientras están embarazadas o durante el parto que las mujeres mayores de 20 años. La razón: el cuerpo aún no está preparado para tener un hijo.

"En las zonas rurales, el matrimonio es como conseguir una mano extra para ayudar en las tareas de casa y para atender a la familia tanto en el hogar como en el campo", afirma Hooria Mashhour, vicepresidenta del Comité Nacional de la Mujer.

Zainab explica que se sentía como una extraña con la familia de su marido. El regresó a su otra vida en Arabia Saudí dos meses después de su boda. Zainab se quedó sola esperando a que viniera de visita.

"Cuando el novio es un hombre de más edad, normalmente entra en juego el aspecto económico. Si el novio trabaja en el extranjero, el padre cree que hace lo correcto y que su hija tendrá una vida mejor", explica Fawzia Al-Muraissee, directora de asuntos familiares y de salud de la Asociación de Mujeres Yemeníes.

Un estudio de Naciones Unidas sobre 16 países africanos de la zona subsahariana demostró que los maridos tenían –como media- al menos diez años más que sus parejas, normalmente de 15 a 19 años de diferencia.

Cuando Zainab dio a luz por primera vez, a los 15 años, tenía tanta rabia dentro que golpeaba a su hija delante de la familia de su marido para contrariarlos. "No me importaba mi hija, ni siquiera cuando estaba enferma", explica Zainab, ahora llena de un sentimiento de culpa. "No tenía instinto maternal. ¿Por qué castigaba a mi hija? No había hecho nada para merecerlo. Sólo necesitaba alguien que se preocupara por mí y me quisiera, especialmente porque mi marido estaba lejos".

La sociedad civil yemení y las organizaciones gubernamentales, con el apoyo de las agencias internacionales de desarrollo, llevan años luchando para acabar con el matrimonio con niñas. La Asociación de Mujeres Yemeníes lanzó el año pasado un proyecto para concienciar a la población. Los residentes de zonas rurales recibieron información sobre las complicaciones y la carga psicológica del embarazo y el matrimonio adolescente.

Los campesinos aseguraron que desconocían los problemas psicológicos que sufría la novia-niña. Pero sus respuestas eran categóricas. Las mujeres adultas afirman que no pueden evitar que sus hijas se casen, explica Al-Muraissee. Por ejemplo, la madre de Zainab estaba indignada con que el padre de la pequeña vendiera a su hija tan joven, pero no pudo hacer nada para evitarlo.

"Tenéis que educar a nuestros maridos porque ellos tienen la última palabra", le dijeron las campesinas a Al-Muraissee."Y lo hicimos. Enviamos a hombres a que les hablaran del tema a los maridos". Algunos hombres se mostraron consternados y prometieron no casar a sus hijas tan jóvenes, pero otros siguieron siendo escépticos, explica.

El proyecto de concienciación explicó a los campesinos que una mujer con educación puede no sólo ayudar a su familia –por ejemplo, enseñando a los niños-, sino que también a la comunidad como profesora, comadrona o asistente sanitaria para las mujeres. Asimismo, se demostró que el matrimonio a una edad temprana alimenta el ciclo de pobreza.

Lentamente, las campañas comienzan a dar frutos. Las cifras del Banco Mundial indican que la tasa de alfabetización entre las niñas mayores de 15 años ha pasado del 34 por ciento en 2005 al 40 por ciento en 2007. Los hombres yemeníes dicen que ellos también son víctimas del matrimonio a edad temprana.

Mohammed Said, de 27 años, de Al-Qobai, explica tímidamente que quería encontrar un marido para su hija de ocho años. Habla con honestidad, sin crueldad. El precio de su hija, el "mahr", que pagaría el novio, le serviría para acabar con su primer –e infeliz- matrimonio. Dice que necesita el dinero para volver a casarse.

Como la poligamia está aceptada, el 70 por ciento de los hombres que se casan jóvenes vuelven a hacerlo con una segunda mujer, que se ajusta más a ellos, y con la cual se declaran más felices, explica Al-Muraissee.

Zainab cree que a los hombres yemeníes les gustan las mujeres jóvenes porque así las pueden convertir en lo que ellos desean. Cuando su marido enfermó y necesitó cuidados, ella se quedó para ayudarlo, en parte por compasión, pero también por miedo a que no pudiera llevarse a los niños con ella. "No podía dejarlo solo mientras estuviera enfermo. Eso no es correcto", explica.

Se convirtió en el sustento de la familia y siguió trabajando la tierra. También tuvo tres hijos más. Zainab presionó a su marido para que se trasladaran a la capital. Lo sigue cuidando y está preocupada de perder a los niños si se divorcia de él.

"No aguantaba más, a mis veintitantos había envejecido mucho. Ya no quería más vida en el campo. Pensé 'mis hijas pronto tendrán 12 ó 13 años y tendré que casarlas si nos quedamos aquí'. Por eso decidí trasladar a mi familia a Saná y coger un trabajo sin importancia. Quería que mis hijas fueran a la escuela y la acabaran porque yo no tuve ni educación… ni niñez".

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