En un mundo cada vez más interconectado como en el que vivimos, son múltiples los factores y las variables que condicionan el estado económico de nuestro país. En concreto, la superación de la fase más aguda de la pandemia, el repunte de la inflación, el inicio de la guerra en Ucrania y las alteraciones en las cadenas de suministro globales han modificado las previsiones en materia económica de España, según datos del Informe Anual de 2021 del Banco de España.
Pese a las dificultades, los bancos europeos mantienen niveles de capital consistentes y cuentan con suficiente liquidez. Durante el curso pasado, el PIB de la economía española creció un 5,1% en el conjunto de 2021, puesto que, como muestra el mencionado informe, “la demanda externa contribuyó positivamente al avance del PIB” y la reducción del déficit en las cuentas públicas fue significativa.
En este contexto tan particular y sobrecargado de novedades, los bancos españoles han jugado un papel fundamental para garantizar la estabilidad de la economía de todos los países en general, y de la zona euro y España en particular. Como instituciones financieras, posibilitan el desarrollo gracias a su papel de intermediarios financieros. Además, los bancos apoyan a la sociedad a través de su capacidad de estimular el ahorro y de dotar a los diferentes actores de los recursos que necesitan para invertir y prosperar.
Más allá de sus funciones meramente financieras, la banca cuenta en su ADN con una voluntad de servicio hacia la parte de la sociedad más desfavorecida. Así lo demostró durante la crisis derivada del Covid-19, durante la que el sector fue clave para el mantenimiento de miles de puestos de trabajo o la supervivencia de empresas y negocios gracias a su colaboración con el Estado a través de las líneas de crédito ICO, que consiguieron aliviar las consecuencias de un período de extraordinaria incertidumbre. La presencia de los bancos en todo el territorio nacional, la capilaridad de su red de sucursales y canales online, el conocimiento de los clientes y la adecuada gestión de los riesgos permitió que España pusiera en marcha uno de los programas de financiación más ambiciosos de Europa, desplegados además en tiempo récord. En 2020, el año más duro de la pandemia, empresas y autónomos recibieron un total de 140.000 millones de euros de financiación a través de esta línea de avales.
Hoy, la incertidumbre continúa. Por ello, el sector bancario ha vuelto a ponerse al servicio de las familias que más dificultades puedan estar encontrando, a pesar del impacto que pueda tener en sus futuros resultados. Para ello, la banca ha firmado con el Gobierno un protocolo de medidas hipotecarias, actualizando el Código de Buenas Prácticas.
Los bancos han entendido que en el actual entorno de elevada inflación y subida de la factura energética, determinadas familias pueden encontrar dificultades para hacer frente a todos sus gastos. De ahí que se hayan adoptado estas medidas que tendrán un significativo impacto en el balance de los bancos (más provisiones) y en sus ratios de capital.
¿Cómo funciona la banca?
Más allá de la seguridad que ofrecen a los ciudadanos cuando depositan su dinero, la banca contribuye al crecimiento de la sociedad y a la sostenibilidad del sistema económico gracias su aportación en materia de impuestos y la generación de empleo, entre otras muchas funciones. Un aspecto destacado del sector es su compromiso con la inclusión financiera de las personas que viven en la España rural, que se materializa, por ejemplo, con el acuerdo que el sector ha firmado con el Ministerio de Economía para garantizar, entre otras cosas, que haya al menos un punto de acceso a servicios presenciales en los 243 municipios de más de 500 habitantes que no cuenten con ninguno.
Un acuerdo que ha coincidido en el tiempo con el conocido como “impuesto a los bancos” que el Gobierno quiere aplicar al sector, alegando una supuesta existencia de “beneficios extraordinarios” derivados de la subida de tipos de interés. Para la Asociación Española de la Banca (AEB), esta carga es un “error”, ya que puede debilitar la capacidad del sector para proporcionar crédito, esencial para apuntalar la recuperación económica y generar puestos de trabajo.
Este impuesto se justifica con el falso argumento de que los bancos están obteniendo beneficios extraordinarios derivados de la subida de tipos de interés. Sin embargo, lo verdaderamente extraordinario ha sido la etapa de tipos de interés al 0% o incluso negativos por la que el sector bancario ha tenido que transitar durante casi una década.
La subida de tipos de interés que se está produciendo a lo largo de 2021 es una decisión de política monetaria que adoptan los bancos centrales (en la eurozona el encargado de hacerlo es el Banco Central Europeo, BCE) precisamente para atajar la elevada inflación y contener los precios.
Además, como han explicado numerosos economistas y organismos, el hecho de que suban los tipos de interés no implica que los bancos vayan a obtener beneficios extraordinarios.
Ante una subida de tipos es lógico pensar que el margen de intereses de los bancos también aumente. Y de hecho así es como está ocurriendo. Sin embargo, la subida de tipos implica un enfriamiento de la economía que también puede tener efectos negativos en la cuenta de resultados de los bancos.
En este sentido, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha recordado que el actual contexto podría tener un impacto neto negativo en los bancos y ha pedido a las entidades que “extremen la prudencia y se haga un seguimiento minucioso de los riesgos, que pueden experimentar una evolución adversa de forma rápida y obligar a plantear nuevos escenarios de tensión”.
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