Asociación pide nuevas reglas y precauciones para los cargueros

  • Constructores, armadores y tripulaciones de cargueros como el Rena, naufragado el 5 de octubre en Nueva Zelanda con graves consecuencias ecológicas, deben aplicar "nuevas reglas y precauciones", pidió hoy la asociación ecologista Robin des Bois (RdB).

París, 13 oct.- Constructores, armadores y tripulaciones de cargueros como el Rena, naufragado el 5 de octubre en Nueva Zelanda con graves consecuencias ecológicas, deben aplicar "nuevas reglas y precauciones", pidió hoy la asociación ecologista Robin des Bois (RdB).

Este naufragio, la incapacidad del armador y de los servicios marítimos neozelandeses para desencallar el navío, taponar las fugas de fuel y evitar las pérdidas de los contenedores "prefiguran la gran catástrofe por venir en el tráfico marítimo de mercancías en contenedores", añadió.

Las dimensiones de los buques mercantes han crecido de manera desmesurada en los últimos años y la compañía danesa Maersk se prepara para transportar la cifra récord de 18.000 contenedores en 2013, resaltó la organización.

En 1980, los cargueros más grandes del mundo transportaban 2.000 contenedores, en 1991 subieron a 4.400, en 2003 fueron ya 8.800 y en 2007 alcanzaron los 14.500, recordó la asociación en un comunicado.

Del proyecto de la empresa danesa para 2013, que "inquieta a aseguradores, socorristas, actores portuarios, expertos marítimos y ONG defensoras del medioambiente", RdB adelantó que medirá 400 metros de largo, 59 de ancho y que sus pilas de contenedores alcanzarán hasta 73 metros de altura.

Todo ello servido por una tripulación "normal" de entre 13 y 19 marinos, con entre 15.000 y 20.000 toneladas de fuel en sus depósitos.

La Organización Marítima Internacional y todas las partes relacionadas con este tipo de transporte marítimo deben instaurar nuevas normativas y medidas de precaución de inmediato, defendió esta asociación ecologista creada en 1985.

Según las últimas informaciones divulgadas, el Rena ha vertido más de 300 toneladas de petróleo desde que se encalló en las costas de Nueva Zelanda y ha dejado caer al mar 88 contenedores, uno de ellos lleno de ferrosilicio, sustancia explosiva en contacto con el agua.

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